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Violación, sin género de dudas

La sentencia sobre el caso de la Manada y las protestas en la calle han puesto el debate sobre la mesa. ¿Por qué la víctima debe demostrar que se ha defendido? ¿Por qué se juzga su comportamiento en lugar del de sus agresores? Y, sobre todo, ¿cuándo podrán sentirse seguras las mujeres?

Isabelle Huppert protagoniza la película Elle, que gira en torno a una violación de su personaje, Michelle. / D.R.

Beatriz García Manso
BEATRIZ GARCÍA MANSO

Después de cinco meses de deliberación, llegó la sentencia: la Audiencia Provincial de Navarra condenaba a cada uno de los cinco miembros de La Manada a nueve años de cárcel por abuso sexual continuado. Quedaban a bsueltos del delito de agresión sexual que pedían la Fiscalía y la acusación particular, al considerar el tribunal que no hubo ni la violencia ni la intimidación necesarias para considerarse violación. Sin embargo, los jueces describen como hechos probados la situación que vivió la víctima, aquel 7 de julio de 2016 en un portal de Pamplona, con párrafos como este: "La denunciante en estos dos últimos vídeos está agazapada, acorralada contra la pared por dos de los procesados, expresó gritos que reflejan dolor y no apreciamos ninguna actividad de ella; estas imágenes evidencian que la denunciante estaba atemorizada y sometida".

La mirada psicológica de Isabel Menéndez: Lo que la violación esconde

Miles de personas (sobre todo mujeres, pero no solo) sintieron la sentencia como una bofetada, al entender que los hechos probados y expuestos por los jueces en toda su crudeza (quién hizo qué, cómo, cuántas veces...) son la descripción inequívoca de una violación en grupo, mientras que la sentencia concluye lo contrario. Por eso salieron a la calle a mostrar su indignación al grito de "No es abuso, es violación". El clamor social ha encontrado eco en el acuerdo de los partidos políticos en cuanto a la necesidad de revisar la legislación y las especificaciones de los delitos para salvar la distancia que existe entre lo que el común de las personas entiende por violación y violencia y lo que dictan los tribunales.

Medir la intimidación

Tres casos cada día se denuncian en nuestro país. Solo son el 10% de los que se cometen.

El Código Penal define la violación como la introducción del pene por vía vaginal, anal u oral, así como la penetración digital y la introducción de objetos por las dos primeras vías utilizando para ello la violencia y la intimidación. Esas dos últimas han sido las palabras clave en una sentencia que deja claro que los cinco hombres, de edad y complexión superiores a las de la víctima, cometieron esos actos con ella. Por turnos o simultáneamente, algunos más de una vez y sin preservativo. "Pero, ¿qué es lo que se considera violencia? ¿Cómo se mide la intimidación?", se pregunta Mariti Pereira, directora de CAVASYM Asturias, una organización que lleva 25 años asistiendo a víctimas de agresión sexual y maltrato. "Porque esta no se ejerce solo con golpes o amenazas -argumenta-. El miedo es libre. ¿Provocar el pánico no es un modo de violencia? ¿Pensar que no tienes escapatoria no es intimidante?". Por esos márgenes de la ley que quedan sujetos a la interpretación de los jueces, muchos casos que no se ciñen al "manual" corren el riesgo de caer al vacío de la impunidad.

1. No a los mitos, las cosas claras:

  • MITO: Si ha bebido o tomado drogas voluntariamente no puede decir que la violaron. Tal vez quiso, pero no se acuerda o se arrepiente.

  • El sexo solo es legítimo cuando la persona ha tenido la libertad y la capacidad de dar su consentimiento. Las personas bajo los efectos de alcohol o drogas no están en condiciones de consentir. Tener sexo con ellas es delito.

Según los datos del Ministerio del Interior, en España se registran 1.200 violaciones al año. Tres al día. Estas no son, ni de cerca, las cifras reales, solo las que se denuncian: un escaso 10 o 12% de las que se comenten en realidad. Y eso nos sitúa en el puesto 25 de los 32 países europeos en número de denuncias.

De entre todas, las menos son las que se ciñen a esa escena, vista en mil películas, en la que un desconocido asalta a la mujer en un descampado o un aparcamiento solitario y la agrede brutalmente, bajo amenazas y violencia. La gran mayoría, entre el 70 y el 80% son perpetradas por alguien del entorno de la víctima: familiares, pareja o ex, amigos, compañeros, ligues de una noche... Y casi siempre sin ninguna consecuencia.

El agresor está cerca

A H. M. la violó un amigo cercano. "Quedábamos con frecuencia para charlar, contarnos nuestros problemas o para salir. A veces, venía a casa para jugar a las cartas o ver una película y se quedaba a dormir en el salón cuando se hacía muy tarde. Una vez incluso hicimos el amor, pero eso fue todo. Hasta aquella tarde. No entendí cómo ni cuándo algo cambió. Me aplastó contra el sofá, yo le grité: "¿Pero estás loco? ¿De qué vas?". Él me dijo: "¡Cállate, te va a gustar!". Ella deja su relato en una web de denuncias, junto al de otras mujeres. Como Sara, que jugaba a la seducción con un vecino de la edad de su padre: miradas, poses insinuantes en la piscina, frases con doble sentido en el ascensor... Un día, él simplemente llamó a la puerta, entró y la violó.

Como la mayoría, ellas tampoco lo denunciaron. El porqué no es difícil de entender a la vista de lo sucedido durante el juicio de La Manada. "¿Qué pensarán quienes hayan pasado por algo así, estén pensando si denunciarlo o no, y hayan seguido el juicio a través de los medios?", se pregunta María Martín, abogada del Colegio de Abogados de Oviedo y miembro del Grupo de Trabajo de Género del Consejo General de la Abogacía. "Pues probablemente este caso habrá hecho decantarse a muchas por no hacerlo -asegura-, porque ha quedado claro por lo que van a tener que pasar: cuestionamiento, juicios de valor sobre su comportamiento, escrutinio de su vida, escarnio público... Es una victimización secundaria absolutamente terrible". Ese es uno de los motivos por los que la inmensa mayoría de las agresiones se silencian.

2. No a los mitos, las cosas claras:

  • MITO: Solo es violación si hubo violencia física y hay lesiones que lo prueben.

  • Muchas personas no pueden forcejear ni gritar por miedo o por conmoción. O pueden estar sometidas a una relación de dominio con su agresor. Que no haya daño visible no significa que no haya sido violada.

En la web mehanviolado.com, una mujer titula su testimonio: "Dices no y entiende sí". Y escribe cómo le contestó NO, NO, NO, en mayúsculas y muchas veces a su pareja, cuando insistió en tener relaciones sin protección. Ni caso. "Me penetró del tirón, mientras me decía: "Tranquila" (...). Sigue diciendo que no es responsabilidad suya. Que yo estaba en su casa, desnuda, en su cama".

Justificar lo injustificable

Estas historias y las que cientos de mujeres han subido a las redes con la etiqueta #Cuéntalo tras conocerse la polémica sentencia, ponen en evidencia que siguen muy vigentes las viejas creencias y las ideas preconcebidas en torno a la violencia sexual que sirven para justificar lo injustificable: que si te has besado con alguien en la discoteca o si vistes y actúas de manera provocativa, te lo estás buscando; que si vas a casa de tu ligue o le invitas a la tuya, sabes lo que hay y luego no te quejes; que los hombres cuando se excitan no pueden parar, que está en la naturaleza masculina; que si dices no, en el fondo quieres decir sí; que cuando consientes una relación, ese consentimiento se mantiene en todo momento y no puedes echarte atrás...

No todos los daños quedan a la vista: miedo, culpa, vergüenza, angustia, ansiedad...

Son algunos de los elementos de lo que se llama cultura de la violación, que no es otra cosa que un entorno social que desprecia el deseo y la decisión de las mujeres, que excusa los abusos y hace que la línea que los separa de un acto consentido se contemple como fina y borrosa, con la permisividad social y la impunidad como cómplices. "Parece que el consentimiento es algo que las mujeres otorgamos de manera implícita, a través del modo en que nos vestimos, nos movemos o de la vida que llevamos... Parece que se otorga en función de patrones culturales arraigados y extensamente normalizados, pero no es así. El consentimiento para cada relación sexual tiene que ser claro, expreso y manifiesto, debe hacerse de manera libre y sin que quede ninguna duda", afirma la abogada.

3. No a los mitos, las cosas claras:

  • MITO: Si dos personas han tenido relaciones sexuales antes, se entiende que hay consentimiento para las siguientes.

  • El consentimiento debe ser expresado para cada encuentro. Y eso incluye cada vez en la misma noche o la misma cita.

The New York Times recoge la historia del psicólogo Samuel D. Smithyman, que en 1976 puso un anuncio en el periódico: "¿Es usted un violador?" Trabajaba en su tesis doctoral sobre el perfil de los violadores "no identificados", los que no son denunciados ni acaban en la cárcel. Pensó que nadie respondería, pero tuvo más de 200 llamadas: un programador que violó a su novia, un pintor que atacó a la mujer de un conocido...

Sin consentimiento...

Algunos estudios posteriores entre alumnos de institutos y universidades de EE.UU. arrojan conclusiones llamativas: "Preguntados sobre si han realizado penetración sin consentimiento, el entrevistado dice sí. Preguntado sobre si alguna vez ha cometido violación, la respuesta es casi siempre no", explica al diario neoyorquino la investigadora Mary P. Koss, de la Universidad de Arizona.

"Ni son tontos ni se lo hacen -contesta Mariti Pereira-. Saben perfectamente cuándo existe consentimiento o no, lo que pasa es que hasta ahora siempre se han tolerado esos comportamientos, se han pasado por alto y han hecho lo que han querido sin consecuencias. Así que ahora piensan: si esto siempre se ha podido hacer y nunca ha pasado nada, ¿por qué no voy a poder seguir haciéndolo? Es tan sencillo como eso: se da por sentado que el consentimiento existe salvo que se diga lo contrario, y es justo al revés". Pereira recuerda el caso de unas de las mujeres atendidas en su asociación, que le pidió al chico con el que estaba que parara cuando el sexo empezó tomar un cariz que no le gustaba: "Déjame", le dijo. Pero él no paró. El resultado fue una lesión tan grave que requirió una intervención quirúrgica. El juez lo consideró abuso, no agresión".

4. No a los mitos, las cosas claras:

  • MITO: Si la mujer da su consentimiento, este se mantiene durante todo el acto.

  • La mujer puede cambiar de opinión en cualquier momento o circunstancia y por la razón que sea. Si ella lo pide, el hombre tiene que parar; si no lo hace, es violación. También es un mito que cuando él ha empezado, no puede parar.

En la asociación también han visto a adolescentes cuya primera experiencia sexual ha sido abusiva. Unas son chantajeadas por sus novios y no se reconocen como víctimas (otro de los motivos por el que las agresiones de conocidos quedan impunes), "otras salen de fiesta, beben y no recuerdan nada, pero al día siguiente notan molestias, tienen sangre o la ropa rota, y se dan cuenta de que algo pasó, obviamente en contra de su voluntad, porque ni se enteraron".

'La última casa a la izquierda (2009), narra un secuestro con violencia sexual incluida. / D.R.

La escritora Ruth Toledano relataba en eldiario.es cómo fue violada por un tipo al que conoció en un bar y a quien acompañó a su casa, tras una noche de copas, con la intención de acostarse con él. "En milésimas de segundo, supe que pasaba algo. La cara de él se había transformado. Lo que antes era amable y sonriente se convirtió en duro y amenazante. Yo casi no había tenido tiempo de identificar ese cambio, pero cuando me miró fijamente sentí miedo. Eran la mirada y el gesto de alguien que podía, acaso buscaba, hacerme daño (...) No sé cuántas veces le dije que quería irme. Puede que no muchas, para que no se pusiera más agresivo. Cuando vi que se acercaba a la puerta de entrada, daba la vuelta a la cerradura y se guardaba las llaves en el bolsillo, supe que yo iba a sufrir y que acaso podía morir de manera horrible. Entonces decidí dejarme hacer".

Toledano no acudió a la policía. No había señales de violencia en su cuerpo. "Solo habría tenido mi palabra contra la de él". Porque no se ve a simple vista el destrozo por dentro: miedo, culpa y vergüenza, desánimo, pesadillas o insomnio, angustia y ansiedad, que pueden agravar el riesgo de conductas autolesivas...

Falta de pruebas

Muchas de esas emociones se multiplican cuando hay un vínculo afectivo con el agresor o en función de cuánto haya durado o de si ha producido repetidamente. La realidad es, sin embargo, que cuando no deja marcas, la agresión (como se ha visto en el caso de La Manada) es muy difícil de defender ante un tribunal. Aunque no imposible. "Nuestra legislación y nuestra jurisprudencia establecen claramente que, si cumple una serie de requisitos, la declaración de la víctima puede ser suficiente prueba de cargo para romper la presunción de inocencia. Si no fuera así, la mayor parte de los delitos quedarían impunes. Pero yo he tenido bastantes casos así y es difícil", aclara la abogada María Martín. De hecho, los datos del Observatorio contra la Violencia Doméstica y de Género del Consejo General del Poder Judicial dicen que el motivo de absolución más frecuente es la falta de prueba suficiente, por constar solo la declaración de la víctima.

5. No a los mitos, las cosas claras:

  • MITO: Si es tu mujer, no es violación. El sexo forma parte del "acuerdo" matrimonial.

  • Independientemente de la relación, siempre que no exista consentimiento, será una agresión sexual. La pareja no tiene derecho a exigir relaciones en contra de la voluntad de la mujer.

Si ni siquiera soy capaz de decir que no por miedo, mi silencio es mi resistencia".

En los tribunales se escuchan preguntas del tipo: ¿cerró bien las piernas?, ¿se resistió con fuerza?, que convierten a la víctima en culpable o al menos en sospechosa de haber consentido, facilitado, provocado... "¿Qué manifestación hizo usted para que ellos supiesen que estaba en situación de shock y que estaban teniendo esa situación de relaciones sexuales sin consentimiento por su parte?", preguntó durante el juicio de Pamplona Ricardo González, el magistrado que emitió un voto discrepante de la sentencia y pidió la absolución de los acusados entendiendo que los hechos sucedieron en un ambiente de "jolgorio y regocijo". "No consta acreditado -argumenta- que la denunciante durante las referidas relaciones sexuales se encontrase en una situación de shock o bloqueo que le hubiese impedido comunicar a los cinco acusados, si así lo hubiese querido, que su deseo era el de no mantenerlas". Mariti Pereira, se indigna: "Juzgar una reacción es facilísimo; vivirlo es otra historia. En una situación así, yo defiendo mi vida. Y si ni siquiera soy capaz de decirte que no por miedo, mi silencio es mi resistencia".

La lectura positiva que María Martín, abogada y autora de Enfoque de género en la actuación letrada hace de este juicio es que ha servido para abrir el debate sobre la urgencia de que los actores del sistema judicial incorporen la perspectiva de género. "Una persona debería poder confiar en que llega a un sistema cuya imparcialidad no se vea comprometida por un sesgo de género. Pero para avanzar en este camino primero tenemos que reconocer que nuestra sociedad está construida sobre la base de mitos y estereotipos que siguen vigentes; debemos nombrarlos, formarnos para reconocerlos y así eliminarlos de nuestras resoluciones judiciales".

6. No a los mitos, las cosas claras:

  • MITO: Muchas se lo inventan porque se arrepienten o para buscarle problemas a él.

  • En los últimos años, un 0,001% de las denuncias se ha saldado con una condena para la mujer por acusaciones falsas. Al contrario, la mayoría no denuncia por temor a no ser creídas, vergüenza, sentimiento de culpa o porque no se reconocen como víctimas.

Uno de ellos es la escasa credibilidad que se otorga a las mujeres. De hecho, hasta no hace tanto, el testimonio femenino ni siquiera era admitido en un juicio. "A nosotras nunca nos creen, tenemos que llevar las marcas de la agresión y la cabeza debajo del brazo para que se considere que ha existido. Y aun así siempre hay sospechas y suspicacias.

¿Si te roban un reloj de oro, alguien insinúa que lo has provocado por llevarlo puesto? ¿A una víctima de terrorismo, alguien le sugiere que la culpa fue suya por pasar por allí? Pero cuando se trata del comportamiento de la mujer, todos pueden opinar y tenemos que demostrar que somos castas y hemos defendido nuestra integridad física y moral", dice Pereira, que recuerda un caso reciente y doloroso. En 2005, una chica de 17 años denunció a su cuñado por violarla a punta de puñal. Nadie la creyó, la acusaron de inventárselo y tuvo que marcharse del pueblo. El hombre quedó libre y siguió haciendo su vida. Se llamaba José Enrique Abuín. "Él mató a Diana Quer y probablemente también la agredió sexualmente. Si hubieran creído a esa chica, si se hubiera tenido en cuenta su testimonio y se hubiera investigado, a lo mejor Diana no estaría muerta".

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Como elemento de Fuego, los Aries son apasionados y aventureros. Su energía arrastra a todos a su alrededor y son capaces de levantar los ánimos a cualquiear. Se sienten empoderados y son expertos en resolver problemas. Pero son impulsivos e impacientes. Y ese exceso de seguridad en sí mismos les hace creer que siempre tienen la razón. Ver más

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