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Hablaba Antonio Vega de cómo 'Pasa el otoño en Madrid', del color ocre de las hojas que extienden su alfombra por las calles de la capital. Y nosotras hablamos también de sus parques, de cómo el Palacio de Cristal se refleja junto a árboles medios desnudos en uno de los estanques de El Retiro, de los colores mágicos de El Capricho, de lo bien que sabe ese primer cocido madrileño de la temporada, o de la intensa vida cultural que ofrece mil y un planes en la capital.
Decía Audrey Hepburn que "París siempre es una buena idea". Pero en otoño, se antoja como la mejor opción, porque la Ciudad de la Luz se muestra más romántica que nunca, transformándose en un lienzo de ocres, verdes y amarillos que exaltan la belleza de sus grandes parques y jardines, del Palacio Real a las Tullerías, pasando (y paseando) por los Campos Elíseos o los jardines de Le Marais, disfrutando de un picnic en los Campos de Marte con la Torre Eiffel de testigo, perdiéndose en los juegos de colores que se dibujan a los pies de Monmatre y el Sagrado Corazón, o quedándose embobada mirando la imponente silueta de Notre Dame desde una de las orillas del Sena.
Decía la canción que Sevilla tenía un color especial, y todos dábamos por hecho que la copla hablaba de las luces de la Feria de Abril. Pero cuando Sevilla se viste con sus mejores galas es en otoño, cuando se puede pasear agusto por sus calles y recorrer cada baldosa con historia de la Plaza de España, cuando el Parque de María Luisa y los Reales Alcáceres se pintan de rojos y ocres brillantes, cuando las orillas del Guadalquivir con su majestuosa Torre del Oro se reflejan en un espejo de luces. Cuando los atardeceres más bellos nos dejan postales como esta de aquí arriba de su Catedral.
Londres invita a una escapada en cualquier época del año, pero más aún durante los meses de otoño, cuando sus calles se cubren de una neblina que sumerge la ciudad en una atmósfera especial y sus parques muestran orgullosos sus tonalidades cobrizas y doradas sobre un manto de hojas secas. Cuando es posible caminar tranquilo por los famosos mercados callejeros londinenses, y los museos y galerías inauguran sus exposiciones más relevantes. Además, como nos recuerdan desde Mandarín Oriental, "es también el momento de disfrutar de los muchos festivales y celebraciones de esta época del año, como la Noche de las Hogueras o la terrorífica noche de Halloween".
Si eres de las que prefiere disfrutar de los colores de la naturaleza, las posibilidades son casi infinitas, pues podemos escapar de las fauces de la gran urbe y desconectar del mundo en los bosques de la Comunidad de Madrid, como el Hayedo de Montejo, el de Pedrosa, o el Castañar del Tiemblo; en Cataluña, al este, soñamos con perdernos por los bosques del Parque Nacional de Montseny; y si preferimos poner rumbo al norte, nada mejor que recorrer las orillas del Sil y disfrutar de los paisajes mágicos de la Ribeira Sacra. En cuanlquiera de estas tres propuestas encontraremos paisajes que parecerán cuadros impresionistas, con sus árboles pintados de ocre, rojo y verde.
Nada más cruzar los Pirineos, la campiña francesa se despliega ante nosotros demostrando que el país vecino no solo es París, y que tiene rincones bellísimos y muy románticos por descubrir. Uno de ellos es, sin duda, Carcassonne. Esta villa medieval, a mitad de camino entre Perpiñán y Touluse, esconde un millón de historias entre sus murallas y castillos patrimonio de la UNESCO, ofrece un espectáculo de color en sus bosques aledaños, deliciosos caldos procedentes de sus viñedos y un buen número de museos y rincones monumentales que bien merecen una visita (+INFO: http://www.turismocarcassonne.es/).
Los que preferís un otoño cálido, nada mejor que volar a Canarias para vivir la estación de una manera completamente diferente, donde las jornadas de playa también se disfrutan en noviembre, donde la naturaleza ofrece extremos increíbles, y donde mirar las estrellas en buena compañía es todo un espectáculo, ya que sus cielos están considerados como los más limpios y claros de Europa.
El otoño es el momento perfecto para descubrir Ginebra y su impresionante entorno natural, rodeada por los espectaculares Alpes, la cordillera de los Colonos del Jura, el río Ródano y el lago Leman. La segunda ciudad más grande de Suiza invita a pasear por sus tranquilos parques y jardines, disfrutando del estallido de tonalidades borgoña de la naturaleza; a recorrer sus paseos ribereños y sus históricas calles, plazas y avenidas repletas de tiendas de lujo y a probar su rica gastronomía en sus afamados restaurantes. Fuente: Mandarín Oriental Ginebra.
Época de vendimia, nuestro país nos permite disfrutar de días de vino (y rosas) en algunas de las bodegas con los mejores caldos con denominación de origen. Conocer la tradición de la recogida de la uva y el proceso de elaboración del vino, pero también descubrir bodegas que son obras de arte en sí mismas, alojarte en sus hoteles boutique y, por supuesto, brindar por un otoño mágico se antoja como un plan de fin de semana perfecto.
Tanto si la visitas por ser la Ciudad de la Luz como la del Amor, París nunca defrauda y menos ninguno de sus parques con los que conocer su arte e historia; el Jardín de Tuileries, el más grande y más antiguo de la urbe, el Bosque de Boulogne, visitable en barca, o el Parque de Belleville, el jardín más elevado desde el que disfrutar de unas vistas únicas, sin menospreciar las de las alturas de la Torre Eiffel. El romanticismo de sus calles es ideal para sentarse en una de sus famosas cafeterías viendo el atardecer y comiendo alguna de las exquisiteces que abundan por allí.
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Milán, ofrece una doble visión hermosa del cambio de estación. Los tonos pastel que caracterizan este lugar contrastan especialmente bien con los de otoño.
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La bicicleta es una aliada para recorrer Holanda ya que tiene la mejor red de rutas señalizadas para ello. Los holandeses están acostumbrados a hacer su rutina sobre dos ruedas así que imítales y recorre los canales de Ámsterdam, la ruta de los molinos, el Parque nacional De Hoge Veluwe, en cuyo corazón se esconde el Kröller- Müller Museum que acoge la segunda colección más importante del famoso pintor de girasoles Vicent van Gogh, o el Parque Vondelpark, un espacio perfecto para pasar el rato en familiar por sus parques infantiles y un teatro al aire libre.
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