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La emoción, el mejor motor para aprender

La neurociencia confirma que todo aquello que se ama (o emociona) se graba a fuego en la mente.

Observar el entorno, una herramienta util para aprender jugando. / ARCHIVO

Joaquina Dueñas
JOAQUINA DUEÑAS

No es algo nuevo, sin embargo parece que el sistema educativo no lo tiene en cuenta. La emoción es el auténtico motor del aprendizaje y no se trata de una creencia o de una percepción, sino de una constatación respaldada por la neurociencia. El conocimiento de cómo funciona el cerebro puede ayudar a mejorar la educación de los niños, favoreciendo la motivación de los pequeños, muchos de los cuales viven el colegio como una obligación poco atractiva.

Bien es cierto que han quedado atrás dinámicas como aquella tediosa lista de los Reyes Godos que muchos de los nacidos en los 50 son aún capaces de recitar de forma mecánica; Ataúlfo, Sigerico, Walia, Teodoredo, Turismundo, Teodorico… Algo que convertía la asignatura de historia en un compendio de nombres y fechas. Sin embargo, los niños siguen aprendiendo conceptos abstractos en un entorno controlado, rodeados de paredes.

El juego es una de las herramientas más útiles del aprendizaje

Según Francisco Mora, doctor en Medicina por la Universidad de Granada, doctor en Neurociencia por la Universidad de Oxford, catedrático de Fisiología Humana de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid y catedrático adscrito del departamento de Fisiología Molecular y Biofísica de la Universidad de Iowa en Estados Unidos, sólo se puede aprender aquello que se ama. A su juicio, entender el funcionamiento del cerebro hace que mejore la educación y las investigaciones demuestran que sólo se puede aprender aquello que genera emoción. De ahí que, tal como se observa en los niños desde sus primeros meses de vida, el juego sea una de las herramientas más útiles en el aprendizaje.

Así, hasta que la neuroeducación cobre protagonismo y se convierta en eje de los programas educativos, las asociaciones de padres o los progenitores de forma individual pueden facilitar que sus hijos aprendan los conceptos que estudian en el colegio aportando una pizca de diversión al temario.

Ortografía: descubriendo la clave

Normalmente la ortografía se estudia dando a los niños una regla general, a saber "todos los verbos terminados en –ger, -gir se escriben con g, excepto tejer y crujir" o "llevan tilde todas las palabras llanas que no terminan en –n, -s o vocal". Luego llega el momento de hacer varios ejercicios con diferente vocabulario para completar el aprendizaje mediante dictados.

Si ellos descubren las reglas para escribir bien, nunca las olvidarán

La propuesta para despertar la curiosidad de los menores es empezar por el final, haciendo un dictado y, tras corregirlo, ofrecer pistas a los niños para que sean ellos los que descubran cuál es la norma general que rige en cada caso. Para ello se pueden utilizar los ejercicios con vocabulario, así, hasta llegar a la regla general cuyo descubrimiento hará que los niños la memoricen con mayor facilidad.

Las preguntas: Observando el entorno

Muchos de los conceptos que estudian los niños en la antigua asignatura de conocimiento del medio, ahora dividida en naturales y sociales, tienen que ver con aspectos de la vida cotidiana. Por eso, preguntar a los niños para que ellos busquen la respuesta en su entorno es uno de los mejores ejercicios que se pueden hacer.

Un ejemplo es el clima y los instrumentos que se utilizan en meteorología. "¿Qué tiempo hace en tu ciudad?". Y para eso, qué mejor que observar cada día el tiempo que hace y llevar un diario con la temperatura, la dirección del viento y otros datos de interés que hará que cuando llegue el momento de estudiar el clima podrán explicar los rasgos generales del tiempo de su ciudad y entender con más facilidad cómo y por qué el clima en otras partes del país o del mundo es diferente. Además, aprenderán cómo funcionan instrumentos como el pluviómetro o el anemómetro de forma práctica.

Regletas y geoplanos: jugando con las matemáticas

Se presenta como una de las asignaturas más áridas y complejas. Sin embargo, aquellos a los que les gusta, no es que tengan interés por las matemáticas, es que las viven con pasión. Poder jugar con las matemáticas hace que los niños las asimilen de forma divertida y atractiva, logrando cambiar la actitud ante esta temida asignatura para siempre. Un ejemplo son las regletas de Cuisenaire que si bien es fácil encontrarlas en la etapa de infantil, suelen desaparecer en primaria. Lo cierto es que son útiles tanto en primaria como en secundaria, pues ayudan a convertir conceptos abstractos en estructuras concretas y fáciles de utilizar, algo que se logra también con los geoplanos.

Esto son sólo algunos ejemplos para favorecer la emoción y la diversión en la educación de los niños. Pero hay muchos más, que pueden inventarse dejando volar la imaginación y que sin duda ayudarán a que los niños adquieran conocimientos casi sin darse cuenta.

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