tesoros ocultos
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En lo que joyas patrimoniales se refiere, Extremadura es una de las comunidades autónomas más interesantes de España. Uno de los destinos que así lo confirman se encuentra en la provincia de Cáceres, en pleno centro de la llanura de vegas de Alagón, y se trata de la ciudad de Coria.
Para conocer los orígenes de Coria tenemos que remontarnos al siglo VII a.C., cuando los vetones ubican allí su asentamiento. Su relevancia empezó a consolidarse con la llegada de los romanos, de quienes quedan restos como las antiguas murallas de la ciudad fabricadas en sillería que se mantienen prácticamente intactas desde el siglo III. Con improntas de esta época y con herencia de las civilizaciones posteriores, actualmente Coria presume de tener un casco antiguo declarado Bien de Interés Cultural, con un trazado medieval muy característico y con joyas patrimoniales que se han convertido en el reclamo ideal para los turistas.
Pero si hay algo que hace de Coria el destino señalado en el mapa por multitud de personas, esa es la reliquia que se esconde entre los muros de su catedral. Esta localidad cacereña acoge una pieza única que remite a uno de los momentos más importantes para los cristianos y que es objeto de veneración para muchos peregrinos desde hace siglos: los restos del Sagrado Mantel de la Última Cena de Cristo.
El mantel de la Última Cena, el tesoro escondido en Coria
La reliquia del Sagrado Mantel de la Última Cena, también conocida como Mantel de Coria, se encuentra en la catedral de Santa María de la Asunción, en el Museo de Arte Sacro que se ubica en su interior. Este mantel de lino, de 4,42 metros de largo por 92 centímetros de ancho coincide con las dimensiones de la mesa en la que tuvo lugar este importante acontecimiento, si bien es cierto que la Iglesia Católica no ha reconocido su autenticidad. El mantel fue descubierto entre los siglos XVI y XV bajo el presbiterio de la catedral y ha sido objeto de numerosos estudios científicos que encuentran similitudes con el tipo de manteles utilizados en la Palestina del siglo I, donde vivió Jesucristo.
Pese a toda la incertidumbre que aún gira entorno a esta reliquia - y que ha despertado el interés de curiosos particulares y de científicos de la NASA, los últimos en estudiarlo - el Mantel de Coria ha sido objeto de devoción a lo largo de los siglos. Entre 1599 y 1791, el Obispo de Coria exponía esta pieza en el balcón de las Reliquias todos los 3 de mayo, día de la Santa Cruz, para que el pueblo pudiese venerarla, tradición que acabó por suprimirse por el escándalo que esta aglomeración traía consigo. Aún hoy son muchos los peregrinos que acuden a Coria para ver esta particular reliquia que es seña de identidad de la ciudad.
La catedral de Santa María de la Asunción, lugar donde se exhibe el Sagrado Mantel de la Última Cena, fue declarada Monumento Histórico-Artístico Nacional en 1931. De estilo gótico-plateresco con tintes barrocos, esta emblemática construcción se levantó sobre los restos de una antigua basílica visigoda y románica y es uno de los mayores tesoros de la Historia del Arte extremeña, no solo por lo que esconde en su interior, sino por lo espectacular de la catedral en sí misma.
Todo lo que no te puedes perder en tu visita a Coria
Junto a la imponente catedral y la reliquia que alberga en su interior, Coria está plagada de enclaves de gran valor histórico y artístico. Uno de los más populares es la Cárcel Real, hoy convertida en museo, que da testimonio del pasado carcelario de la ciudad. El majestuoso edificio que se ubica en el centro de la ciudad data del siglo XVII, pero para conocer su historia tenemos que remontarnos unos años atrás, concretamente, a la época de los Reyes Católicos, quienes mandaron construir una edificación primitiva sobre la que se levantó este edificio de estilo barroco.
Quienes visiten la Cárcel Real de Coria pueden hacerse una idea muy acertada de cómo era la vida de los presos en esas instalaciones, pues conserva muchos elementos de entonces. Sin embargo, los visitantes no se adentrarán en un centro penitenciario, sino en el Museo de Historia, Arqueología y Etnografía de la Ciudad de Coria, donde se hace un repaso por todo el pasado de la ciudad en un repaso por restos arqueológicos y tradiciones que configuran su identidad.
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Otro de las visitas obligatorias en Coria es el Castillo de los Duques de Alba, una curiosa construcción edificada sobre una antigua fortificación del siglo XII en el que se puede identificar numerosos elementos defensivos. Lo curioso no es la disposición de fortaleza de este castillo levantado por el primer duque de Alba, sino su ubicación: fue construido junto a la muralla romana, pero en el interior de la localidad, por lo que se intuye que la protección no era contra los que venían de fuera, sino contra el propio pueblo. Eso sí, este castillo solo se puede ver desde fuera, pues no está abierto al público.
No olvides pasear por el famoso Puente de Piedra, una obra civil del siglo XVI con dos características particulares: sus cinco arcos de medio punto y la ausencia de río. Aunque la ciudad de Coria está muy marcada por la presencia del río Alagón, lo curioso de este puente es que no lo atraviesa, ya que a lo largo de la historia el río desvió su cauce provocando que éste sea conocido como «el puente sin río». A pesar de todo, es una parada que todo turista debe apuntar en su ruta por lo peculiar del entorno y por las preciosas vistas de la catedral que tiene.
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