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Eleni Myrivili se define como friolera. Disfruta del calor, le gusta el verano y, sin embargo, se ha convertido en una de las principales voces globales alertando sobre su impacto letal. «A mí me encanta estar en el calor. Hasta yo me olvido a veces de que puede ser bastante peligroso», confiesa. Esa contradicción resume bien uno de los grandes retos a los que se enfrenta como jefa global de calor de la ONU y el Consejo Atlántico: la percepción social errónea de un fenómeno que ya causa más muertes que cualquier otro desastre climático. «Muchas personas creen que no hace falta protegerse porque están acostumbradas. No entienden lo peligroso que puede ser. Y eso lo hace aún más traicionero», explica.
En su participación en Santander WomenNOW, el congreso de liderazgo femenino organizado por Mujerhoy y Vocento, Eleni Myrivili ha mantenido una conversación con el periodista Manu Piñón en la que ha abordado el reto del calor extremo como una amenaza urgente del presente urbano; un desafío donde se cruzan ciencia, desigualdad y diseño urbano. «El calor ha sido un asesino silencioso. No se ve, pero mata», ha explicado con contundencia. «Es como un fantasma que ataca a las poblaciones más vulnerables de nuestras ciudades».
Antes de convertirse en la primera jefa global de calor de Naciones Unidas, Myrivili fue vicealcaldesa de Atenas y jefa de resiliencia urbana bajo el mandato del alcalde Giorgos Kaminis. Cuando cambió el regidor y asumió el cargo Kostas Bakoyannis, del centro derecha, Myrivili estaba en Washington trabajando para el Consejo Atlántico. Fue entonces cuando recibió la llamada para convertirse en responsable de la lucha contra el calentamiento en la ciudad. Apenas aterrizó en Atenas en el verano de 2021, la ciudad sufrió una de las peores olas de calor de su historia reciente. «En ese momento, nadie hablaba del calor como un problema. Yo insistía, hacía ruido, me enfadaba. Tenía claro que era urgente abordarlo», ha dicho. Desde su cargo en el ayuntamiento de Atenas, lideró el Plan de Resiliencia de la ciudad, con el que logró movilizar 55 millones de euros en financiación internacional.
Para Eleni Myrivili, las políticas climáticas no pueden seguir ancladas a marcos ideológicos. «Necesitamos líderes que comprendan que la dignidad humana y los recursos naturales van de la mano. La degradación ambiental y la violencia están conectadas. Lo hemos visto en gobiernos de derechas y de izquierdas que siguen priorizando el beneficio inmediato sobre lo esencial», ha dicho en la conversación que ha cerrado la sesión matutina del summit. Su mensaje es directo: «No podemos seguir pensando que lo que hacemos localmente no tiene impacto global. Esta crisis exige una mirada holística. Cuidar el planeta y proteger a las personas deben ir unidos. Es una cuestión básica, transversal. No de siglas, sino de supervivencia.»
Frente a la imagen del cambio climático como un fenómeno global e inabarcable, Myrivili insiste en que muchas de las soluciones comienzan en el ámbito doméstico. «Necesitamos que los grandes contaminadores reduzcan sus emisiones. Pero también necesitamos infraestructuras preparadas, barrios resilientes, espacios públicos habitables. Y eso se construye desde lo local». La clave, dice, es integrar lo local y lo global. «De poco sirve adaptar una ciudad si seguimos quemando combustibles fósiles sin freno».
Eleni Myrivili ocupa su actual cargo en la ONU desde 2023 y, aunque evita hablar de sí misma como pionera, reconoce que la percepción del calor extremo ha cambiado radicalmente. «En los últimos tres años hemos vivido olas de calor brutales. Sequías, incendios, inundaciones. Eso ha cambiado la conversación pública y política.» Lo ha ilustrado con un ejemplo: el año pasado, el secretario general de Naciones Unidas lanzó una llamada global contra el calor extremo. Por primera vez, varias agencias de la ONU, gobiernos, bancos y empresas unieron esfuerzos para afrontar el problema. «Un caso paradigmático es la India: han nombrado ya 250 jefes de calor como yo. La mayoría mujeres. Y se espera que a final de año sean 700».
El periodista Manu Piñón ha preguntado si hay una forma femenina de afrontar la crisis climática. Myrivili contestaba con matices, pero con claridad. «Las mujeres suelen estar más expuestas. En muchas partes del mundo, cuando hay sequía o falta comida, son ellas las que tienen que recorrer más distancia, las que alimentan a sus hijos, las que se deshidratan antes. Y, además, muchas son gestoras directas de tierras o recursos naturales». Opina la experta que esto hace que las mujeres busquen soluciones desde un enfoque más integrado. Durante una visita reciente a un asentamiento informal en India, se encontró con que todas las líderes comunitarias eran mujeres. «Se ocupaban de los enfermos, organizaban huertas, creaban sombra. Eran las que pensaban cómo resistir». Otro ejemplo de liderazgo femenino que ha resonado con fuerza en Santander WomenNOW.
Consolidado como el congreso sobre liderazgo femenino más importante de Europa, Santander WomenNOW es un summit internacional anual por el que ya han pasado más de 200 ponentes de referencia y que ha superado los tres millones de reproducciones de sus conferencias, entrevistas y mesas redondas.
En su séptima edición, el foro cuenta con el apoyo de Banco Santander como Global Partner y el patrocinio de Iberia, L'Oréal Paris, Moeve, Roberto Verino, Evolus, Multiópticas, Bodegas José Pariente y CUNEF.
El congreso, celebrado en el auditorio El Beatriz de Madrid, se retransmite en directo a través de streaming en mujerhoy.com y en todos los diarios del grupo Vocento, incluidos abc.es, elcorreo.com, diariovasco.com, diariosur.es y lasprovincias.es. Las intervenciones también pueden seguirse en diferido en congreso.womennow.es.
HORÓSCOPO
Como signo de Fuego, los Sagitario son honestos, optimistas, ingeniosos, independientes y muy avetureros. Disfrutan al máximo de los viajes y de la vida al aire libre. Son deportistas por naturaleza y no les falla nunca la energía. Aunque a veces llevan su autonomía demasiado lejos y acaban resultando incosistentes, incrontrolables y un poco egoístas.