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Britney Spears, furiosa con la película sobre su vida

El 18 de febrero una cadena de televisión norteamericana estrena ‘Britney Ever After’, un relato sobre los años más oscuros de Spears que ha generado una gran expectación y la reacción furibunda de la cantante.

La cantante Britney Spears en los MTV Awards. / gtres

HUGO DE LUCAS

De nuevo el escándalo. Otra vez sus miserias aireadas, avivando los recuerdos de un pasado doloroso. Dos horas de televisión para volver a ver a la niña enferma de fama que acaparó la atención del público. "Britney Spears no va a contribuir de ninguna manera al biopic de Lifetime y no está de acuerdo con su realización", aseguró su representante a la revista US Weekly.

Los periodistas que la conocen fueron más allá: la cantante está furiosa. No comprende por qué ahora, cuando su carrera y su vida por fin cumplen con las expectativas que muchos tenían para ella, otros se empeñan en hacerla daño.

En realidad, solo se trata de negocios. Los responsables de la cadena Lifetime entendieron la repercusión que podría tener una primera película sobre Britney, aunque se distribuyera solo por televisión, y antes de iniciar el rodaje comenzaron una campaña de marketing que ha tenido una respuesta mejor de la esperada. Hace unos días lanzaron a las redes el tráiler de 'Britney Ever After' y ya lo han descargado varios millones de personas. Su estreno, el 18 de febrero, promete ser todo un acontecimiento.

La otra Britney Spears

Natasha Bassett es la actriz que ha intentado dar credibilidad a un papel que se alimenta de los aspectos más sórdidos de la historia: "Meterse en su piel fue traumático porque tuve que experimentar lo que ella vivió. Ser Britney no es fácil –declaraba a 'The New York Times'–. Ha sido perseguida toda su vida por los paparazzi, ha sido criticada constantemente y está siempre bajo la lupa de la opinión pública. Me sorprende lo fuerte que es".

Su admiración suena a desagravio y tergiversa la verdad: el ídolo musical siempre tuvo los pies de barro, aunque tal vez esa sea la condición natural de cualquier adolescente (Macaulay Culkin, Lindsay Lohan…) que intenta sobrevivir a una avalancha de éxito.

Ella se aferró a su imagen de artista inocente, hija modelo y novia célibe mientras pudo. No duró mucho. Justin Timberlake la acompañó en esa transición de niña a mujer a través de un romance apasionado que le descubrió el sexo –a los 21 años– y que acabó en una ruptura llena de resentimiento. "A veces uno cree que ha encontrado a la persona adecuada, pero un día descubre que solo es una zorra cualquiera", declaró Justin.

De pronto tomó forma una nueva Britney, sensual y desinhibida, que algunos interpretaron como un cambio de imagen comercial pero que ella hizo propia en sus madrugadas de juergas. Britney Ever After encuentra a partir de ahí lo esencial de su relato, un descenso a los infiernos que empieza a ser visible en 2004, cuando una fiesta loca en Las Vegas junto a Jason Alexander, un amigo de la infancia, termina en boda. 55 horas más tarde logró la nulidad aduciendo que las drogas le habían impedido ser consciente de sus actos.

Aquel primer escándalo la asustó. Sus padres intentaron hacerle comprender que había ido demasiado lejos. Tenía que volver a ser la Britney de antes. Como declaró un amigo a la web TMZ, no se le ocurrió mejor manera de hacerlo que formar una familia.

Su matrimonio con el bailarín Kevin Federline, solo ocho meses después de aquella noche, fue la manera equivocada de poner orden en su vida, sobre todo porque no supuso renunciar a las adicciones. Los dos hijos que tuvieron, Sean Preston y Jayden James, fueron su única alegría en los dos años que permaneció junto a Federline, y también la prueba definitiva de su inestabilidad. En 2007 un juez puso fin a su divorcio retirando a Britney la custodia de sus hijos "por el habitual, frecuente y continuo uso de sustancias prohibidas y alcohol".

Nada genera tanta carnaza como el drama de una estrella. Las imágenes en las que se la veía rapándose la cabeza, persiguiendo con un paraguas a un reportero o perdida al intentar seguir el 'playback' durante una actuación la convirtieron en una sátira que auguraba un mal final. Tras un intento de suicidio, fue ingresada en el ala de psiquiatría del UCLA Medical Center de Los Ángeles (2008). Después, se apartó de todo arropada por su familia. El padre logró que un tribunal le otorgara la tutoría provisional sobre su hija.

La redención de la artista

La mayor motivación de la cantante para empezar de cero fue recuperar a sus hijos. Tardó meses en lograr que le permitieran visitarlos. El trabajo, mientras, fue su mejor terapia. Debía recomponer su carrera y lo apostó todo en su séptimo álbum, 'Circus'.

Sus seguidores creyeron en la redención. También la crítica. "Comprendo que si haces algo mal te castiguen, pero llevo pagando por ello mucho tiempo. Creo que ya he aprendido la lección", proclamó en una entrevista. La película de Lifetime concluye en este punto con la feliz moraleja de las segundas oportunidades, pero de esa forma obvia el verdadero alcance de esta resurrección de oro.

En 2013 firmó un contrato de 30 millones de dólares para ofrecer 100 actuaciones en Las Vegas, acuerdo que acaba de renovar. Hace dos años lanzó su propia línea de lencería y perfumes, 'The Intimate Britney Spears', solo el primer paso para explotar su marca comercial. En 2015 la revista 'Forbes' publicó que era la sexta mujer con más ingresos en el mundo de la música.

Ahora pretende convertirse en un referente del ejercicio y la dieta sana, como habrán comprobado quienes siguen su cuenta de Instagram. Aunque el mayor logro de Britney ha sido recuperar la custodia de sus hijos. Ya solo necesita una pareja duradera para, a sus 35 años, parecerse a la mujer que siempre quiso ser. No será porque no lo intenta. Su último proyecto sentimental es un modelo de 22 años llamado Sam Asghari, con el que se rumorea ya ha vivido su primera crisis. Posiblemente, también necesite reinventarse en el amor.

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