Ambra Battilana y cómo el #MeToo la ha convertido en referente, "Harvey Weinstein destruyó mi nombre y mi reputación"

Ambra Battilana y cómo el #MeToo la ha convertido en referente: «Harvey Weinstein destruyó mi nombre y mi reputación; no podía trabajar como modelo, pero tampoco de ninguna otra cosa»

Cuando denunció a Harvey Weinstein por abusos solo quería que se hiciera justicia. Sin embargo, propició la caída de uno de los hombres más poderosos del mundo y el inicio del #MeToo, un movimiento que la ha convertido en referente.

Ixone Díaz Landaluce

La cita era en un hotel de midtown, en pleno Manhattan. Con un micrófono oculto entre su ropa y rodeada de varios policías de la Unidad Especial de Víctimas que vestían discretamente de paisano, Ambra Battilana se encontró de nuevo con Harvey Weinstein. «La policía me pidió que volviera a reunirme con él para grabar su confesión. Nunca pensé que me tocaría hacer algo que solo había visto en las películas», recuerda ahora. En realidad, todo había empezado 24 horas antes en la oficina que el productor tenía en Tribeca. Lo que en principio debía ser una reunión profesional para revisar el book de la modelo, que entonces solo tenía 22 años y buscaba una oportunidad en Nueva York, terminó con las manos de Weinstein en el pecho de Battilana, pero también reptando debajo de su falda. Era marzo de 2015, dos años y medio antes de que el todopoderoso productor fuera acusado por cerca de un centenar de mujeres de toda clase de delitos sexuales.

Todavía nadie había denunciado públicamente a Weinstein. Su comportamiento depredador solo era el secreto a voces mejor guardado de Hollywood. Ahora, cuando se cumple el cuarto aniversario del #MeToo, la primera denunciante de Weinstein, que ayudó a Ronan Farrow a destapar el caso, reivindica su papel en esta historia mientras trata de cambiar el negocio de la moda desde dentro. «Tenía 22 años, hablaba un inglés muy rudimentario y estaba sola en Nueva York, pero sentí que ir a la Policía y denunciarlo era lo correcto. Es lo que te enseñan cuando eres una niña, incluso en los dibujos animados», explica Battilana sobre su decisión.

«Después de llorar durante una hora, cuando por fin me calmé, fui a una comisaria. A través de un cristal, le conté a un agente lo que había pasado y mencioné el nombre de Weinstein. Recuerdo que él murmuró: ¿Otra vez?. Al día siguiente, Battilana volvió a verse con Weinstein. La grabación de su encuentro, recogida en el dispositivo de la policía pero también en su teléfono móvil, era meridiana. «Oh, por favor. Lo siento mucho. No volveré a hacerlo. No volveré a hacerte nada. Cinco minutos. No arruines tu amistad conmigo por cinco minutos...», decía el productor mientras trataba de convencerla para que se retiraran juntos a su suite.

Los agentes que habían organizado el operativo estaban convencidos de que la grabación tendría consecuencias penales para Weinstein. Pero cuando el caso llegó a la fiscalía esa sensación se diluyó rápidamente. «En mi primera reunión con la fiscalía me di cuenta de que algo iba mal. Parecía que la criminal era yo. Llegaron a preguntarme si había sido prostituta».

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También le interrogaron sobre si tenía por costumbre recibir regalos o si, en alguna ocasión, había pedido un papel en una película. Aunque apenas hablaba inglés era capaz de entender lo que estaba pasando. Cuando le denuncié sabía en lo que me estaba metiendo... Había sido testigo en el juicio contra Berlusconi y sabía que eso me iba a poner en una posición complicada si trataba de volver a decir la verdad. Sus sensaciones se materializaron cuando la fiscalía desestimó su caso por falta de pruebas. «Me sentí totalmente traicionada por el sistema».

La prensa también puso su granito de arena. Solo hay que darse una vuelta por Google para comprobarlo. Marzo de 2015: «Una modelo de los bunga-bunga de Berlusconi denuncia por acoso sexual al magnate del cine Harvey Weinstein». La tormenta de noticias de titulares capciosos acompañadas de fotos de Battilana en lencería inundó la prensa a un lado y otro del Atlántico. Efectivamente, Battilana había sido una de las testigos clave del caso Ruby sobre las orgías sexuales del primer ministro italiano, que en 2013 fue declarado culpable y condenado a siete años de cárcel e inhabilitación para cargo público por pagar a cambio de mantener relaciones sexuales con una menor de edad, aunque más tarde su recurso prosperó y fue absuelto.

«Los abogados de Weinstein me ofrecían dinero todos los días. Cada día, un poco más que el anterior. Siempre lo rechazaba». Unos días más tarde, un hombre que hablaba inglés con acento americano se presentó en el trabajo del hermano de Battilana en Turín y preguntó por ella. «Ahí me asusté. Sabían dónde estaba mi familia. Llamé a mi abogado y le dije que aceptara lo que le ofrecieran». Unos días más tarde, la modelo firmó el contrato de confidencialidad con el que llevaban semanas tratando de silenciarla.

«Recuerdo estar sentada en una oficina con su abogado; Harvey no estaba. Antes de firmar, le miré y le dije: 'Si escucho algo raro sobre él, me dará igual lo que estoy firmando ahora'. Él me contesto: 'Por supuesto. Claro, señorita Battillana». Como parte del acuerdo, la modelo tuvo que ceder todos sus dispositivos electrónicos y entregar las contraseñas de sus cuentas para que una empresa contratada por Weinstein borrara cualquier tipo de evidencia.

Pero ella quiso guardar una copia de las grabaciones. Era su forma de asegurarse que, llegado el momento, podría limpiar su nombre. «Les dije que no me acordaba de la contraseña de una dirección que casi no utilizaba. Recuerdo esperar delante del ordenador de mi amiga para comprobar si habían descubierto la contraseña. Mi corazón latía súper fuerte, pero... ¡Ahí estaba! Cuando mi abogado me llamó para decirme que ya podía recoger mis dispositivos, yo ya tenía una copia de la grabación en un USB». Pero su calvario no había terminado.

«Destruyó mi nombre y mi reputación: no podía trabajar como modelo, pero tampoco de ninguna otra cosa. Tenía la entrada vetada en restaurantes y clubs, y mucha gente dejó de hablarme. Tuve que irme de Nueva York». Encontró refugio en Filipinas, el país de su madre, donde residió durante un año y medio. «Traté de reconstruirme en un lugar donde nadie me buscaría en Google ni sabía quién era».

Allí, Battilana atravesó una depresión profunda y engordó 15 kilos, pero también empezó a colaborar con Humanility, una ONG de acción humanitaria que opera en el país. Después de dos años en Filipinas, Battillana regresó a Nueva York en 2017. Al cabo de dos o tres semanas, Ronan Farrow, hijo de Mia Farrow y artífice del reportaje del New Yorker que destapó el escándalo Weinstein, se puso en contacto con ella. «Empezamos reuniéndonos a escondidas y tras hablar con él unas cuantas veces, supe que podía confiar en él. Dejé que escuchara las grabaciones porque sabía que haría un buen trabajo». En octubre, Farrow publicó un reportaje de investigación que incluía el testimonio de la modelo y que, más tarde, recibió el premio Pulitzer. Desde entonces, Battilana ha seguido colaborando con Farrow, que primero contó la detectivesca intrahistoria del caso Weinstein en el bestseller Catch and Kill y después en el podcast y la serie documental de HBO del mismo nombre.

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En marzo de 2021, Weinstein fue condenado a 23 años de cárcel por diversos delitos sexuales, incluida una violación. El productor todavía debe enfrentarse a un segundo juicio en California. «La oficina del fiscal era la misma que desestimó mi caso y por eso, no tenía demasiadas esperanzas en el juicio. Pero su condena sienta un precedente muy importante y demuestra que quien hace algo malo, lo acaba pagando. Cuando le denuncié, solo quería que se hiciera justicia». A pesar de todo, el caso Weinstein ha seguido dándole dolores de cabeza. Como cuando en 2018 Victoria´s Secret la contrató para una sesión de fotos.

«Trabajar para ellos siempre había sido mi sueño desde que era una niña. No sé si sabían quién era. Cuando se publicaron las fotos, mi nombre volvió a todos los periódicos». Un mes más tarde, todas las modelos que habían trabajado en los catálogos de la marca recibieron una llamada para participar en el casting del archifamoso desfile anual de lencería. Todas menos ella. «Mi agencia se sorprendió mucho».

«Yo pensé que quizá mi perfil no les encajaba, pero unos meses más tarde empezaron a publicarse noticias sobre la asociación de la marca con Jeffrey Epstein... Me he dado cuenta de que las marcas o las personas que tienen algo que ocultar, prefieren no tener ninguna relación conmigo». Además de su trabajo como modelo, Battilana está colaborando en un documental y una serie dramatizada sobre su experiencia, pero, sobre todo, está volcada en la actividad de la ONG Model Alliance, una organización fundada por la modelo y cineasta Sara Ziff que aspira a introducir cambios estructurales en la manera en la que la industria de la moda trata a las modelos para prevenir casos de acoso sexual.

«Amo esta profesión. Por eso estoy tratando de cambiar la industria desde dentro. Los castings, por ejemplo, han cambiado mucho: ya nadie envía a una modelo a hacer una prueba a un apartamento o una habitación de hotel y siempre hay dos o más personas presentes«. Ahora lucha por la aprobación de la Adult Survivors Act, que amplía la ventana temporal en la que las víctimas pueden denunciar por la vía civil, incluso después de la prescripción del delito penal. «Sé lo que es tener miedo y por eso, entiendo a las personas que necesitan años para gestionarlo», explica.

Pero prevenir el acoso sexual solo es una parte del reto. «Desde fuera, este mundo puede parecer muy glamuroso, pero hay que luchar por derechos tan básicos como cobrar por un trabajo. Las modelos somos trabajadoras autónomas y jamás se nos paga a tiempo». Model Alliance quiere implantar acuerdos vinculantes que establecen protocolos de buenas prácticas para garantizar la seguridad de las modelos. Sin embargo, según Battilana, la resistencia de la industria es grande.

«Nadie quiere ser el primero en hacerlo. Muchas marcas todavía se esconden detrás de formas anticuadas de funcionar. Está muy bien tratar de implementar políticas para ser más sostenibles y respetuosos con el planeta, pero el mundo de la moda tiene que dar pasos decididos para ser más respetuosas con las modelos, las profesionales de la industria. Desgraciadamente, muchas de las personas que ocupan las posiciones de poder son las mismas desde hace 30 años«.

Battilana está convencida de que su cruzada ha merecido la pena. «En esta vida siempre puedes elegir entre hacer lo correcto o no hacerlo. Todo depende de ti. Estoy orgullosa de lo que hice. Volvería a hacerlo un millón de veces.« El secreto, para ella, ha sido poner el foco en los demás, que su historia fuera útil para otras mujeres, pero que sirviera también como catalizador para un cambio cultural sistémico. «Mucha gente no entiende el poder que reside en ayudar a los demás. Yo he descubierto que ese es mi propósito. Es lo que me ha ayudado en mis momentos más oscuros. Así he encontrado de nuevo la felicidad».

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Sagitario

Como signo de Fuego, los Sagitario son honestos, optimistas, ingeniosos, independientes y muy avetureros. Disfrutan al máximo de los viajes y de la vida al aire libre. Son deportistas por naturaleza y no les falla nunca la energía. Aunque a veces llevan su autonomía demasiado lejos y acaban resultando incosistentes, incrontrolables y un poco egoístas.