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'Adultescentes': la tercera juventud se abre paso

Justo cuando están lidiando con la adolescencia de sus propios hijos muchos adultos viven con perplejidad la inesperada deriva juvenil de sus propios padres. ¿Se comportan los abuelos de tus hijos como teenagers?

Meryl Streep interpreta en Ricki a una madre rockera, mucho menos convencional que sus hijos adultos. / Cordon

A. FRANELA Madrid

Quién no quiere unos padres sanos, vitales y activos? Para toda una generación de baby boomers españoles nacidos entre los 50 y los 70 el asunto, además, va más allá del amor filial. Cuando tus hijos son las principales víctimas del desempleo juvenil, la precariedad laboral y la caída en picado el nivel de vida, que tus padres no representen una "carga" adicional, es un tema crucial. Digamos que en el "plan de supervivencia 2016" que tienes en la cabeza, tus padres ocupan todavía el apartado de "apoyos" y aún no pasan al de "deberes y obligaciones".

Pues bien, ¿te has preguntado alguna vez qué ocurre cuando el bienestar de los padres se pasa de revoluciones y el tema no son los achaques, el aburrimiento o la dependencia, sino las juergas, la irresponsabilidad y el exceso? Si te ocurre algo parecido es posible que tus padres entren en la categoría de adultescentes o adulteens: mezcla semiótica y linguística de adulto + teenager.

Para Clara Díaz Henche, psicóloga, bloguera y vocal de la Asociación Española de Psicogerontología, podríamos englobar en este grupo a las personas mayores que vive sin complejos una tercera juventud: " Son mayores de 50 años, que al acercarse a la vejez y como símbolo de negación, tienden a comportarse a mostrar actitudes propias de una juventud que parece no corresponderles y que les pone necesariamente en el punto de mira".

Congelados en el tiempo

Para comprobar esta tendencia, hemos ido en busca de familiares de los adulteens y hemos encontrado a Carlos, hijo de Luis, que, a sus 60 años recién cumplidos, conduce un coche descapotable color rojo y está viviendo una segunda (o tercera) primavera. "No sé cómo decirlo de otra forma pero... es que mi padre se va de marcha todos los fines de semana. A veces incluso entre semana -se lamenta Carlos-. Parece que se ha olvidado de que hace 24 años me tuvo a mí. Tiene colegas de mi edad, resacas y hasta monta saraos en nuestra casa. A veces salgo de mi habitación y me tropiezo con unos fiesteros peores que yo".

Los padres inmaduros son una tragedia para sus hijos.

Gisèle Harrus-Révidi, psicoanalista y autora del libro Padres inmaduros e hijos adultos, sostiene que los primeros son una auténtica tragedia para sus hijos. Ella ha acuñado el término "inmadurez invisible" para referirse a una forma materialista de pensar, que no deja lugar para lo emocional o para sentimientos como la ternura. Las personas que la padecen viven congelados en el tiempo, como si fueran jóvenes eternos.

Pero no se trata de una conducta que suela aparece solo en la tercera edad o de repente. Desde que sus hijos son pequeños, los padres inmaduros son incapaces de sacrificar su propio bienestar para procurar el de ellos. Harrus-Révidi suele poner este ejemplo: si un padre inmaduro tiene una hija que quiere bailar, la llevará a la escuela de baile, pero si la escuela de baile está al otro lado de la ciudad, el padre evitará realizar el sacrificio extra de llevarla, aunque esto signifique coartar la vocación de su hija.

Eso lo sabe bien Norma, cuya madre (divorciada) no tiene urgencias económicas después de jubilarse con una buena pensión. Sin embargo, de un tiempo a esta parte tiene un comportamiento desconcertante. A sus 34 años, Norma está pendiente de que su madre pague todos los recibos. "No sé qué hace con su dinero. Me han dicho que lleva tres meses sin pagar el alquiler y que sale cada día ¡Es el mundo al revés!", cuenta resignada. A ella, que no tiene hijos, le ha tocado asumir el rol maternal con una mujer que al parecer disfruta de "las mieles" de la irresponsabilidad.

90 años

es la esperanza de vida de la mujer, 9 más que la de los hombres.

Pero, ¿por qué ocurren casos como estos? Para Santiago Gómez, director de Decidir vivir mejor y del Centro de Psicología Cognitiva, también es un asunto de timing: "Se supone que a partir de los 50 años hay menos presión y obligaciones: los hijos crecen, te conoces mejor, tienes mayor estabilidad laboral y, por lo tanto, dispones de más tiempo para verte mejor físicamente, hacer deporte, viajar, disfrutar de tu sexualidad", sostiene. Para el experto, sin embargo, no hay peligro de una reacción en cadena y, a la larga, de padres adulteens, y casi en defensa propia, nacen hijos muy maduros y emocionalmente estables.

A Cristina (21 años) su abuela Pepa siempre le ha parecido más divertida que su madre, e incluso más que muchas de sus amigas. Hace poco, después de una de esas comilonas que organiza en su casa los viernes, le preguntó si iba a dormir la siesta. "Mira, cariño -le dijo ofendida-, yo la siesta solo me la echo "acompañada". Nada de qué extrañarse: esta madurez desatada también incluye lo sexual.

Según el estudio realizado por la marca de ropa interior Playtex, las mujeres que pasan de las cinco décadas aseguran tener mejor vida sexual que las de 20. Y un informe de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC), afirma que un 60% de los españoles mayores de 65 años tiene relaciones sexuales por lo menos una vez a la semana.

Muchos de los que viven esta ettapa no han tenido oportunidades o libertades y ven ahora su momento.

Así, a sus 67 años, Pepa viaja un par de veces al mes por los pueblos de España, hospedándose en hoteles con encanto, junto a su actual novio, el tercero desde que enviudó hace más de 25 años y con el que tiene "una relación abierta, a distancia pero muy activa". "Yo ya he trabajado todo lo que tenía que trabajar -comenta- he criado seis hijos y los he sacado adelante prácticamente sola. No tengo por qué darle explicaciones a nadie".

Díaz Henche dice que los cambios sociales avanzan a un ritmo vertiginoso, modificando la filosofía y los estilos de vida, también para las personas mayores. "Hace años, nuestros roles estaban estrechamente ligados a la edad, y eso es lo que parecía que tocaba. A día de hoy, esta rigidez y planificación no es tan importante y existe mucha más variedad y tolerancia en las maneras de vivir".

La psicóloga cree que un buen número de los que viven su etapa adulteen "simplemente no han tenido oportunidades o ciertas libertades y ven ahora su momento". De ahí que, a veces, las cosas se salgan de madre. Así nos encontramos con hijos que deben pagar las deudas que sus padres acumulan, o presenciar, para su desdicha, algunas actitudes que consideran vergonzantes.

Mariella (28) se queja amargamente de que a su madre (56) le gusta vestirse con ropa de Bershka y muchas veces coquetea sin pudor con su novio. "A algunos de mis conocidos su actitud les parece cool. Y yo pienso, claro, siempre y cuando no sea tu madre, sino la mía".

Los padres inmaduros viven congelados en el tiempo como jóvenes eternos.

Según un sondeo realizado en Reino Unido por la asociación Love to Learn, si bien hace poco más de una generación se iniciaba la senectud incluso antes de cumplir los 60, hoy es partir de los 70 años cuando las personas consultadas comienzan a sentirse mayores. El periodo de mediana edad se percibe desde los 55 hasta los 69 años. Y más de la mitad de las personas encuestadas expresaron más confianza y experiencia que los jóvenes, y menos miedo a cometer errores. El 90% decía, también, poseer un "fuerte deseo" por aprender.

Y claro, abundan los que no solo sienten jóvenes de espíritu sino que quieren visibilizarlo, con cirugías o no: basta echar un vistazo al escote de Susan Sarandon en la gala de los SAG, todo un manifiesto político del body free... a los 69 años. O Sofía Loren, protagonista de anuncios de Dolce & Gabanna a los 81. O Tina Turner siendo portada de Vogue a los 71.

Vivir plenamente

No se trata, sin embargo, de un tema solo de apariencia. Virginia González López, psicóloga y dinamizadora de personas mayores, recuerda que la Organización Mundial de la Salud define el envejecimiento activo como el proceso en que se optimizan las oportunidades de salud, participación y seguridad a fin de mejorar la calidad de vida de las personas a medida que envejecen. "Llegar a cierta edad no es sinónimo de abandono físico, social, emocional, sexual o intelectual, sino que hay que vivir plenamente cada uno de dichos ámbitos", explica.

Ejemplos de esta actitud son Sonia (72) que, gracias al Imserso y a que su hijo trabaja en una agencia de viajes, se ha recorrido el mundo entero, desde Albacete hasta la Patagonia. O Jesús (80) que se retiró tras más de 40 años ejerciendo como médico, pero estudia Filosofía de la Universidad Autónoma, asombrando a estudiantes imberbes.

Una variedad de posibilidades más significaiva aún en el caso de las mujeres si tenemos en cuenta que la esperanza de vida de ellas ronda los 90 años, nueve más que la de un hombre: "Antes eran hijas que terminaban siendo madres abnegadas y abuelas ancianas. Era lo que había. Pero las mujeres de hoy tienen entornos mucho más variados -explica Díaz Henche- y muchas más oportunidades de elegir. Las amistades, la formación profesional, la solidaridad y la vida laboral, y múltiples posibilidades de ocio son novedades para una mujer que antes reducía su vida al hogar".

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