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¿Es bueno tener fantasías eróticas?

Las fantasías eróticas están relacionadas con la sexualidad inconsciente. Ensoñaciones que no tienen por qué asustarnos ni estar relacionadas con el deseo en la realidad.

Fotograma de '50 Sombras de Grey' / Cordon

Isabel Menéndez
ISABEL MENÉNDEZ

Quizá te preguntes si tener fantasías es normal o no, o te preocupe depender de ellas para alcanzar el placer. Las fantasías sexuales son normales, inofensivas y saludables en la gran mayoría de los casos. Fantasear es una capacidad humana. Y la fantasía un teatro privado que tiene argumento, tema y personajes.

Se pueden usar para evadirse, pero también para mejorar una relación.

La fantasía erótica se desarrolla en un escenario imaginario en el que la persona está presente y cumple algún deseo inconsciente más a menos deformado por procesos defensivos, que siempre funcionan. Su análisis lleva al conocimiento de ese mundo interno y psíquico que nos es desconocido, pero no por ello menos propio. De hecho, la fantasía la promueve siempre el deseo inconsciente. Y el deseo tiene su origen en el recuerdo de las vivencias de satisfacción remotas, por lo que esa recreación imaginaria tendería a encontrar de nuevo los objetos que se mantienen ligados a esas experiencias.

Juego de roles

Como los sueños, las fantasías eróticas pueden parecernos claras o confusas. Algunas nos sorprenden por no guardar ninguna correspondencia con nuestros deseos conscientes: parejas múltiples, encuentros violentos... Cuando esto sucede, nos asombramos de sentirnos excitados por situaciones que no se desean en la vida real. Pero estas ensoñaciones son la constatación de la íntima relación que existe entre la sexualidad y psiquismo.

Según la sexóloga Wendy Maltz, las fantasías sexuales son de dos tipos: las noveladas, que siguen una historia con argumento, personajes y escenario; y las no noveladas, en las que la atención se centra en las primeras impresiones sensoriales en las que se registró el placer. Las noveladas más comunes pueden agruparse en temas:

  • La doncella. Se imaginan escenas donde la mujer es el objeto pasivo de deseo. El hecho de que el otro lo haga todo le permite no avergonzarse. Esta fantasía la promueve una cultura donde se reprime el deseo sexual de la mujer.

  • La víctima. La protagonista es sexualmente pasiva, pero lo que la excita es el miedo y la humillación. En ocasiones, estas mujeres han tenido una historia de violencia sexual o han vivido en un ambiente muy represor, en el que no podido organizar psíquicamente su identidad femenina.

  • La dominadora. A la mujer le excita el control erótico. Esta escena se reproduce para vencer agravios sexuales pasados, pero se toma el papel opuesto al de la víctima.

  • La voyeur. La mujer se coloca como espectadora de una escena, lo que le permite distanciarse de su fantasía y ser pasiva sexualmente.

  • La amada. Imagina un escenario donde comparte con su pareja juegos excitantes.

En las fantasías no noveladas, las impresiones sensoriales provocan la excitación y el clímax. Son infinitas y también esconden un mensaje cifrado que tiene relación con el mundo emocional.

Qué nos pasa:

  • En nuestro mundo imaginario podemos realizar lo que la realidad externa nos niega.

  • En la fantasía no hay límites, en la realidad externa sí y hay que aceptarlos.

  • Se puede usar para aumentar el interés sexual si la relación es poco excitante, porque aumenta el deseo. Si bien es una forma de evadirnos, también puede, si sabemos utilizarla, mejorar la relación que tenemos.

Psiquismo al desnudo

Patricia tiene una fantasía que la desconcierta. Se imagina desnudándose en un bar con varios hombres mirándola hipnotizados. De ellos solo reconoce a su ex. Le desconcierta que aparezca él en lugar de su pareja actual, porque teme tener con él sentimientos que no ha podido romper. Pero como su fantasía no le molesta, sino que le da más satisfacción, deja de preocuparse.

Patricia siempre tuvo relaciones distantes con los hombres. Creía que tenía que hacer un esfuerzo para mantener su atención. Para su padre siempre se consideró "invisible". Este es el motor que promueve su fantasía, cuyo mayor placer se encuentra en la exhibición de su cuerpo. Si consigue ser mirada con deseo, se siente más segura y deja de temer un abandono. Curiosamente, la buena relación que mantiene con su pareja actual es la que le ha hecho poder expresar su deseo de que los hombres la miraran.

¿Conviene esconder nuestras fantasías? ¿Son realizables? La respuesta depende de cada uno, pero tener en cuenta las características del otro es muy importante. También hay que reflexionar sobre el hecho de que compartimos algo que proviene del inconsciente.

Qué podemos hacer:

  • En todos los casos las fantasías nos están intentando ayudar, porque siempre hablan de nuestro interior. Merecen que les prestemos atención.

  • En ocasiones, guardar en la intimidad la imaginación erótica puede reforzar el sentido de la individualidad y la libertad, pero hay otras razones para no contarlas, por ejemplo, por temor a que pierdan su poder erótico.

21 de marzo-19 de abril

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