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La revolución de las solteras

Ni tienen pareja, ni la necesitan. Son muchas, cada vez más y no se sienten bichos raros, solo mujeres que escriben sus propias reglas y reivindican su independencia y su felicidad.

Estilista: Laticia Riestra. Asistente de estilismo: María Luque Miura.Maquillaje y peluquería: José Luis Ruzafa (Talents) para M·A·C y Ghd. Olga Holovanova (NYC) para Art Lab Aveda. Natalia lleva top de Stella McCartney, falda de Intropia y pulsera de Market Place. Marta con top de Intropia, americana de Vicedomini, pantalón de Yerse, colgante de Market Place y pulsera de Thomas Sabo. Beatriz lleva top de Samsoe Samsoe para Cool the Sack, falda de Esprit, pulsera de Schield. Josi con top de Intropia, falda de Samsoe Samsoe para Cool the Sack, cazadora de Levi’s, cinturón de Dsquared2, anillos de Sierpe y Becerril y pulsera de Schield. Elivira lleva camiseta de Reformation, pantalón de Stella McCartney, anillo y colgantes de Market Place y pendientes de Thomas Sabo. / Federico Reparaz

A. SANTOS Madrid

Si las cinco chicas que aparecen en este reportaje hubieran nacido en China serían unas shengnu. Algo así como “mujeres sobrantes”, término que se utiliza en para referirse a las mayores de 25 años, con alto nivel educativo y trabajo estable que tienen la “desgracia” de permanecer solteras. Pero, afortu- nadamente, son españolas y no se sienten víctimas de ninguna maldición. Más bien todo lo contrario.

Beatriz, Elvira, Josi, Marta y Natalia están entre los 25 y los 42 años, no tienen pareja, son independientes en todos los sentidos y se declaran felices. Forman parte de un colectivo, el de los singles, que va en aumento. En nuestro país y en todo el primer mundo. Eso es lo que afirma Rafael Santandreu, psicólogo, autor de libros como El arte de no amargarse la vida (Oniro) y Ser feliz en Alaska (Grijalbo) y solitario militante. “Las estadísticas de solteros y casados están casi al 50%. Y si a los singles que rondan los 40 les unes los separados y divorciados, superan a los que viven en pareja. Y en 20 años serán muchos más”.

Desean tener tiempo para el disfrute personal y dreen que la pareja les exige demasiado.

Pero, ¿por qué es una tendencia que va camino de convertirse en una plaga? Esta es la pregunta del millón. Santandreu enumera de carrerilla varias razones: “Primero, ha caído en picado el mandato de que la mujer no casada es un gran fracaso. Su libertad económica y moral ha cambiado el decorado. También se va esfumando la idea de que las relaciones son para toda la vida porque, realmente, el ser humano no está diseñado para pasar toda su existencia con la misma persona. Y el matrimonio ya no es tan idílico como parece; nos lo han vendido como las puertas de la felicidad desde todos los ámbitos, pero ya no cuela. No solo no sabemos convivir en pareja sino que, además, nos hemos dado cuenta de que no la necesitamos”.

Para rematar, se atreve con un símil gastronómico. “El índice de rupturas entre los matrimonios que llevan 10 años juntos es del 50%. Y eso sin contar los que no se separan porque no pueden o no se atreven. Si estuviéramos hablando de un restaurante, ¿quién querría entrar en uno con un porcentaje tan bajo de éxito?”.

Natalia Tresgalo, endodoncista, 42 años.  / Federico Reparaz

Soy muy independiente y me llena la vida que llevo. Nunca me he sentido presionada y, aunque hubo un tiempo en el que me agobié por la maternidad y me planteé tener un hijo sola, ya he aparcado esa idea

Natalia Tresgalo

Natalia Tresgalo, endodoncista cántabra de 42 años, lo resume en una frase: “Te tiene que compensar mucho”. Ella, que acumula varias experiencias sentimentales y una larga convivencia, reconoce que le encantaría encontrar una pareja estable pero sabe que no va a ser fácil. “Estoy tan bien como estoy que no sé si llegará una persona que me merezca la pena. Soy muy independiente y tengo mucha actividad social; me llena la vida que llevo. Nunca he sentido presión por parte de mi familia o de mi entorno, y aunque hubo un tiempo en el que me agobié por la maternidad y me planteé tener un hijo sola, ya he aparcado la idea”.

Beatriz Fernández, arquitecto técnico de Lanzarote, tiene solo 25 años pero habla claro. “Ni tenemos paciencia ni somos tolerantes. La pareja tiene mucho de renunciay creo que hoy no estamos tan dispuestos. Tengo muchas aspiraciones personales y laborales antes de formalizar una relación”.

Teresa Martín y Teresa Castro, investigadoras del departamento de población del CSIC y partícipes del proyecto El rol de los hombres en la dinámica familiar desde una perspectiva internacional, aluden a estas inquietudes profesionales como una de las causas de la falta de compromiso.

Marta R. Moro, química, 38 años. / Federico Reparaz

Nosotras mismas no nos percibimos como bichos raros. Incluso diría que damos cierta envidia a muchas casadas. Si llegara un hombre, fenomenal, pero ni lo necesito, ni lo busco. Mi madre me dice: “¡Tú sí que sabes!”

Marta Moro

“Hoy, las jóvenes tienden a estudiar más años (un 48% son universitarias, frente al 36% de los hombres) y se independizan e incorporan al mercado laboral más tarde. Además, los elevados índices de desempleo y las dificultades para encontrar un trabajo estable agravan la situación. Las aspiraciones laborales femeninas han cambiando drásticamente en nuestro país; el trabajo ha pasado de ser un obstáculo a ser un requisito para plantearse formar una familia –argumentan–. Si no se abordan con éxito estas cuestiones y no se logra más implicación de los hombres en la vida familiar, cabe esperar que un gran número de mujeres los sigan considerando una amenaza para sus aspiraciones”.

Llegados a este punto, toca hablar de los hombres. ¿Es cierto que en su mayoría son unos inmaduros que huyen del compromiso como de la peste o se trata del enésimo mito sobre la guerra de sexos? Según la experiencia de Josi Cortés, madrileña de 37 años y propietaria de una agencia de comunicación cultural, es una realidad.

“Cuando son jóvenes porque son jóvenes y están en otra onda, y cuando son mayores lo más probable es que hayan vivido malas experiencias o tengan hijos y quieran disfrutar de una segunda juventud: salir con amigos, tontear con todas... Las mujeres, aunque digamos que no queremos comprometernos, estamos más abiertas a que nos pasen cosas. Incluso las muchísimas que utilizan aplicaciones para ligar, tipo Tinder, y creen estar por encima de estas cosas. Pero ellos te dejan claro desde el minuto uno que no quieren atarse”.

Beatriz Fernández Carrasco, arquitecto técnico, 25 años. / Federico Reparaz

La pareja tiene mucho de renuncia y no estamos dispuestas. Además, todavía tengo muchas aspiraciones personales ylaborales antes de formalizar una relación

Beatriz Fernández Carrasco

Rafael Santandreu pone en duda la hipótesis del “Peter Pan” pero deja caer un elocuente “los hombres son lo que son”. Kay S. Hymowitz, escritora y colaboradora del Wall Street Journal, mantiene en su libro Manning Up: How the Rise of Women Has Turned Men into Boys (cómo el éxito de las mujeres ha convertido a los hombres en niños) que cuando las mujeres se quejan de que no hay hombres disponibles, lo que en realidad quieren decir es que son inmaduros y nada fiables. “Y no es de extrañar. Los modelos masculinos son juveniles e inconsistentes

–afirma Hymowitz–. Piensa en estrellas como Adam Sandler o en las películas de Judd Apatow. Muchos no saben cómo tratar a las mujeres y sospechan que ya no son imprescindibles en la vida familiar. Sin el mapa de ruta tradicional, sin reloj biológico que les avise de que es hora de crecer y sin recursos financieros para establecerse, se quedan en un limbo adolescente y asumen que el matrimonio puede esperar hasta los 40. Mientras, ellas persiguen el éxito profesional y buscan infructuosamente con quién compartirlo. Este desajuste entre los géneros amenaza el futuro de la familia”.

Constata este abismo, una encuesta realizada en 2014 por la financiera Cofidis y la empresa de estudios de mercado Gkf entre 1.547 españoles, que refleja que un 53% de las solteras estaría ilusionada con irse a vivir en pareja, mientras que solo un 19% de los solteros sería de la misma opinión.

Josi Cortés, Propietaria de una agencia de comunicación, 38 años. / Federico Reparaz

Las mujeres, hasta las que usan apps para ligar, estamos más abiertas a que nos pasen cosas. Ellos te dejan claro desde el minuto uno que no quieren atarse a nadie

Josi Cortés

¿Tal vez las mujeres seamos demasiado exigentes? La madrileña Elvira González Duzqueta, enfermera de 28 años, ha tenido malas experiencias sentimentales pero se define como “una mujer superpositiva que cree en el amor pero vive al día”. Y no lo ve así. “No pienso que el problema sea que busquemos al hombre perfecto. Simplemente nos cuesta renunciar a esa sensación maravillosa de poder hacer lo que te dé la gana. De hecho, aunque mi idea de la pareja sea apetecible, a menudo la realidad me dice que no. Vivo sola, soy hija única y no me aburro jamás. Estar soltera está muy bien; quizá la pareja esté sobrevalorada”.

La filósofa y terapeuta Silvia Díez, coautora del libro A solas, la aventura de vivir, (Luciérnaga) junto a Araceli Gutiérrez, cree que las mujeres, más que exigentes con el sexo opuesto, lo somos con nosotras mismas y nuestras expectativas.

“Buscamos más libertad, queremos ser felices por encima de todo, y en esa búsqueda la pareja estable es solo una opción más. Deseamos tiempo para el disfrute personal y la pareja exige demasiado; de hecho, puede ser un problema más que una fuente de felicidad. Además, anhelamos emociones fuertes, también en el terreno sexual, pero la convivencia tiene otro ritmo y nos cansamos. Por eso, a partir de la treintena, muchas que lo han intentado deciden apostar por su propio proyecto vital y asentarse en la soltería. Tal vez cuando seamos viejecitas echemos de menos un compañero”.

Hace tiempo que las solteronas dieron paso a las singles. Un nuevo término para reflejar una nueva realidad. ¿Quién se acuerda ya de esas mujeres rodeadas de un halo de amargura y observadas con lástima por haberse quedado “para vestir santos”? Pero tampoco nos engañemos: sin llegar a los arquetipos de Cuéntame, no todas las solteras están felices de serlo ni se sienten plenas sin un hombre a su lado. “Ya no se estigmatiza a las solteras”, afirma Silvia Díez, pero eso no es suficiente para que muchas no sepan lidiar con un estilo de vida que no entraba en sus planes.

Elvira González Duzqueta, enfermera, 28 años. / Federico Reparaz

No pienso que el problema sea que busquemos desesperadamente al hombre perfecto. Vivo sola, soy hija única y no me aburro jamás. Estar soltera está muy bien; quizá la pareja esté sobrevalorada

Elvira González Duzqueta

En Solterona (Malpaso), la periodista Kate Bolick aborda esta cuestión. “Con quién casarse y cuándo: estas dos preguntas definen la existencia de toda mujer, con independencia de dónde se haya criado o qué religión practique. Quizá al final le gusten las mujeres en lugar de los hombres o quizá decida, lisa y llanamente, que no cree en el matrimonio. Da igual. Estas disyuntivas determinan su vida hasta que obtiene una respuesta, aunque sea un nadie y un nunca”, dice.

Bolick, de 44 años y actualmente con pareja, habla por propia experiencia. “Cuando tenía treinta y tantos sentía que debía encontrarme bien conmigo misma, pero no sabía cómo. Una de las lecciones más importantes que he aprendido es que para vivir bien sola necesitas tener la voluntad de querer estarlo”.

En este sentido, Rafael Santandreu hace una recomendación: “Imagina la soltería como una pizarra vacía que puedes llenar de infinidad de proyectos. Existe la creencia de que la soledad es mala y eso es una tontería. Solo hay que ser fuerte a nivel emocional y aceptarla, y los que lo consiguen son más felices que los casados”.

Como Marta R. Moro, química asturiana de 38 años. “Seguro que a mi madre le encantaría verme con alguien, pero ella es la primera que me ha transmitido que lo más importante es formarme y valerme por mi misma. ‘Tú sí que sabes”, me dice. El mundo está lleno de solteros abiertos a conocer gente y a disfrutar. Nosotras no nos percibimos como bichos raros; incluso te diría que damos cierta envidia a muchas casadas. Si llegara un hombre, fenomenal, pero ni lo necesito ni lo busco. ¡Mis amigas dicen que me falta actitud!”, reconoce. Pero no energía. Ni a ella ni al resto de chicas, que posan para el fotógrafo al grito de –¿lo adivinan?– “¡¡¡Sin-gles!!!”.

Singles, un fenómeno global

Creen que sí hay hombres disponibles, pero que la mayoría están perdidos y son inmaduros y poco fiables.

Según la última Encuesta Continua de Hogares, publicada por el Instituto Nacional de Estadística en 2014, el porcentaje de mujeres españolas que no convive en pareja ha crecido enormemente en todos los tramos de edad. Concretamente, las que tienen entre 25 y 29 años suponen un 61%, de 30 a 34, un 36%, de 35 a 39, desciende al 28% y entre 40 y 44, son el 25%.

En 2007, estas cifras estaban 10 puntos por debajo. Y si comparamos los países de la UE, la Oficina Europea de Estadística (Eurostat) reflejaba, en 2011, que solo la mitad de las españolas de entre 30 y 34 años (51%) estaba casada, una cifra similar al Reino Unido y Francia.

En EE.UU. las solteras son el 53%, según afirma Rebecca Traister en su libro All the Single Ladies. “Estamos viviendo la aparición de las singles como norma, no como excepción. Y también la creación de una población nueva: mujeres adultas a las que no se las define por el hombre con el que se casan ni dependen de su pareja económica, social, sexual ni reproductivamente” explica.

21 de marzo-19 de abril

Aries

Como elemento de Fuego, los Aries son apasionados y aventureros. Su energía arrastra a todos a su alrededor y son capaces de levantar los ánimos a cualquiera. Se sienten empoderados y son expertos en resolver problemas. Pero son impulsivos e impacientes. Y ese exceso de seguridad en sí mismos les hace creer que siempre tienen la razón. Ver más

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