El día que Marta Ortega visitó el estudio de David Bailey y posó para la estrella de la fotografía

Eduardo Verbo Publicado · 21 de agosto de 2025, 13:30 h

Aún quedan días de verano para organizar una escapada al norte. Entre los destinos más apetecibles se encuentra A Coruña. Una de las razones para visitar esta ciudad es que hasta el 14 de septiembre todavía se podrá disfrutar de la fantástica exposición «David Bailey's Changing Fashion», programada por The Mop Foundation, la fundación de Marta Ortega, presidenta de Inditex, en la Batería del puerto. Allí, se pueden observar 140 imágenes únicas del inglés David Bailey (Londres, 1938), leyenda viva de la fotografía, de 87 años.

«Hemos escaneado tres mil de diez mil imágenes que había en el estudio hasta seleccionar el resultado final. Estamos muy agradecidos por la oportunidad de mostrar su trabajo de seis décadas», cuenta en conversación con Mujerhoy su hijo, Fenton Bailey, fruto del cuarto matrimonio del artista con Catherine Dyer.

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Antes estuvo casado con la mecanógrafa Rosemary Bramble, la actriz Catherine Deneuve y la modelo hawaiana Marie Helvin. «Digamos que se lo pasó bien en la vida», reflexiona, con una sonrisa, Fenton, quien también es fotógrafo y sueña con tener su propia revista, cuando le enumeramos la larga lista sentimental de su padre.

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Su pasión por el objetivo empezó cuando Bailey lo contrató como ayudante tanto en el rodaje de algún anuncio, así como en la sesión con la reina Isabel II de Inglaterra en 2014, una de las pocas en las que la fallecida monarca aparece riéndose y sin los atributos. «Le preguntó si las joyas eran reales y, naturalmente, ella se rio». Isabel II definió a Bailey como un «cheeky chappie», recuerda el hijo. Una expresión coloquial del inglés apropiada para jóvenes rebeldes, pero amigables. Muy propio si se tiene en cuenta que nuestro protagonista creció en el barrio obrero del East End, mientras caían las bombas del Blitz.

Uno de los enigmas que la restrospeciva sobre Bailey desvela es la alta producción en color durante los años 70 después de haber fotografiado en blanco y negro a Los Beatles, Los Rolling Stones, el bailarín Rudolf Nuréyev, pasando por Jane Shrimpton, que fue su novia. En los primeros años de 1960 se convirtieron en una de las parejas más cool. Las fotografías de Jean tomadas por Bailey son, según él, «todo brazos y piernas, como Bambi en el hielo».

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En la retrospectiva, también se verán a Mary Quant, Twiggy o Penelope Tree, con el que Bailey también tuvo un affaire. «Bailey supuso una transformación radical en la fotografía de moda al sacarla del estudio y llevarla a la calle», cuenta Tim Marlow, comisario de la exposición.

Pero volvamos al presente, porque, a pesar de arrastrar algunos problemas de salud, el fotógrafo ha vuelto a levantar su objetivo para inmortalizar a Marta Ortega, una apasionada de la fotografía que ya ha posado para otras leyendas de este arte como Steven Meisel, Peter Lindbergh o Mario Sorrenti.

Pero, ¿cómo fue el encuentro entre ambos? «Ella vino al estudio que está en Central London. Es un espacio muy bohemio lleno de algunas curiosidades. Marta llamó y se pusieron a hablar. Conectaron enseguida y mi padre la fotografió. La fotografía se está tomando en serio desde hace poco y nos alegra mucho por ello», prosigue Fenton. Las imágenes de la hija de Amancio Ortega, naturalmente en blanco y negro, se pueden ver en el libro de la muestra.

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Fenton se refiere a su padre como Bailey. «Es, sencillamente, como le gusta que lo llamen», cuenta el hijo. Al fotógrafo no le gustan los niños hasta que no son capaces de jugar al ajedrez. «Así que tuve que aprender pronto para que me hiciera caso», confiesa Fenton, entre risas, quien sostiene que, gracias a la profesión de su padre, tienen un álbum familiar muy completo.

«Es un fabuloso retratista que se mira en Picasso», dice Tim Marlow. El malagueño ha sido para él una especie de guía, por eso nunca lo fotografió, ya que no quería que se le cayera el mito. Cuando uno visita la exposición se da cuenta de que no está nada mal la vida dedicada a la fotografía de este chico del East End londinense que quería ser como Chet Baker, el galán que revolucionó el jazz, pero que, cuando le robaron la trompeta a los 19 años, se una compró una Rolleiflex. El resto es historia. Desde luego, nunca un robo estuvo tan justificado.

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