Así es el monasterio más bonito de España, que visitan hoy Leonor, Letizia y Felipe: joya románica, referente espiritual y todo un icono de Navarra

Ángeles Castillo Publicado · 26 de septiembre de 2025, 08:22 h

Leyre son palabras mayores. Y no solo porque hoy se haya erigido como destino real, con la visita de Leonor de Borbón y los reyes Felipe y Letizia. Artísticamente, es una joya que nos lleva hasta el nacimiento de la arquitectura románica monumental, al primer románico español. Algo que se puede apreciar a simple vista, y no digamos entre sus múltiples paredes y capiteles. Pero es que además aquí están los pilares del viejo Reyno y el panteón de sus primeros reyes. Todo un icono y una reliquia de Navarra.

Ha sido, vaya por delante, un referente espiritual desde la noche de los tiempos. Y en estos tiempos nuestros se nos revela como un reclamo poderoso para adentrarnos en las apabullantes tierras navarras. Cargadas estas como están de arte, historia y hasta de leyenda -la de San Virila, sin ir más lejos-, amén de rodeadas de una naturaleza más que generosa. Esto ya es mucho, pero es que encima se come bien. Rectificamos, muy bien. Todo ello al este de la Comunidad Foral de Navarra, muy cerca de Aragón. Y un dato más, también en clave monárquica: el rey Sancho III el Mayor, que tanto tuvo que ver con su apogeo, lo denominó «centro y corazón de mi Reyno».

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No es casualidad -nunca lo es- que la princesa de Viana, título que estrena Leonor, y sus padres vayan a cruzar el umbral de este monasterio, uno de los más bonitos de España, si no el más, hoy viernes 26 de septiembre. Lo hacen tras pasar por el Palacio de Navarra, sede del Gobierno, en Pamplona, y por Viana, por motivos obvios. Aquí, en el monasterio de San Salvador de Leyre, van a rendir homenaje, además, a los antiguos reyes y reino, un acto que los sumerge de lleno en la historia. A ellos y a nosotros. Mañana sábado tocará el Palacio Real de Olite y Tudela.

Les seguimos los pasos a Sus Majestades hasta dar con este enclave que despunta en la Sierra de Leyre, en el Prepirineo coronado por el pico Arangoiti (1.355 m), al amparo de encinas, hayas y avellanos, y con las aguas del pantano de Yesa, municipio al que pertenece, haciendo más idílica la estampa. Lo llaman el Mar del Pirineo. Hubo anacoretas por aquí e igualmente desfilar de reyes. Se fue haciendo piedra sobre piedra ya en el IX, o puede que antes, y no se dejó de acicalar hasta el XVII.

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Hay que prestar atención a la iglesia abacial, donde se mantiene viva la tradición del canto gregoriano, órgano tubular incluido, y donde conviven elementos románicos con otros góticos y posteriores. En especial, a su cripta (XI), que nunca fue un lugar de enterramiento y es espectacular, francamente; solo ella vale la visita. Al pórtico conocido como la Porta Speciosa (XI-XII), donde puede que trabajara el maestro Esteban, autor de la puerta de las Platerías de la catedral de Santiago de Compostela, y que es, como dice su nombre, preciosa. Y, nobleza obliga, al mausoleo de los primeros reyes de Navarra.

Lo que es el monasterio viejo (XI), porque hay uno nuevo (XVI), llegó a tener incluso un «palacio» para dar acomodo a los monarcas navarros. Y más se perdió con el tiempo y el olvido; el claustro, por ejemplo. Pero, así y todo, sigue siendo un magnífico conjunto arquitectónico altomedieval; no hay que olvidarlo. Y lo es tanto que el románico de Leyre es anterior incluso al románico de libro de San Martín de Frómista y San Isidoro de León, que también están entre lo más sublime que pueda verse en la península del arte de estos tiempos.

Emociona, la verdad, este románico desnudo, por la solemnidad austera de la piedra, desoyendo la tentación del adorno. En este Leyre se impone el silencio de los muros, pero también la elocuencia de los capiteles, el santo y seña de estos recintos, dibujando estrías y volutas, perfeccionando geometrías y sofisticándose modestamente en ondas y bulbos. Sin perder de vista la torre, de forma cuadrangular, ni los ábsides circulares sobre paredes limpias y conformando junto a las fachadas de ambos monasterios un conjunto armónico.

Más allá de lo puramente religioso y monástico, de un recogimiento que hoy se nos hace extraño -de donde su belleza insólita-, se aprecia su carácter militar, típico del románico, muy cerca aún de los castillos. Se ve sobre todo en las ventanas saeteras y el matacán (galería en voladizo). Sí, Leyre es una lección de arte en toda regla.

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No le falta, por supuesto, la valiosa biblioteca. Ni la hospedería del monasterio, donde pasar unos días de retiro espiritual o descanso -olvídense los que busquen vacaciones- y a cargo del monje hospedero. Aún lo habitan sus primeros moradores, los benedictinos, y está en zona de clausura, por lo que solo pueden alojarse varones (55 euros por día, pensión completa). Al «ora et labora» de San Benito se suma también esta regla. Para las mujeres, parejas y familias está la hospedería externa. Es decir, el Hotel Hospedería de Leyre, aunque cerrado por obras hasta 2027. Y para todos, la cafetería, que oficia también de restaurante (previa reserva), con terraza asomada al embalse y al privilegiado entorno.

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Volvamos al monasterio un momento para recordar que fue todo un señorío monástico, al nutrirlo los reyes con cuantiosas donaciones, lo que hizo de él un faro espiritual e intelectual, además de guardián de la memoria cultural y política del reino. De ahí viene el homenaje a reyes, reinas y reino, que, curiosamente, sigue haciéndose aún. «Como reconocimiento a quienes forjaron este conjunto humano y territorial que es Navarra, que pervive con personalidad propia después de doce siglos de existencia», explican desde el propio monasterio.

Eso sí, un homenaje que a lo largo de los años, tal y como reconocen, «se ha ido celebrando, conservando su contenido esencial, con distintos formatos según las circunstancias y la diversa sensibilidad de los Gobiernos que se han ido sucediendo en Navarra». Ahora les toca cumplir a los actuales Reyes y a la princesa de Asturias, que lo es también de Girona y de Viana.

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