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Amy Schumer, el arte de ser una sinvergüenza

Es políticamente incorrecta y brutalmente honesta. A menudo, puede resultar incluso soez. Y ese ha sido, precisamente, el secreto del éxito de la cómica más irreverente y transgresora de Hollywood. Ahora, ella misma cuenta su historia en unas memorias.

La actriz Amy Schumer

IXONE DÍAZ LANDALUCE

Los 'flashes' enloquecieron cuando Kanye West y Kim Kardashian pisaron la alfombra roja. La revista 'Time' reconocía a las 100 personas más influyentes del planeta con una fiesta en Nueva York. El momento era perfecto. Y Amy Schumer no lo desaprovechó. Se tiró –en un fingido tropiezo– a los pies de la pareja más mediática de EE.UU. y empezó a arrastrase por la alfombra roja ante la incredulidad y las risas de los presentes.

La foto –en la que West le miraba con desprecio y Kardashian, con indiferencia– inundó internet en abril de 2015. Entonces, Schumer todavía era una actriz relativamente desconocida, pero estaba a punto de estrenar la cinta que le puso en el mapa, 'Y de repente tú', y de convertirse en lo que es hoy: la cómica más irreverente y transgresora de Hollywood.

"Ahora mismo debo pesar unos 72 kilos y te aseguro que puedo cazar un pene cuando quiera", dijo durante una entrega de premios en 2015 provocando la carcajada general y acaparando titulares. Schumer, obviamente, no tiene problemas de autoimagen y reivindica un físico que no cumple con los raquíticos cánones de belleza.

"Siempre me he tenido por una chica bastante atractiva. Supongo que tengo que agradecérselo a mi madre. Crecí pensando que era preciosa porque ella estaba muy comprometida con esta idea", ha dicho. De hecho, no tiene reparos en posar desnuda. Lo hizo para Annie Leibovitz en el calendario Pirelli. "Hermosa, asquerosa, fuerte, delgada, gorda, bonita, fea, atractiva, desagradable, perfecta, mujer. Gracias", tuiteó junto a la imagen.

Era su manera de reivindicar la belleza natural que no suele ocupar las páginas de las revistas de moda. Ni los fotogramas de las películas de Hollywood. Y no es que Schumer no se cuide: practica la meditación trascendental, asiste a sesiones semanales de acupuntura, no prueba la cafeína y hace ejercicio. Pero, en cambio, no le interesa la moda, por mucho que haya sido portada de Vogue o que fuera una de las invitadas de la gala del MET, que después calificó de "farsa en la que todo el mundo va vestido como un idiota".

Su escuela del humor

Ahora, Schumer acaba de publicar sus memorias, 'The girl with the lower back tattoo', basadas en los diarios que empezó a escribir cuando era adolescente. En 2014, canceló un contrato literario que le prometía un anticipo de un millón de dólares para, un año después, firmar otro que le garantizaba un pago previo de entre ocho y diez millones. A cambio de semejante cheque, cuenta anécdotas divertidas, pero también historias tristes y miserias…

Schumer creció en un entorno acomodado: su padre vendía mobiliario infantil de lujo en Nueva York y la familia vivía en el opulento Upper East Side de Manhattan. Pero cuando el negocio dejó de funcionar, la familia se mudó a Long Island. Poco después, sus padres decidieron separarse. No fue un divorcio sencillo. Apenas tres años antes, su padre había sido diagnosticado de esclerosis múltiple. Y mientras él empezaba a lidiar con la enfermedad, su madre le confesó a Schumer que estaba viviendo una aventura con el padre de su mejor amiga. De hecho, ella fue la primera en saberlo. "Yo era una niña y mi madre me estaba tratando como una psiquiatra experimentada", escribe en sus memorias dejando claro que su relación con ella es compleja y frágil.

De alguna manera, aquel drama familiar se convirtió en una escuela de la comedia para ella. "Ya era graciosa antes de todas esas las cosas malas, pero más tarde ser graciosa se convirtió en mi mecanismo de defensa. Nuestra casa era como un cuartel militar de la comedia las 24 horas. Es como un superpoder que desarrollé por razones muy tristes".

Además, Schumer tenía imaginación. "A mis hermanos les gustaba interpretar personajes que ya existían, como Blancanieves, pero yo prefería inventármelos. Uno de mis favoritos era Madame Lavitchky, una pitonisa. Me ponía un turbante en la cabeza, colocaba un florero boca abajo sobre una mesa y le leía el futuro a todo el mundo", ha contado.

En el instituto, siguió "engrosando el currículum": sus compañeros la escogieron como "payasa de la clase" y "peor pesadilla de la profesora". Decidió estudiar teatro y con el título universitario bajo el brazo, volvió a Nueva York. Como cualquier aspirante a actriz, trabajó como camarera para pagar las facturas y con 22 años empezó a hacer monólogos en uno de los clubes de la ciudad.

Su trampolín fue un talent para monologuistas. No ganó, pero el escaparate le sirvió para ir encadenando pequeños papeles en comedias como '30 Rock', 'Curb your enthusiasm' y 'Girls' y meter la patita en el canal especializado de tele Comedy Central. Poco a poco, Schumer fue modelando su sentido del humor.

El sexo era la piedra angular de la mayoría de sus monólogos. Y no hablaba en tercera persona, sino sobre sus propias –y surrealistas– experiencias con el sexo opuesto. Su sinceridad era tan brutal que para algunos resultaba abrumadora: utilizaba descripciones demasiado gráficas, hacía trizas los tabús, se reía de sus propios defectos y de sus borracheras, pero también censuraba el machismo y la doble moral. No es que Schumer sea una feminista confesa –que lo es–, sino que es una activista en toda regla que utiliza el humor para combatir la desigualdad.

Y en 2015, la comedia Y de repente tú, cuyo guión se encargó de escribir, le convirtió en una estrella. Schumer interpretaba a una periodista de vida sexual agitada, con poco ojo para escoger pareja, un hígado maltrecho de tantas copas y tantas noches de juerga y una relación tortuosa con su padre, enfermo de esclerosis múltiple. No es que estuviera basada en su vida, es que era su vida, al menos "al 48 por ciento", como ha explicado.

Las dos caras del amor

Sus memorias, desde luego, dan cuenta de una vida sexual ajetreada. "Hasta la fecha, me he acostado con 28 personas. No puedo recordar todos sus nombres, pero recuerdo los motes que les puse –tercera bola, pitbull, primo Steve…–", escribe. Pero no todas sus experiencias sexuales han sido buenas. La primera, en concreto, fue traumática. Tenía 17 años cuando perdió la virginidad con su novio del instituto. "Sin preguntarme, sin besarme, sin mirarme siquiera a los ojos o comprobar si estaba despierta", cuenta sobre su primera vez. Schumer le perdonó.

Hasta la fecha me he acostado con 28 personas. No puedo recordar todos sus nombres"

Años más tarde, viviría la etapa más oscura de su vida. Schumer confiesa haber sido víctima de la violencia física y psicológica por parte de su ex. "Pensaba que nadie me querría tanto como él. Pensaba que estaba tan loco por mí como yo por él y que si conseguía no enfadarle, estaríamos bien. Realmente pensaba que me quería. Y yo le quería a él", dice sobre la relación que mantuvo con un hombre al que llama Dan.

"Empecé a confundir su odio y sus agresiones con pasión y amor. Empecé a pensar que el amor de verdad era eso. Cuanto más te gritas, más te quieres. Pensaba que cuanto más agresiva y más humillante era nuestra relación, mejor nos entendíamos". Hasta que las agresiones fueron subiendo de tono y Schumer empezó a temer por su integridad física. Una noche, Dan cruzó la línea. "Le estaba suplicando que parara y entonces él cogió un cuchillo de carnicero del cajón… En ese momento sentí que iba a matarme".

Después de aquella noche, Schumer puso fin a la relación, volvió a Nueva York y se curó las heridas. Ahora, mucho después de aquel infierno, está enamorada. Se llama Ben Hanisch, tiene 29 años y es diseñador de muebles.

Su séquito

Se conocieron a través de una aplicación de citas. "Estar enamorada es algo terrorífico. Quieres llorar y gritar a la vez. Cada vez que nos despedimos, pienso: ‘Esta ha sido una buena última semana’. O me digo a mí misma que nada de esto es real, que me va a dejar y me dirá que nunca me ha querido. Tiene que ser agotador salir conmigo…", explica. Harnish aparte, Schumer pasa casi todo su tiempo con su hermana Kim Caramel. Son inseparables. De hecho, Caramel es guionista y productora de su serie. Schumer se empeñó en contratarla y ella tuvo que renunciar a un trabajo de psicóloga en Chicago y mudarse a Nueva York. Su hermano, Jason Stein, también forma parte de su séquito y acompaña a Amy con su banda de jazz en sus giras de monólogos.

A sus 35 años ha rechazado proposiciones tan apetitosas como presentar el 'late night' 'The Daily show'. Tenía la agenda repleta: aparte de su serie, Inside Amy Schumer, la publicación de sus memorias y una gira mundial de monólogos, acaba de terminar de rodar una comedia con Goldie Hawn, está preparando otra con Jennifer Lawrence y debutará en un drama en 'Thank you for your service'. Mientras se ha convertido en una activista contra el uso de armas después de que en 2015 un tiroteo durante la proyección de 'Y de repente tú' en Louisiana dejara dos víctimas. Por todo, la revista Time la distinguió, en aquella gala en la que ella se arrastró, entre las 100 personas más influyentes del planeta. Un expediente brillante para una sinvergüenza profesional.

21 de marzo-19 de abril

Aries

Como elemento de Fuego, los Aries son apasionados y aventureros. Su energía arrastra a todos a su alrededor y son capaces de levantar los ánimos a cualquiear. Se sienten empoderados y son expertos en resolver problemas. Pero son impulsivos e impacientes. Y ese exceso de seguridad en sí mismos les hace creer que siempre tienen la razón. Ver más

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