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España está llena de enclaves que son verdaderos caprichos de la naturaleza, lugares en los que la acción humana ha estado poco presente o ha sabido respetar quién tiene el rol protagonista en esa creación. Y cuando no ha sido así, la naturaleza ha sabido imponerse hasta conseguir completar su creación, dejando paisajes que son una maravilla al ojo del visitante.
Este último caso es el que se ha dado en Cantabria, en concreto, en la playa de las Arenillas, que esconde en ella uno de esos paraísos ocultos en los que el mar, el viento y el paso del tiempo han logrado crear una obra de arte que no deja de fascinar a visitantes y lugareños. Este lugar tan especial es la piscina natural de Arenillas, cuya peculiaridad no solo radica en su belleza, sino en su origen.
En Islares, pedanía de Castro-Urdiales, encontramos esta especie de poza marítima ubicada entre rocas y un espigón que la delimita donde el baño está permitido. Las piedras forman una suerte de muro que hace de cortaviento y crean una atmósfera plácida que se acentúa con rumor apaciguado del mar y con el espectáculo cromántico que crean las piedras calizas en contraste con el agua turquesa.
La creación de esta piscina natural se lo debemos a la erosión del mar sobre la roca caliza. Con el paso de los años, el agua y el viento se han unido para crear este espacio que se alimenta del mar, pero que poco tiene que ver con la bravura y la fuerza de éste, pues lo que se crea aquí es un espacio con aguas calmadas y un clima íntimo que, en contraste con todo lo demás, suma al paisaje un encanto único y especial.
Pero antes de ser esta piscina natural que turistas y locales disfrutan en su visita a Islares, este rincón de la playa de las Arenillas fue nada menos que un puerto que se mantuvo activo durante siglos. Construido a finales del siglo XVI por el maestro cantero Nicolás de Hazas, este puerto fue punto de anclaje de multitud de embarcaciones que transportaban mineral de hierro.
El amarre de barcos terminó por prohibirse y este puerto como tal desapareción. La recompensa fue mucho mayor, pues gracias al cese de esta actividad la naturaleza empezó a obrar para crear esta peculiar piscina. El círculo de piedras calizas que blindan este rincón del mar se completa con el espigón de piedra que enmarca un espacio de aguas cristalinas que refleja un fondo que deja ver especies marinas autóctonas.
Para acceder a la piscina natural de Arenillas es necesario tener en cuenta una serie de condiciones, La más importante es el estado de las mareas, pues este espacio solo es visible y accesible cuando la marea está baja. En pleamar, sin embargo, la belleza del entorno no desaparece, y es que todo se vuelve una masa de agua cristalina que hace las veces de espejo del precioso entorno montañoso que le rodea.
No menos bonito es el resto de Islares, la localidad cántabra en la que podemos encontrar este espectáculo natural. Se trata de una de las localidades costeras que conforman el municipio de Castro Urdiales y resulta especialmente relevante por su vínculo con el Camino de Santiago de la costa, que pasa justo por aquí. Junto a los peregrinos, el trabajo en el mar y la tradición de pueblo pesquero han conformado su seña de identidad.
Aunque su historia se remonta a la época prerromana, fue en la Edad Media cuando alcanzó mayor relevancia gracias al Camino de Santiago. Aquí se encontraba algún que otro hospital de peregrinos que servía de lugar de descanso para todos aquellos que escogían esta ruta para visitar la tumba del santo. Durante siglos, el carácter rural y marinero ha marcado su personalidad, algo que conserva aún hoy, pese a que el turismo motivado por enclaves como la piscina de Arenillas se haya convertido en su principal actividad económica.
HORÓSCOPO
Como signo de Fuego, los Sagitario son honestos, optimistas, ingeniosos, independientes y muy avetureros. Disfrutan al máximo de los viajes y de la vida al aire libre. Son deportistas por naturaleza y no les falla nunca la energía. Aunque a veces llevan su autonomía demasiado lejos y acaban resultando incosistentes, incrontrolables y un poco egoístas.