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Exceso de regalos en Navidad: ¿Educo o compenso?

La Navidad llena las casas de regalos y juguetes esenciales para la educación de los niños. Pero no solo satisfacen las ilusiones infantiles, también compensan antiguos deseos paternos.

Mujer jugando con niño en Navidad / Elaine Constantine

Isabel Menéndez
ISABEL MENÉNDEZ

El niño pequeño necesita a los Reyes Magos y a Papá Noel porque representan inconscientemente las figuras idealizadas de los padres que todo lo pueden. También le hemos dado la idea de que sus deseos se harán realidad si ha sido bueno. Pero si recibe demasiado, puede sentirse incapaz de responder. Además, el exceso de juguetes produce una sobreestimulación que le aturde. El niño necesita tiempo y dedicación para dominar los juegos que le llegan y poder disfrutar de ellos.

Los niños piden muchas cosas. Tras su petición siempre hay una demanda de amor. Desean ser escuchados, ser queridos como son, quieren tiempo para jugar con mamá o papá. Con los regalos, además de realizar algunos de sus deseos, realizamos también los nuestros. En unas ocasiones repetimos lo vivido y en otras compensamos lo que nos faltó. Conviene reflexionar sobre esto último. Si nos hemos sentido abandonados, podemos sobreprotegerlos. Si, por el contrario, nos han exigido demasiado, podemos dejarles solos antes de tiempo para no agobiarles. Con estas actitudes estamos compensando lo que recibimos, pero quizá no sea lo que los hijos precisan. Necesitan ser protegidos, pero enseñándoles a ser autónomos. Dejarles un espacio para sí no significa no acompañarlos.

Recuerdos de infancia

Elena había comprado los juguetes de Papá Noel para sus hijos y estaba contenta. Este año pensaba que no se había pasado de la raya, como era habitual en ella. El año anterior se llenó la casa de regalos y sus hijos pasaban de un juguete a otro sin centrarse en ninguno. Tras un inmenso revuelo, llegó un cierto cansancio. ¿Cuál elegir? ¿Por dónde empezar?

Elena consideraba que se había pasado, pero se sentía incapaz de evitarlo... hasta este año. Cuando comenzó a pensar sobre lo que les iba a comprar a sus hijos, se formuló una pregunta: ' ¿Los estoy educando bien al proporcionarles tantos regalos o intento compensar cómo me sentía a su edad?'. Ella tenía un recuerdo agridulce de su infancia. Sus padres siempre estaban muy ocupados y tenía la sensación de haber pasado poco tiempo con ellos. Eso sí, eran muy generosos con los regalos del día de Reyes.

Llegó a la conclusión de que sus padres compensaban con regalos el poco tiempo que pasaban con ella. Y ella hacía lo mismo con sus hijos, porque su trabajo le hacía llegar tarde a casa. Sin embargo, esta percepción era falsa: se trataba de una identificación con su madre. Lo que le costaba elaborar psicológicamente es que su madre era una mujer con muchos límites para maternarla, cosa que a ella no le pasaba con sus hijos.

Cuando reflexionó sobre qué es lo que les convenía a sus hijos, que era pasar más tiempo cerca de ellos, estaba reconociendo las necesidades de estos y no intentando compensar antiguos deseos propios.

Para los más pequeños estas fiestas son las de la ilusión y algunas ilusiones tienen que llegar a realizarse porque eso le aporta seguridad al niño. Así pues, los padres deberán elegir y saber escuchar qué juguetes son, en el fondo, los que más desean y los más apropiados para el niño.

El deseo que impulsa la vida y la actividad aparece cuando la satisfacción no es inmediata. Esto quiere decir que hay que enseñarles a aguantar un poco la frustración, incluso la de no conseguirlo todo. Si no están preparados para recibir un regalo, ya llegará más adelante. Hay que enseñarles a esperar y no saciarles. Con todo, el mejor juguete que se puede regalar a un niño en estas fechas es un poco de tiempo para jugar con él. Sobre todo con los más pequeños: lo necesitan para aprender a dominar el mundo.

Evitar errores:

  • Si tenemos en cuenta la edad del niño, evitaremos regalarle juguetes que están por encima de sus posibilidades, pues esto le hace sentirse incapaz.

  • Hay juguetes que corresponden a un deseo de los padres. En este caso, es preferible esperar. Si no, el niño se sentirán invadido por los deseos paternos.

  • No es raro que niños insaciables tengan padres que dan demasiado. Para evitar que pidan en exceso, habrá que reflexionar sobre cómo y cuánto se les da.

¿Qué podemos hacer?

  • Si algún miembro de la pareja tiene preferencia por uno de los hijos, habría que señalarle que no debe mostrarla claramente.

  • Las diferencias no tienen por qué ser malas, solo muestran las particularidades de cada relación. No se siente igual por un hijo que por una hija.

  • Es conveniente ayudarse mutuamente a ser madre y padre, aceptando la manera que cada uno tiene de querer a los niños y cambiando su relación con ellos si lo creemos necesario.

21 de marzo-19 de abril

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