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Contemplado ya por seis siglos, Keukenhof (Lisse, Países Bajos) comenzó siendo el huerto en el que Jacoba de Baviera recogía las hierbas y especias que aromatizaban sus platos. Hoy, con más de 32 hectáreas, es considerado el jardín más hermoso de Europa.
Escenario, entre otras intrigas, de la película El perro del hortelano, el jardín barroco del Palacio de los Marqueses de Fronteira (Lisboa, Portugal) cuenta a través de fuentes, azulejos y estanques la mitología clásica que inspiró el Renacimiento, pero también la historia de un país que cimentaba su identidad e independencia en el siglo XVII, cuando fue construido. En The Gardener’s Garden (Phaidon), Toby Musgrave, una de las grandes autoridades del paisajismo. recoge más de 250 jardines imprescindibles.
“Con cada paso, un nuevo paisaje”, fue el precepto que la dinastía Quing (1636-1912) inculcó en Liu Yan (Suzhou, China), un jardín que articulaba un complejo consagrado a la estética y la poesía, y al que se incorporaron un magnífico lago y hasta una montaña construida, roca a roca, por el hombre.
El paisajista Juan Grimm concibió el jardín en su residencia de Los Vilos (Coquimbo, Chile) como un lugar para la experimentación, el aprendizaje y la recreación sin más límite que el acantilado que lo separa del Pacífico. Las especies que ya existían en la finca antes de edificar conviven con otras nativas, generando un diálogo entre lo silvestre y lo ornamental, con el hombre como respetuoso invitado.
Robert Irwin, autor y alma de los jardines del Getty Center (Los Ángeles, EE.UU.)), grabó en una de sus piedras el principio irrenunciable de este espacio: “Siempre en cambio, que no sea dos veces igual”.