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La historia de Luisa Fernanda y Carlos no termina de enganchar debido a las idas y venidas de la pareja (con una tercera en discordia algo loca, evidentemente), pero la clave en esta telenovela está en los personajes secundarios. Concretamente en Pedro, padre -más o menos- de Luisa Fernanda y Marisa, la madre de Carlos. Cuesta engancharse, pero al capítulo 20 no podrás parar, palabrita. Fer es una colegiala que se enamora de Carlos, un doctor que la atiende cuando tiene un accidente. A partir de ahí, descubren que sus vidas están entrelazadas. Llanto, sufrimiento y decisiones sin sentido son la magia de sus 125 capítulos.
¿Qué es lo mejor de una telenovela? Señoras... ¡Su banda sonora! ¡Sí! ¡Magia, fantasía! Cuando me enamoro no es solo el nombre de la serie, sino el nombre la canción de Enrique Iglesias, tema oficial de la historia de amor de Reneta y Jerónimo. Ambientada en unos viñedos (recomendación especial para los amantes de Gran Reserva, TVE) cuenta la historia de dos personas que se encuentran por casualidad y que resultan estar unidas por un lazo incierto. Todo apunta a que Renata es la culpable de la muerte del hermano de Jerónimo, ¿pero será verdad? Una madre y una hermana odiosas al más puro estilo Cenicienta e historias secundarias muy tiernas hacen que no quieras que el drama (porque hay mucho) se acabe nunca. Y más cuando oyes de fondo cantar a Enrique...
Que Paz Vega interprete a la mala malísima de la película es ya un plus en una telenovela más actual (con un número de capítulos bastante digno, 21) que cuenta la historia de Catalina, (Paz Vega) la mujer de un multimillonario que muere en extrañas circunstancias. La herencia se queda al completo en manos de ella y su hijo, al frente de la empresa de diamantes familiar. A partir de este momento se comenzará a desvelar la verdad sobre los negocios turbios de Catalina, las infidelidades y los amores no correspondidos en una temporada conclusiva que es perfecta como maratón de fin de semana. La puedes ver en Amazon Prime.
Para los amantes de un buen drama mexicano con una protagonista femenina fuerte y valiente, La Doña es la telenovela que necesitas en tu vida. Lo tiene todo: es una adaptación más actual de la obra del escritor venezolano Rómulo Gallegos, titulada Doña Bárbara, protagonizada por Aracely Arámbula y David Chocarro, una pareja de guapos que ve truncado su fugaz amorío por Danna Paola (sí, ella ya era una estrella en el firmamento antes de Élite) y su bondad. El final es algo que se sabe desde el primer capítulo pero los acontecimientos, la venganza y el triángulo amoroso entre los protagonistas hace que no puedas dejar de mirar ni un segundo. Literalmente. La puedes ver en Netflix.
La reina del flow ocasionó una catarsis vital a cualquier televidente el día de su estreno. Si aún no la has visto, ¿a qué esperas? Tiene lo mejor de todos los mundos posibles: aires de musical (sí, los protagonistas cantan hasta en los momentos más insospechados), temazos que luego, te pondrás en el coche sin darte cuenta. Es más, te descubrirás cantándolos sin razón alguna en mitad de tu día. Drama del bueno, del que desespera y te pone nerviosa. Una historia surrealista y unos protagonistas que odiarás (menos a la principal, Yeimi que al salir de la cárcel, busca venganza) que no paran de tomar malas decisiones en los 82 capítulos que dura la temporada. Es tan sumamente mala, que al final, es buenísima. Magia para los sentidos. A partir del capítulo 10 comienza la obsesión. Y, buena noticia: está disponible en Netflix.
La usurpadora, disponible en Amazon Prime es una de esas telenovelas actuales que se mueven entre el drama más absoluto y la serie al uso. Es parecida a Cuna de lobos, por hacer una comparación. Tiene 24 capítulos y aunque no llega a enganchar del todo, es una buena alternativa para poner de fondo mientras miras el teléfono. Cuenta la historia de de Paola Miranda, que tras enterarse de la existencia de una hermana gemela idéntica Paulina Doria, la obliga a asumir su identidad para poder escaparse con su amante. Pero claro, la historia, como era de esperar, acaba mal. Y el cambio trae consecuencias. Es un poco la historia de la Barbie princesa y la Barbie costurera pero con sangre y muy malas decisiones.
Mi adorable maldición no es una de las telenovelas que más enganchan. Es más, puede resultar algo aburrida si no estás en el mood de las brujerías, las maldiciones, el sufrimiento y la ansiedad constante. Si lo que buscas es una telenovela donde tener una relación amor/odio con sus protagonistas, estás en el lugar indicado. La canción no es de las mejores, pero cuando lleves 80 capítulos, la cantarás mejor que cualquiera de Rosalía. Con dos protagoniistas muy guapos y jóvenes, (Rodrigo y Aurora), esta novela de 121 capítulos cuenta su desafortunada historia de amor tóxico (fruto de la inexperiencia y los roles de género) a lo largo de los años mientras en el pueblo donde viven se cree que Aurora es portadora de una maldición que provoca la desgracia y la muerte. Te gustarán más las historias de los personajes secundarios, son más sencillas, no provocan taquicardias y seguro, te caerán mejor que Rodrigo que sufre mucho y en valde.
Muchos dirán que es la telenovela la que da sentido a la canción que la acompaña, pero en este caso, es al revés. Quiero amarte es también en título de la canción del difunto Armando Manzanero, un clásico en la música que ha dejado joyas como esta. Una vez que escuchas, no la puedes olvidar. El protagonista (solo googlea "Cristian de La Fuente", Maximiliano en la ficción, para saber por qué es un imprescindible), la canción y la hija de Amaya, la protagonista, serán suficiente para que no puedas dejar de ver capítulo tras capítulo. De verdad, es imposible apartar la mirada. Se trata de una de esas creaciones magistrales donde se juntan pasado y presente para liarte hasta el infinito con sus personajes, pero vale la pena descirfrar el árbol genialógico con tal de ver a los protagonistas (que sufren lo suyo) tener un final feliz.
RBD vino a quitarle el puesto a Rebelde Way, pero los fans de verdad saben que la primera versión, la argentina, siempre será la mejor. Disponible en Netflix, si la viste en tu juventud, debes volver a verla: no tiene desperdicio. Sus canciones son lo más, te recordarán a esos años donde solo había paz covid free. Sus protagonistas llevan unos looks sin parangón (ellos llevan esas mechas rubias que por desgracia, se pusieron de moda en la década del 2000). El argumento es el de niños ricos y mimados encerrados en un colegio, algo así como Élite pero sin drogas y sin sexo. Ideal para hacer un revival de una adolescencia mucho más naive. ¿Lo mejor? Tiene 318 capítulos. Dale al play si estás harta de las mini series.
Conocimos a Cata y al Duque (aka, a Miguel Ángel Silvestre y Amaia Salamanca) en Sin tetas no hay paraíso. Y aunque los españoles (vivan las producciones patrias) siempre llevaremos la primera temporada -la segunda no, que rompió toda ilusión de vivir a cualquier fan- en el corazón, hay que admitir que como la versión original, la mexiana, no hay nada. Lo mejor es la industria que se ha creado a su alrededor. Hay tres temporadas, todas en Netflix y siguen la historia de Catalina (por la que no pasan los años), Jessica y el Titi. Perfecta para los más nostálgicos que siempre quieren más.
Dos palabras: William Levy. Dos más: sin camiseta. Y sobre todo, sin razón aparente. Su torso desnudo es uno de los reclamos más llamativos de esta producción de Televisa que sí, ha envejecido, pero no: jamás pasará de moda. Como en algunas de las series anteriores, su banda sonora es maravillosa. La canción se llama Sortilegio de amor, la canta Il Divo y es auténtico algodón de azúcar en vena para toda aquella lectora que necesite una dosis de contenido vintage para pasar los días de encierro. La historia, tampoco tiene desperdicio: bien de drama, violencia, relaciones tóxicas, mentiras, algún que otro comportamiento machista y un engaño con el que empieza todo, pero que Levy (Alejandro en la pantalla) tiene a bien perdonar a su amada porque su relación (y su amor) es más grande que nada. Es un poco empalagosa, aviso: pero viene bien cuando la falta de amor hace mella en tu corazoncito. Y sí, hay mucha pasión. De ahí que Levy tenga más minutos en bata de estar por casa que en traje. Pero no hay queja. Bueno sí: ojalá a todo el mundo le quedara igual de bien.
Pasión de Gavilanes no es cualquier telenovela. Es la madre de las telenovelas. Es LA TELENOVELA. Se puede ver, mínimo, una vez al año. La historia de Norma, Juan Reyes y sus respectivos hermanos nunca pasará de moda. Tenemos de todo: engaños, venganza en mayúsculas, relaciones bastante peculiares y para nada sanas, escenas de pasión desenfrenada y el cliché de que los que se pelean se desean, pero qué más da. Al escuchar "quién es ese hombre", al menos, te habrás olvidado de Filomena y el covid. Y sí, desearás dos cosas: tener el pelazo de Norma y volver a llevar botas cowboy.
Tierra de Reyes es el digno sucesor de Pasión de Gavilanes. El hermano pequeño de la telenovela por excelencia cuenta la misma historia, pero muchísimo más actualizada, con tres hermanos igual de guapos, fuertes, (rudos) y maravillosos que luchan por el amor de tres hermanas de forma muy poco practica y coherente en los 160 capítulos que tiene la telenovela. ¿Pros? Egancha a rabiar porque cuando no estás encandilada con la historia de amor de un hermano, estás triste por la ruptura del otro, así que no hay mal que por bien no venga. Está disponible en Netflix y no tiene ningún contra. Bueno, alguno hay, pero saciará tu vacío interior de vivir en una hacienda e ir en caballo por la vida. Hasta te acabarán gustando las botas de montar, palabrita.