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Penélope Cruz, Rosalía o Michelle Obama, conocemos su secreto

Admiramos a esas mujeres que van por la vida pisando fuerte y que no tienen miedo a vivir de acuerdo a sus propias reglas. Pero, por fascinante que sea, la seguridad en una misma es un camino largo y laborioso (y todo un proceso de autoconocimiento personal). ¿La buena noticia? Que está al alcance de todas.

Haz click en la imagen para descubrir las mejores frases que te subirán el autoestima./d.r.

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Ana Santos
ANA SANTOS

Pensemos en Michelle Obama, Penélope Cruz o Rosalía. Una abogada, una actriz y una cantante que han crecido en familias sin grandes recursos, que no han contado con "padrinos" que les abrieran las puertas en sus profesiones y que, sin embargo, alcanzaron el éxito muy pronto. Automáticamente, tendemos a pensar que gozan de una seguridad en sí mismas a prueba de decepciones, que confían tanto en sus posibilidades que han superado todos los obstáculos.

El filósofo estadounidense Ralph Waldo Emerson decía que "la confianza en uno mismo es el primer secreto del éxito", pero esa ecuación no resulta infalible. Que se lo pregunten al extenista Andre Agassi, que en su autobiografía Open confesó que su calvicie le provocaba tal inseguridad que perdió una final de Ronald Garros porque estaba más pendiente de que no se le cayera la peluca que del partido. O a la actriz Emma Stone, que reconoce en las entrevistas que hasta hace un par de años sufría ataques de pánico cada vez que se enfrentaba a una audición.

Una mente compleja

La confianza es un concepto mucho más complejo de lo que creemos, como comprobamos en cuanto empezamos a hacernos preguntas sobre ella. ¿Basta para triunfar en la vida? ¿Es innata o adquirida? ¿Puede aumentar con el tiempo o perderse por una jugada del destino? ¿Puede darse solo en ciertos aspectos?

Empecemos por el principio: ¿qué significa tener confianza? "No es más que una creencia, una cuestión de expectativas -afirma el psicólogo Álvaro Tejedor, fundador del gabinete Psicología y Comunicación-. Si tengo expectativas de éxito en los retos que se me presenten, confiaré en mí mismo. Y esa confianza puede ser justa, adaptada a nuestros recursos y talento, o injusta: inferior o superior a nuestras aptitudes, lo que puede provocar mucha frustración".

Tendemos a confundir autoestima y autoconfianza, dos conceptos relacionados pero diferentes. La autoestima se refiere a cómo soy o cómo me siento en mi piel. La confianza tiene que ver con nuestras capacidades, con aquello que logramos llevar a cabo

Una persona segura es más libre: basa su vida en sus propios principios.

"Cuando se habla de este tema, me gusta introducir un tercer término: el autoconcepto, que es la imagen que yo tengo de mí mismo, qué rasgos y atributos creo que me definen -explica el psicólogo-. La autoestima es la valoración afectiva que hago de mi autoconcepto, algo más emocional que racional. Y teniendo en cuenta ambos, se establece la autoconfianza: qué creo yo que va a suceder cuando me enfrente a un obstáculo".

Por tanto, una autoestima alta o baja puede potenciar o mermar la confianza pero no siempre es así. Hay personas que se tienen en buena estima, a las que el miedo paraliza cuando deben pasar a la acción. ¿Cómo se reconoce, entonces, a una persona segura? La coach Vanessa Carreño apunta tres claves: "La primera, es que se acepta tal y como es, con sus puntos fuertes y sus áreas de mejora, no se juzga ni se critica constantemente. La segunda, que cumple su palabra; que dice que va a hacer algo y lo hace, no se esconde tras excusas. Y la tercera es que es alguien resiliente, capaz de adaptarse a lo que la vida le depare".

Álvaro Tejedor añade más atributos a la lista. "Una persona segura suele ser generosa con los demás porque lo es consigo misma; es independiente, valiente ante los retos y, sobre todo, libre. Basa su autoestima, su confianza y su bienestar en sus propios valores, principios y metas".

Éxitos parciales

Pero la confianza es esquiva, y tener todas estas cualidades tampoco nos garantiza seguridad en todos los aspectos de nuestra vida. "Tenemos un concepto de nosotros mismos distinto en cada área -establece Álvaro Tejedor-. Puedes tener una inmensa autoestima y autoconfianza a nivel profesional que no se vea reflejada en el terreno social. Incluso en un mismo ámbito, por ejemplo el trabajo, puedo sentirme muy seguro como creativo y, a la vez, inseguro como orador. Pero es saludable que exista un equilibrio entre todas las áreas; si no, solo alimentaré aquellas en las que me sienta confiado y descuidaré otras".

La confianza está en nuestro ADN pero también se adquiere, como ocurre con otros rasgos de la personalidad. Los estudios apuntan a que una parte importante es innata; un porcentaje sensiblemente inferior depende de las circunstancias vitales; y el resto, más de la mitad, está en nuestras manos. "Cómo nos han educado nuestros padres, familiares o profesores, influye -dice Vanessa Carreño-. Si de niña te decían que hacías todo mal, te reñían cuando sacabas notable o te comparaban con otros niños, es probable que desarrolles miedos e inseguridad. Si, por el contrario, se te permite equivocarte y recibes cariño, creces en un ambiente que genera confianza. Pero la parte que podemos trabajar es mucho más importante. Y, según el punto en que esté cada persona, es posible hacerlo solo o se necesita la ayuda de un profesional".

¿Fracasar nos hace más fuertes?

  • "El fracaso es una buena escuela de vida. Te vuelve más humilde, empático y sensible a la complejidad humana. Inmuniza contra la arrogancia, el ego inflado y el dogmatismo", dice el filósofo francés Charles Pépin, autor de Las virtudes del fracaso (Ariel), un ensayo que habla sobre los beneficios de encajar los golpes con una sonrisa. En los países nórdicos, donde se premia la audacia, se considera que caerse y volverse a levantar nos enfrenta a nuestros miedos y potencia la confianza.

  • El mensaje es: "No hay que estar preparados para abordar un reto, sino hacerlo sin más". De hecho, en algunos países, como Estados Unidos, los fracasos se incluyen también en los currículos. En el sur tendemos a estigmatizar el fracaso.

  • "El fracaso también te puede hundir -afirma el psicólogo Álvaro Tejedor-. No son las experiencias que vivimos las que nos hacen más o menos fuertes, sino la interpretación que hacemos de esas vivencias. Si achaco un éxito o un fracaso a factores externos, no extraeré ningún aprendizaje ni saldré reforzado emocionalmente".

El camino más seguro

No nos hace más o menos fuertes lo que vivimos, sino cómo lo interpretamos.

Según los expertos, estas son algunas de las actitudes básicas para ganar autoconfianza y seguridad:

1. Ser justa y realista con una misma. Para conocerse bien hay que dedicar tiempo a analizar el camino recorrido con sus éxitos y decepciones, y buscar qué hay detrás de ellos. "Por ejemplo, para ser madre y buena profesional a la vez hace falta mucho compromiso, empatía y resiliencia. Pero para salir reforzada de ese logro es clave saber valorarlo con distancia y en su justa medida y no achacarlo a las circunstancias o al cumplimiento de un deber", explica Tejedor.

2. Ser positiva. "Es fundamental pensar que todo lo que nos pasa es porque la vida no es perfecta y que también se puede aprender de ello -dice Vanessa Carreño-. Yo hablo mucho de fluir más y resistirnos menos, de disfrutar del presente. No hay que afrontar con miedo lo que nos pasa ni el futuro". Mantén lejos a los derrotistas y los pesimistas.

3. Evitar las creencias limitantes. De quién debemos enamorarnos, cómo tenemos que vestirnos... Interpretamos nuestra realidad según unas creencias sobre nosotras mismas y el entorno. Ante una mirada ajena, una persona pensará que es atractiva, y otra, que está haciendo el ridículo. Debemos dudar de nuestras creencias porque muchas veces son castrantes, negativas y heredadas. Hay que construir unas más realistas y adaptadas a nuestros pensamientos.

4. Respetar tus necesidades. "No hace falta ser inconformistas y ambiciosos. Se puede necesitar mucho o muy poco -dice el psicólogo-. La clave está en construir una vida placentera en función de unos principios y valores reales. La autoexigencia es positiva cuando nace de la satisfacción por lo que ya tengo. Si solo pongo el foco en lo que no he logrado, es negativa y nos esclaviza",

5. Liberarse de la culpa. Por no estar pendiente de los amigos, por no cuidarse lo suficiente, por trabajar demasiado... El sentimiento de culpa y el exceso de responsabilidad están entre los mayores enemigos de la autoconfianza. Una cosa es ser responsable y comprometida y otra muy distinta, fijarnos cotas inalcanzables que minan nuestra seguridad.

6. No compararse con los demás. Ni dar mucha importancia a expectativas u opiniones ajenas. Hacerlo pone al descubierto una autoestima deficiente que nos hace perder el control porque nos medimos con los que nos rodean y priorizamos sus opiniones. "Además, nos comparamos con un ideal, no con la realidad -apunta Tejedor-. Esto afecta más a las mujeres, porque vivimos en un mundo más exigente con ellas, sobre todo en lo que se refiere a su imagen".

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