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Desde pequeña Gladys Kalema-Zikusoka (Kampala, 1970) supo que se dedicaría a los simios porque fueron sus primeros amigos. El mono de su vecina bajaba las escaleras para unirse a sus clases de piano. Su compromiso social nació casi al mismo tiempo. Hija de un maestro reconvertido en político, asesinado por las fuerzas del presidente Idi Amin, su madre cogió el testigo siendo una de las primeras mujeres parlamentarias de Uganda. Para la doctora Gladys, como cariñosamente la llaman sus colegas y amigos, esas dos vocaciones, la de la conservación de los gorilas y la de transformación de las comunidades, han ido de la mano.
Comenzó su carrera a los 18 años en el Royal Veterinary College de Londres, donde investigó los parásitos intestinales de los chimpancés salvajes del bosque Budongo, al noroeste de Uganda. Dos años más tarde regresó a su país, instalándose en el Parque Nacional de la Selva Impenetrable de Bwindi, hogar del 43% de los gorilas de montaña en peligro de extinción del mundo y donde ha trabajado desde entonces. Eran los 90, comenzaba el turismo de simios en Ruanda y Uganda, y descubrió cómo estos animales salvajes habían contraído virus de origen humano. De 1996 al 2000 estableció la primera unidad veterinaria de los Parques Nacionales de Uganda.
En esos años hubo dos brotes de sarna en la selva de Bwindi, procedentes de comunidades desfavorecidas y con acceso limitado a servicios sanitarios, escasa higiene y condiciones de hacinamiento. En 2004 otro brote de ántrax mató a más de 300 hipopótamos, el 8% de la población del Parque Nacional Queen Elizabeth –el más visitado de Uganda con más de 46.000 turistas al año–, poniendo en grave peligro el turismo local, la salud humana y la del ganado.
Entonces los conservacionistas creían que los animales salvajes enfermos no debían tratarse sino ser «pasto» de los leones. Para Kalema-Zikusoka la selección natural no era la solución: los humanos habían irrumpido en su hábitat trayendo gérmenes que les enfermaban. Fue ahí cuando comenzó la labor de su ONG Conservation Through Public Health (CTPH) que fundó en 2003 y actúa en comunidades vulnerables próximas a áreas protegidas en África Oriental, en las que impulsa la atención sanitaria y alternativas económicas para evitar la caza furtiva.
«La lección más importante que he aprendido es que no se puede garantizar la salud de los animales salvajes sin mejorar el bienestar de las comunidades locales con las que comparten hábitat. Si reciben apoyo, pueden tener un gran impacto e impulsar la conservación en lugares remotos», asegura. Ha sido galardonada como Campeona de la Tierra 2021, el máximo reconocimiento de la ONU a acciones con un efecto transformador en el medioambiente: «Hemos demostrado el potencial del enfoque de conservación One Health (una sola salud) a la hora de crear beneficios tangibles para la conservación y el desarrollo sostenible abordando la salud humana, animal y ambiental en conjunto».
Hoy su radio de acción alcanza aldeas de áreas protegidas cercanas al Parque Nacional Virunga (República Democrática del Congo), así como dos zonas sin proteger del Parque Nacional del Monte Elgon (Uganda), donde detectan brotes infecciosos en poblaciones animales y humanas con un sistema de intervención y alerta temprana que orienta los programas de conservación y salud pública. Dentro de un proyecto que incluye una tasa turística para avistar simios y el incremento de guardas forestales, apoya a furtivos reformados brindándoles ganado y asistencia agrícola.
En 2015 creó Gorilla Conservation Coffee, una empresa social que enseña a pequeños agricultores de Bwindi el cultivo orgánico de café de alta calidad. «Los gobiernos y autoridades deben apoyar estos enfoques para prevenir futuras pandemias», explica. Su comprensión de la interacción humana y animal le ha permitido asumir un papel mayor en la respuesta de su país contra la Covid-19. «Ahora se ve mejor la importancia de cuidar la naturaleza para protegernos. El coronavirus ha saltado de personas a animales salvajes y cautivos. Incluso de los visones de granja volvió a pasar a sus manipuladores».
El Parque de Bwindi alberga una de las dos poblaciones que quedan de gorilas de montaña. Su número casi se ha duplicado: de 600 en 1996 a 1.063 hoy. «Son animales majestuosos y mansos. Me fascina que posean un método de planificación familiar. La madres solo tienen un bebé cada cuatro años, le cuidan hasta que es lo suficientemente independiente para construir su propio nido nocturno», cuenta la doctora Gladys.
Le conmovió especialmente cuando Ruhondeza, un gorila macho de edad avanzada, demasiado débil para defenderse en el bosque, eligió instalarse con las personas en las tierras comunitarias: «Fue el líder del primer grupo de gorilas en Bwindi y la gente le agradeció así su carácter afable, el cual permitió comenzar el turismo que ahora les ayuda a salir de la pobreza. Le cuidaron como si fuera uno de sus mayores. Este es el tipo de coexistencia entre personas y animales que nos esforzamos por lograr».
HORÓSCOPO
Como signo de Fuego, los Sagitario son honestos, optimistas, ingeniosos, independientes y muy avetureros. Disfrutan al máximo de los viajes y de la vida al aire libre. Son deportistas por naturaleza y no les falla nunca la energía. Aunque a veces llevan su autonomía demasiado lejos y acaban resultando incosistentes, incrontrolables y un poco egoístas.