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Para muchas personas, los 50 pueden parecer un punto de inflexión en la vida sexual. Los cambios hormonales, físicos y emocionales propios de esta etapa pueden generar dudas e inseguridades, pero también traen consigo oportunidades únicas para redescubrir el placer y fortalecer la intimidad. La madurez no implica el fin del sexo, sino una evolución que, con la actitud adecuada, puede hacer que la experiencia sea más satisfactoria que nunca.
En el caso de la mujer, el sexo después de los 50 es un reto aún mayor. La sexualidad femenina ha estado históricamente rodeada de mitos y tabúes, y la madurez no es una excepción. Sin embargo, lejos de ser una etapa de declive, después de los 50 muchas mujeres encuentran un momento de redescubrimiento, libertad y disfrute. Con una mayor expectativa de vida y una transformación en las dinámicas sociales, la forma en que se viven el deseo y el placer evoluciona. Es hora de cuestionar los prejuicios y hablar abiertamente sobre la sexualidad en la madurez.
Antes de hablar de una crisis sexual a esta edad, la doctora Francisca Molero, directora del Instituto Iberoamericano de Sexología y sexóloga clínica del Centro Máxima de Barcelona, explica que «igual que en la adolescencia se experimentan transformaciones profundas que van más allá de los cambios físicos, también a los 50 se vive un momento de cambio. La madurez es una crisis evolutiva, una nueva etapa vital con cambios físicos, psicológicos y sociales. Es una transición de la adultez a la madurez, lo que implica una reconfiguración de nuestra identidad y deseos».
Si se centra este momento de cambio en la sexualidad, el sexo a partir de los 50 se suele acompañar de distintos desafíos:
• Cambios físicos: son los años de la menopausia, que conlleva una revolución hormonal que en muchos casos va a provocar alteraciones en la sexualidad femenina.
• Cambios emocionales: muchas mujeres atraviesan una etapa de introspección en la que se replantean su vida, su relación de pareja y su autoestima, lo que puede afectar la manera en que experimentan el deseo y el placer
• Cambios sociales: en torno a esta edad también suele haber cambios, como por ejemplo que los hijos crecen o se van de casa, la aparición de nuevas responsabilidades (como el cuidado de los padres mayores) o el hecho de que la pareja puede estar pasando por sus propios cambios, lo que influye en la conexión y la intimidad.
Con la llegada de la menopausia y los cambios hormonales, es normal que la sexualidad femenina experimente algunas transformaciones. Sin embargo, estos cambios no significan el fin del placer, sino la oportunidad de adaptarse y descubrir nuevas formas de disfrutar la intimidad.
La disminución de estrógenos propia de la menopausia suele provocar un descenso en la lubricación natural y sequedad vaginal, lo que puede generar molestias e incluso dolor en las relaciones sexuales. Esto no solo afecta la experiencia en sí, sino que también puede llevar a evitar el sexo. La sexóloga advierte: «Si aparecen molestias o dolor durante el sexo, muchas mujeres se retraen y esto afecta directamente a sus ganas. Si la experiencia se vuelve incómoda, el deseo disminuye aún más».
- Soluciones
• Uso de lubricantes a base de agua o silicona. Ayudan a reducir la fricción y mejorar la comodidad. «Igual que tienes las gafas de leer en la mesita de noche, también puedes tener el lubricante siempre a mano», señala Jou López.
• Hidratantes vaginales. De uso regular, no solo durante las relaciones, para mejorar la elasticidad del tejido.
• Terapia hormonal local (óvulos, cremas o anillos de estrógenos). Bajo supervisión médica, puede restaurar la hidratación y elasticidad vaginal.
• Estimulación más prolongada y juegos previos. Un mayor tiempo de excitación mejora la lubricación natural.
La falta de estrógenos también puede provocar un adelgazamiento de los tejidos vaginales, haciendo que la penetración resulte incómoda o dolorosa. Jou López, fundadora de Femme Up, startup especializada en salud femenina, recuerda que «cuanto menos se usa esta zona, más se atrofia. Del mismo modo que te cuidas la piel y pruebas cremas hidratantes para el rostro y el cuerpo, también debes aprender a cuidar la zona vulvogenital»
- Soluciones
• Ejercicios de Kegel: mejoran la circulación en la zona pélvica y mantienen la musculatura vaginal tonificada.
• Uso de dilatadores vaginales: ayudan a mantener la flexibilidad de los tejidos.
• Terapia con láser vaginal (monalisa touch, CO2 fraccionado): un tratamiento médico que estimula la regeneración del tejido vaginal.
• Terapia hormonal (si está indicada por un especialista): puede ayudar a restaurar la salud vaginal.
La sequedad, la atrofia vaginal o la tensión muscular pueden hacer que el sexo sea incómodo o incluso doloroso.
- Soluciones
• Lubricantes adecuados: reducen la fricción y mejoran la comodidad.
• Relaciones sexuales más pausadas y juegos previos más largos: permiten una mejor relajación y excitación.
• Relajación y masajes pélvicos: Ayudan a disminuir la tensión en los músculos del suelo pélvico.
• Fisioterapia del suelo pélvico: Un especialista puede tratar problemas musculares que causan dolor.
Con la edad, el suelo pélvico puede debilitarse, provocando pequeñas pérdidas de orina durante el sexo, lo que puede generar vergüenza o incomodidad.
- Soluciones
• Ejercicios de Kegel: Ayudan a fortalecer la musculatura del suelo pélvico y mejorar el control urinario.
- Evitar bebidas diuréticas antes del sexo (café, té, alcohol): para reducir el riesgo de escapes.
• Consultar a un fisioterapeuta especializado en suelo pélvico: puede ayudar con tratamientos específicos.
Pero la sexualidad no se limita a la biología. Más allá de los cambios físicos, el bienestar emocional y la actitud hacia el sexo juegan un papel clave en la experiencia. «La bajada de estrógenos afecta no solo a nivel físico con mayor sequedad vaginal y cambios atróficos, sino también a nivel mental y emocional. Estos receptores hormonales están en todo el cuerpo: en el corazón, los huesos, la piel y el cerebro. Por eso, algunas mujeres experimentan inestabilidad emocional, fatiga y variaciones en su bienestar general», expone Francisca Molero
• La importancia de la autoestima y la imagen corporal: el paso del tiempo trae consigo cambios físicos que pueden generar inseguridades, pero la madurez también brinda una relación más relajada con el propio cuerpo. Aceptar los cambios sin compararse con estándares de belleza inalcanzables es esencial para disfrutar plenamente de la sexualidad. Cultivar una actitud positiva hacia uno mismo fortalece el deseo y la confianza en la intimidad. En este sentido, la doctora Molero apunta que «las mujeres, en esta etapa, comienzan a preguntarse más sobre su propia sexualidad. Es el momento en que muchas empiezan a explorar su cuerpo y a informarse sobre cómo mejorar su salud sexual. Entienden la importancia de la estimulación y del autocuidado«.
• Contexto social y edadismo: la sexualidad en la madurez no solo está determinada por el cuerpo, sino también por la percepción que cada mujer tiene de sí misma y de su entorno. «El contexto social influye enormemente. A esta edad, muchas mujeres enfrentan el edadismo y cambios en la percepción de sí mismas. También ocurren transformaciones familiares: los hijos pueden independizarse, lo que genera una sensación de vacío, o aparece la responsabilidad de cuidar a los padres», señala la sexóloga. Estos factores pueden generar estrés, cansancio emocional y una sensación de cambio de rol que influye en el deseo sexual. Además, muchas mujeres han crecido con mensajes que asocian la sexualidad femenina a la juventud, lo que puede generar inseguridades sobre su atractivo y deseo. Cuestionar estas ideas es clave para vivir una sexualidad más libre y satisfactoria.
La disminución del deseo en esta etapa no es exclusiva de los cambios hormonales. También hay factores psicológicos y emocionales que pueden hacer que el deseo disminuya, especialmente si hay estrés, ansiedad o problemas de pareja.
Muchas veces, las mujeres están en un proceso de introspección y redescubrimiento personal. Además, si la pareja atraviesa la misma crisis evolutiva sin una comunicación abierta, puede haber un distanciamiento emocional. La sexóloga enfatiza: «La falta de deseo sexual no ocurre solo por una bajada de hormonas, sino por la suma de todos estos factores: cambios en la percepción de sí mismas, mayor cansancio, insomnio o incluso discusiones con la pareja».
Por otro lado, muchas mujeres encuentran en esta etapa una oportunidad para explorar su sexualidad desde una perspectiva más libre. «Sin la presión de la anticoncepción y con una mayor seguridad en sus preferencias y deseos, descubren que el placer no tiene edad», explica Jou López, que añade que «puede ser la mejor edad, pero tenemos que darnos permiso para disfrutar. Vale la pena trabajar este aspecto de tu vida».
• Ejercicio físico y una dieta equilibrada: mejoran la circulación y el bienestar general.
• Estimulación de la mente erótica: leer relatos eróticos, ver películas sensuales o explorar fantasías puede despertar el deseo.
• Explorar nuevas formas de placer: probar diferentes tipos de caricias, juguetes eróticos o masajes sensuales.
• Terapias hormonales (cuando están indicadas): la testosterona en dosis controladas ha demostrado mejorar la libido en algunas mujeres.
• Comunicación con la pareja: expresar necesidades y deseos mejora la conexión y el deseo.
La madurez es una oportunidad para redescubrir el placer y la sexualidad de una manera más libre y consciente. La clave, señala la doctora Molero, está en «entender los cambios físicos y emocionales, comunicarse abiertamente y explorar nuevas formas de intimidad, ya sea en pareja o en solitario. La sexualidad no desaparece con los años, sino que evoluciona y se adapta a nuestras nuevas necesidades.»
• Una etapa de redescubrimiento personal: A pesar de los desafíos, muchas mujeres en esta etapa empiezan a interesarse más por su propia sexualidad. Se informan, asisten a charlas, descubren su propio cuerpo y entienden que no necesitan una pareja para disfrutar del sexo. Empiezan a explorar el placer desde una perspectiva más libre y consciente.
• La plenitud sexual después de los 50: «Cada vez hay más estudios que indican que la intensidad y plenitud sexual pueden alcanzar su punto más alto en esta etapa. Esto se debe al conocimiento del propio cuerpo y a la disposición para descubrir nuevas sensaciones. De hecho, muchas mujeres experimentan el mejor sexo de su vida tras los 50, especialmente cuando inician nuevas relaciones».
• Redescubrir la pareja o empezar de nuevo: «El deseo puede reaparecer incluso con la misma pareja, siempre que ambos estén dispuestos a explorar y aprender. Muchas parejas acuden a consulta con pequeños problemas sexuales, como disfunción eréctil, pero lo que realmente necesitan es mejorar sus habilidades eróticas y la conexión emocional. Sin embargo, esto solo funciona si la relación está bien en otros aspectos; si hay conflictos o resentimientos, la terapia de pareja es fundamental antes de trabajar en la sexualidad.»
• Nuevos modelos de pareja: Es común que en esta etapa las relaciones cambien. Muchas mujeres optan por relaciones sin convivencia diaria, lo que les permite mantener su independencia sin renunciar a la compañía. «El modelo de pareja cada uno en su casa se ha vuelto más frecuente, ya que permite disfrutar de la relación sin las complicaciones de una convivencia constante.»
En definitiva, los cambios físicos que ocurren después de los 50 pueden influir en la vida sexual, pero con soluciones adecuadas y una actitud abierta, el placer y la intimidad pueden seguir siendo plenamente satisfactorios. Adaptarse a estos cambios, explorar nuevas formas de disfrutar la sexualidad y mantener una comunicación honesta con la pareja son claves para vivir esta etapa con plenitud.
HORÓSCOPO
Como signo de Fuego, los Sagitario son honestos, optimistas, ingeniosos, independientes y muy avetureros. Disfrutan al máximo de los viajes y de la vida al aire libre. Son deportistas por naturaleza y no les falla nunca la energía. Aunque a veces llevan su autonomía demasiado lejos y acaban resultando incosistentes, incrontrolables y un poco egoístas.