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El guión original no tenía ese punto de “cuento de hadas” con el que cuenta el film. De hecho era bastante más duro. Para Vivian no era su primer día en la calle, llevaba bastantes ejerciendo de prostituta, pues era adicta a la heroína. Además, en la primera versión del guión no se andan con tantos remilgos y desde que ella sube al coche, se besan en la boca.
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El final del guión original no tenía nada que ver: Edward acababa empujando de su coche a Vivian, tirándole los 3.000 dólares que habían acordado por sus servicios y volviendo con su novia. Y a partir de ahí, difieren las versiones: en algunas parece que Vivian se iba con su amiga a gastarse el montante y en otras moría de una sobredosis. ¿Qué pasó? Pues que la productora que iba a hacer la película quebró pocos días antes del rodaje y fue absorbida por Disney, que no quiso ni oír hablar de drogas y ni de finales trágicos.
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Normalmente, las marcas de coches siempre quieren que sus vehículos aparezcan en películas. Sin embargo ni Ferrari ni Porche quisieron que un modelo suyo se pudiera relacionar con la prostitución. Finalmente apareció con un Lotus Espirit SE de 1989.
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En el mítico cartel de la película, el cuerpo no es el de Julia Roberts, si no el de la modelo Shelley Michelle. Ella también dobló a la actriz en las escenas más íntimas, pues en Roberts estaba muy delgada y buscaban que se vieran más curvas.
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El vestido que rojo que lleva Vivian en la ópera debía ser en un principio negro. Sin embargo, la diseñadora de vestuario Marylin Vance no estaba de acuerdo y preparó varios modelos de diferentes colores para que se los probara. Finalmente, logró convencer al director de que vistiera de rojo.
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La actriz tenía problemas para reír sola en la escena en la que está viendo la televisión. El director, desesperado por no conseguir la espontaneidad que buscaba, se puso a hacerle cosquillas en el pie para que soltara una sonora carcajada.
Julia Roberts pasó años en los que cada vez que la entrevistaban, le preguntaban lo que pensaba de la prostitución. Y acabó diciendo que el film era terrible, espeluznante y feo. Ricard Gere llegó a pedir perdón por haber hecho que un hombre de Wall Street pareciera fascinante y opina que la película es “una estúpida comedia romántica”.
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Pero no es barato. La película se rodó en la suite del Regent Beverly Wilshire, que tiene 372 metros cuadrados. La habitación cuesta 1.600 euros la noche. Además, ofrecen el paquete “experiencia Pretty Woman” con un Rolls Royce y entradas para el teatro por 100.000 euros. Se ha de ser muy fan de la película.
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En la escena en la que Richard Gere forcejeó con un supuesto amigo, el actor se lo tomó tan en serio que se le acabó saliendo la funda de una muela.
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