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En la comarca de la Alta Ribagorza catalana se esconde un valle en el que la historia ha querido dejar una huella imborrable. Si la estética propia del Pirineo catalán ya es una imagen de postal por sí sola, gracias al paisaje montañoso que le hace de telón de fondo y a la particular arquitectura con casas de piedra y tejados de pizarra como protagonista, la profusión de arte románico de la que presume este enclave en particular no hace más que enriquecer su estética y hacer de él un lugar único.
Este enclave no es otro que el Vall de Boí, un municipio ubicado de Lleida compuesto por pueblos como Boí, Taüll, Durro, Cardet o Barruera, entre otros. El rasgo más significativo del Vall de Boí y de los pueblos que lo conforman no es otro que esa concentración de arte románico, una de las rutas más importantes de Europa con edificios declarados Patrimonio de la Humanidad y con uno de los frescos más importantes de la Historia del Arte Universal.
Pero el arte y el patrimonio arquitectónico no es lo único reseñable del Vall de Boí, y es que, dada su ubicación tan privilegiada, este enclave tiene un incalculable valor paisajístico y natural. De hecho, el Vall de Boí es la puerta de entrada al Parque Nacional de Aigüestortes i Estany de Sant Maurici, que cuenta con rutas de senderismo llenas de encanto gracias a elementos como los bosques de abeto o los largos glaciares. Este destino también es perfecto para los amantes del esquí, pues cuando llega la temporada la estación de Boí Taüll se abre para todos aquellos que quieran disfrutar de este deporte en un ambiente tranquilo y precioso.
Las experiencias que puedes vivir en el Vall de Boí están marcadas por el espectáculo natural, la belleza y la calma. El mejor ejemplo de ello es el Balneario de Caldes de Boí, que aparece en el Libro Guiness por tener la mayor variedad de aguas. Este balneario se encuentra a 1.500 metros de altura y cuenta con 37 manantiales mineromedicionales cuya historia se remonta a la época romana. El relax que te proporciona los tratamientos que ofrece y las propiedades terapeúticas de sus aguas garantizan una experiencia sanadora - exterior e interior - para toda la familia.
Pero la majestuosidad del Vall de Boí va mucho más allá, y es que este enclave del Pirineo catalán cuenta con la distinción de Destino Turístico y Reserva Starlight por ser uno de los lugares del sur de Europa donde mejor se pueden las estrellas. Sus cielos oscuros se convierten en un espectáculo luminoso que es todo un deleite para amantes de la astronomía, y si no estás inmerso en la cuestión pero quieres aprender a admirar el cielo nocturno, siempre puedes acudir al mirador de Sant Quirc de Durro, donde hay una mesa-mirador astronómico que te enseña a interpretar dicha maravilla celeste.
Una de las mejores formas de conocer el Vall de Boí es organizar una ruta por sus diferentes pueblos, no solo con el fin de perderte por sus calles de cuento, sino de conocer en profundidad las obras de arte románico que se esconde en cada rincón de este valle. Aunque la cantidad de edificios de este estilo son muchos, hay ocho que, por su importancia, su conservación y su unidad arquitectónica son considerados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
El conjunto lo componen ocho iglesias y una ermita datadas entre los siglos XI y XII y construidas siguiendo la estética del románico lombardo importado desde el norte de Italia. Sus esbeltos campanarios, los arcos ciegos propio de este estilo o las bandas lombardas son algunas de las señas de identidad comunes que comparten estas nueve obras. Además, este conjunto de edificios religiosos da testimonio también de la importancia del papel social de la Iglesia en la Edad Media y de su influencia en la región.
Una de las iglesias que forman parte de este conjunto es Sant Climent de Taüll, ubicada a la entrada del pueblo de Taüll. Este edificio religioso se levantó sobre un templo anterior del siglo XI y fue consagrada en el año 1123 por el obispo de Roda-Barbastro. Destaca por su imponente campanario de torre y por cumplir a la perfección con los cánones estéticos del románico lombardo.
Pero lo que verdaderamente llama la atención de esta iglesia es lo que esconde en su interior. Y es que dentro de ella se encuentra el famoso Pantócrator de Sant Climent de Taüll, una pintura polícroma del siglo XII cuya relevancia artística no fue puesta en valor hasta su descubrimiento ya entrados en el siglos XX por parte de Lluís Domènech i Montaner, considerado padre del modernismo catalán. Este fresco que representa a Cristo en Majestad se ubicaba en el ábside de la iglesia, aunque el original se encuentra actualmente en el Museo Nacional d'Art de Cataluña y en la iglesia se ha implementado un videomapping que ayuda al visitante a hacerse una idea de cómo era este templo en sus orígenes.
En el conjunto románico del Vall de Boí se encuentran otras iglesias como la de Santa María de Taüll, ubicada en la parte alta de este pueblo, Sant Feliu de Barruera, con elementos del siglo XI y XII que son un compendio precioso de cómo el arte evoluciona según las necesidades de cada época, o la ermita de Sant Quirc de Durro, la única que forma parte de esta conjunción artística. Aunque esta última no está abierta al público para visitas, se reconoce su gran valor dentro del conjunto por su ubicación privilegiada, su sintonía estética con el resto de la arquitectura y los elementos barrocos que aún se conservan en ella.
HORÓSCOPO
Como signo de Fuego, los Sagitario son honestos, optimistas, ingeniosos, independientes y muy avetureros. Disfrutan al máximo de los viajes y de la vida al aire libre. Son deportistas por naturaleza y no les falla nunca la energía. Aunque a veces llevan su autonomía demasiado lejos y acaban resultando incosistentes, incrontrolables y un poco egoístas.