Por qué le llueven ahora las críticas a Amélie, la película romántica más idealizada de los 90

Hace 20 años, millones de chicas en todo el mundo querían ser como Amélie. ¿Sigue siendo este personaje un ideal femenino deseable?

Elena de los Ríos

Hace ahora 20 años que se estrenó 'Le fabuleux destin d'Amélie Poulain', la película de Jean-Pierre Jeunet que arrasó en la taquilla de todo el mundo con su romanticismo mágico. A ver: no solo era el romanticismo. También nos encantó ese retrato de un París absolutamente idealizado, que solo vive en la imaginación del cine, y la banda sonora de Yann Tiersen, con ese vals de acordeón inolvidable. La película lanzó a la fama mundial a Audrey Tautou, una actriz con una belleza duende que luego interpretaría a Coco Chanel (2009) o a la heroína de aventuras místicas de 'El código Da Vinci' (2006). Y actualizó justo al filo del nuevo siglo uno de los mitos más tóxicos del amor romántico: la predestinación de la media naranja.

La crítica sostiene que Amélie es aún la película francesa más influyente del siglo XXI: ninguna otra puede presumir de haber llevado 32 millones de espectadores a las salas, todos hipnotizados por el fabuloso destino de la protagonista. La trama es sencilla: una joven de infancia triste decide dedicar su existencia a arreglar la de los demás, mientras la suya propia queda a la espera de arreglarse gracias al amor verdadero, al señalado por el destino. Con estos miembres argumentales y una fotografía maravillosa, la película se llevó cinco nominaciones al Oscar, dos Bafta, cuatro César (de trece posibles), cuatro premios del cine europeo y hasta un Goya como mejor película del viejo continente.

La paradoja que hoy lastra Amélie, la película francesa más influyente del siglo XXI, es lo horriblemente mal que ha envejecido debido a la extrañeza que hoy provoca su protagonista. Volver a ver hoy Amelie retrata a la perfección le increíble evolución que ha experimentado el tratamiento de lo femenino en la ficción, sobre todo, gracias a las series de televisión por fin escritas y dirigidas por mujeres. Hoy sería impensable una película protagonizada por una mujer como Amélie, que responde más a una fantasía masculina que a la realidad. Esta chica solitaria, tímida e invisible que romantiza todo lo que le ocurre con una cursilería ajena a este mundo resulta, como poco, increíble. Se planteó como una chica adorable, pero desde la perspectiva actual puede llegar a resultar insufrible. Su retraimiento y ensoñación hoy remiten más a la represión que al romanticismo.

Toda la complejidad que hoy tienen los personajes femeninos de la comedia romántica, de 'Jane The Virgin' a 'Love', resulta plano en Amélie, un rol con menos densidad psicológica que una princesa Disney. Su comportamiento pasivo-agresivo, siempre queriendo pasar inadvertida, está en la base de un ideal femenino que no quiere importunar, que no quiere actuar y que casi no quiere ni ser. Tiene sentido que la hayan bautizado 'el ratoncito Pérez del cine' o que se subraye que representa el reverso angelical de la 'femme fatale', un hada alocada llamada a poner la vida de los demás patas arriba. Por si esto fuera poco, su salvación no remite a un despertar de ningún tipo, sino al amor verdadero, a un príncipe azul o alma gemela, capaz de darle luz y sentido a la vida más falta del mínimo espíritu de estima propia.

La ensimismada Amélie, tan cuqui con su flequillo parisino replicado en las peluquerías de todo Occidente hace 20 años, es una figurita que vive exclusivamente para hacer feliz a los demás, olvidándose por completo de sí misma. Exactamente igual que una ama de casa de los años cincuenta. Sin embargo, no es el único personaje problemático de la película.

También se ha destacado el tratamiento amable y cómico que le da el director al personaje de Dominique Pinon, un maltratador psicológico que sale extrañamente bien parado al final del filme (algo que no ocurre con el resto de personajes detestables). Ahora que Amélie vuelve a los cines, volver a verla puede ser un buen ejercicio. ¿Podría este personaje segur siendo un referente aspiracional para millones de chicas en todo el mundo?

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Como signo de Fuego, los Sagitario son honestos, optimistas, ingeniosos, independientes y muy avetureros. Disfrutan al máximo de los viajes y de la vida al aire libre. Son deportistas por naturaleza y no les falla nunca la energía. Aunque a veces llevan su autonomía demasiado lejos y acaban resultando incosistentes, incrontrolables y un poco egoístas.