vivir
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El regreso de esta serie, tras 25 años, era esperado y temido por los fans. Fiel, estética y narrativamente, a su origen, la tercera temporada es irregular, por momentos deslumbrante. No sabemos qué opinar. Y no esperábamos menos de Lynch.
Tras la desaparición de millones de personas, los protagonistas de esta serie se enfrentan al duelo -en esta tercera temporada- en pleno desierto. Surrealismo y poesía, delirio y tristeza, vuelven a conjugarse en una obra inclasificable.
Cada temporada de esta cinematográfica serie es como una película de los hermanos Coen en pequeñas dosis de preciso efecto. La tercera nos regala de nuevo personajes memorables, en un ambiente sórdido de perdedores crónicos.
El onirismo pop ha llegado a los superhéroes. Son tan importantes las persecuciones en el bosque como la vida en el psiquiátrico; los romances como la inmersión en la memoria familiar. El resultado: un relato multicolor y estridente.
El nomadismo, por unos Estados Unidos en plena Depresión, de unos artistas de circo dio lugar a una serie inquietante y poética. Lo que empieza como freak show termina como un combate épico entre el Bien y el Mal (sí: en mayúsculas).