casas de famosos
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En el corazón más noble de Madrid, en la confluencia de la calle Princesa con Mártires de Alcalá, se encuentra la casa de Eugenia Martínez de Irujo, un hogar que comparte con su pareja, Narcís Rebollo, y que conjuga con magistral elegancia el pasado aristocrático de su familia y un presente depurado y minimalista.
Estrategicamente situada junto al Palacio de Liria, donde la duquesa de Montoro vivió su infancia junto a su madre, Cayetana Fitz-James Stuart y sus hermanos, este impresionante piso goza de unas vistas privilegiadas que la conectan simbólicamente con la historia de la Casa de Alba. Y esa proximidad no es casual, ya que Eugenia Martínez de Irujo siempre ha hecho gala del legado de sus raíces: la mirada viaja sin transición entre ambos espacios y, de hecho, cuenta con un pasadizo privado que conecta directamente con la residencia del actual duque de Alba, su hermano Carlos.
El Palacio de Liria, contiguo al hogar de Eugenia, es una joya arquitectónica de profundo carácter histórico. Mandado construir entre 1767 y 1785 por el III duque de Berwick y Liria, don Jacobo Fitz-James Stuart y Colón, fue erigido según los preceptos del neoclasicismo bajo la batuta del arquitecto Ventura Rodríguez y en Madrid está considerado como el hermano menor del Palacio Real. A lo largo de los siglos ha sufrido incendios, reformas y reconstrucciones y, desde 2019, parte de sus interiores se visitan como museo, mientras que sigue siendo residencia privada de la Casa de Alba.
La imponente silueta del palacio y sus jardines constituyen un trasfondo majestuoso para la vivienda contigua de Eugenia Martínez de Irujo, un piso de discreta fachada pero que acoje en su interior una de las viviendas más lujosas de la capital. Tras una reforma completa, el minimalismo se alza como protagonista estético de la vivienda, en la que priman los espacios diáfanos, la luz natural y las líneas limpias que armonizan sin estridencias.
Tal y como se puede intuir en las imágenes compartidas en redes sociales por Eugenia Martínez de Irujo, la distribución del piso que comparte con su pareja está proyectada para favorece la fluidez y conexión entre los espacios sociales de la vivienda (salón, comedor y cocina). Lo consigue, además de por la continuidad de color y materiales, con superficies de cristal, tabiques translúcidos o divisorias ligeras que favorecen la luminosidad y consiguen una continuidad visual de los espacios.
En contrapunto a la decoración maximalista y rococó del Palacio de Liria, el blanco es el gran protagonista de la casa que comparten Eugenia Martínez de Irujo y Narcís Rebollo, tal y como hemos podido ver a través de algunas imágenes que la pareja ha compartido en Instagram. Las paredes lacadas en mate, al igual que la carpintería de las puertas y los armarios empotrados, contrastan con cálidos suelos de roble.
Esta propuesta cálida y acogedora se eleva y enriquece a través de los detalles, que dejan entrever la personalidad de la duquesa de Montoro. Eugenia Martínez de Irujo ha acudido a las plantas y flores naturales para aportar toques vegetales y avivar los espacios con notas orgánicas, sobre todo, en la impresionante terraza con vistas en la que es habitual que la hija de Cayetana Fitz-James Stuart fotografíe sus looks de inspiración boho-chic.
Elevada y orientada hacia el Palacio de Liria, esta imponente terraza reconvertida en oasis en medio del frenético deambular del centro de la ciudad, ofrece vistas privilegiadas no solo de la fachada del Palacio, sino también de sus jardines. El pavimento combina madera apta para exterior con tarima que prolonga la calidez del interior, y el mobiliario sigue la línea minimalista de toda la vivienda con muebles bajos, siluetas geométricas, piezas auxiliares prácticas y versátiles y luces indirectas muy cálidas.
El amplio salón es la otra estancia protagonista de la casa, con una chimenea que sirve como punto de reunión. La propia Eugenia la inmortaliza en Instagram asegurando que su encendido es uno de sus momentos favoritos en familia. Además, grandes sofás tapizados en blanco, muebles vintage con historia o una icónica lámpara Arco completan una habitación en la que no faltan cuadros y obras de arte.
Junto a la neutralidad cromática que sirve como hilo conductor de la estética de la casa, encontramos pinceladas de color en los textiles (como cojines en tono frambuesa o bermellón) o en pequeños objetos de decoración como lámparas auxiliares y jarrones que actúan como acentos elegantes sin romper la armonía general. Y, por supuesto, a través del menaje de mesa, los manteles o las vajillas profusamente decoradas, una de las grandes pasiones de la duquesa de Montoro, que tiene su propia colección en colaboración con Sushita.