ACTRIZ COSMOPOLITA
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Ivana Baquero (Barcelona, 1994) es una de nuestras actrices más cosmopolitas y, cinematográficamente, fantásticas. Hizo las Américas como lo más natural del mundo. Rueda una serie al más alto nivel en Nueva Zelanda, que es su paraíso y nuestras antípodas. Y se mueve por Los Ángeles como pez en el agua. Ahora, tras sus muchas odiseas literaturizadas, es «la viuda negra» en el último true crime de Netflix, siguiendo la línea que Truman Capote dejó bien marcada. Una historia de no ficción, aunque pasada por el fuego de la novela, que recrea el crimen de Patraix (Valencia) de 2017. Aquella boda que también fue de sangre. La viuda negra se estrena este 30 de mayo.
Pero rebobinemos hasta 2004 para encontrar a Ivana dando sus primeros pasos en el cine con apenas diez años y ya en clave de terror. Exactamente, en Romasanta, la caza de la bestia, junto a Elsa Pataky. No la asustó tampoco Rottweiler (2005), donde la amenaza era una criatura con colmillos y fauces de acero. Con todo, la dulce Ivana, que lo es y mucho, siempre será la imaginativa Ofelia de El laberinto del fauno (2006), de Guillermo del Toro, en realidad la última princesa de su estirpe. Incluso habiendo sido «la otra hija» de Kevin Costner en 2009, que la puso en el camino de Hollywood.
Baquero podría haber salido de la heptalogía de Las crónicas de Narnia, pero las suyas han sido Las crónicas de Shannara (2016-17), serie de fábula dramática de la MTV, donde interpreta a Eretria. O acaso haber sido una heroína de los antiguos cantares. En cambio, los hados le reservaron el spin-off de Spartacus, para conferirle el papel de esclava, Messia.
En un giro de guion, su último personaje, María Jesús Moreno, más conocida como Maje o «la viuda negra de Patraix», la ha devuelto de golpe a la realidad. A la vida de la enfermera que planeó el asesinato de su marido, Antonio Navarro, a manos de su amante, Salvador Rodrigo, interpretado por Tristán Ulloa. Al frente de la investigación, la inspectora del Grupo de Homicidios, que no es otra que Carmen Machi, y completando el cartel, Joel Sánchez, Álex Gadea, Pablo Molinero, Amparo Fernández o Pepe Ocio, entre otros.
Ivana Baquero está de vuelta en España para el estreno de este true crimen, que viene precedido por el éxito de El caso Asunta, de la misma factoría, y el boom del género. Siempre se identificó, por estudiosas ambas, con Natalie Portman. Admira a Cate Blanchett y se mira en el espejo de Penélope Cruz, por lo de los viajes transoceánicos. Nos ha contado que siempre tiene la maleta hecha. Para salir corriendo o volando, según, a cualquier universo, sea o no de ficción.
MUJER HOY. Menudo papel el de La viuda negra. ¿Qué recuerdos tiene del rodaje?
IVANA BAQUERO. Lo tengo todo muy fresco. A veces, ruedas películas o series y se estrenan al año o más. Pero en este caso terminamos de rodar hace poquito, a finales de diciembre, y guardo un recuerdo muy especial. Por volver a trabajar con Ramón Campos (productor) y Carlos Sedes (director), además de la mano de un proyecto así y con un personaje tan ambicioso como Maje. Y por haber estado rodeada de Carmen Machi y Tristán Ulloa, que fue un aprendizaje increíble. La generosidad de mis compañeros y ver cómo se transformaban me hizo superarme para poder estar a ese nivel. Tengo unos recuerdos muy vivos que me van a quedar para siempre.
¿Ha logrado sacarse de la cabeza a Maje?
En este caso, sí. Y tiene que ver con que el proceso que seguí fue muy distinto a otros, porque me tuve que adentrar en un reino mucho más oscuro, el de la mente humana. Durante el rodaje estuve bastante aislada y centrada en ese personaje porque está basado en una historia real y quería hacerle justicia. Lo sufrí más, pero luego solté y lo corté.
¿Cómo fue ese proceso de construir el personaje?
Para empezar, tuve el lujo de poder contar con tiempo de preparación, que eso ya es mucho, porque a veces tienes semanas y te metes en un proyecto de cabeza. En concreto, tuvimos meses para hablar sobre lo que querían reflejar Ramón y Carlos. Y luego semanas de ensayos, que ayudaron muchísimo para compenetrarme con Tristán y los otros compañeros. Fue un poco obsesivo porque iba al gimnasio y no escuchaba música. Me ponía los audios de Maje, las llamadas pinchadas, para poder estar en ese momento emocional.
¿Y no le pasaba factura mentalmente?
No, porque fue un trabajo muy colaborativo, sobre todo con Carlos, que me dio mucha libertad para hacerme yo misma preguntas. Porque también creo que una de las cosas especiales de este film es que da mucho que pensar. Invita al espectador a que saque sus propias conclusiones porque todo es ambiguo. Hay unos motivos, pero en la película hemos querido que el espectador vea todos estos factores que confluyen y que a partir de ahí reflexione. El director me invitó a mí igualmente a hacerme todas esas preguntas, y fue un proyecto muy interesante y diferente. Como actriz nunca había trabajado así.
El caso en sí es complejo, lleno de aristas.
Intervienen muchos factores. Está el asunto de la religiosidad, porque ella venía de una familia muy católica, muy conservadora, muy reprimida. Y está el móvil económico, el sentirse atrapada en esa habitación y no saber cómo salir más que con su modus operandi, que es preferir ser la víctima que la villana en caso de divorciarse.
Asesinar antes que pedir el divorcio.
Así es. Maquina todo esto para ser la víctima de la historia, que es lo más perturbador de todo, llegar a ese punto. Y poder encarnar todo ese arco, para mí, es un reto. Además, cuando estás trabajando en ello hay que hacerlo sin juzgarlo, para tener una historia que contar y que el espectador pueda conectar con lo que está viendo.
¿Cómo ha vivido el hecho de que esa persona exista y esté en prisión cumpliendo una condena de 22 años?
Tampoco le doy muchas vueltas. Sobre todo, tratamos el tema con mucho respeto y mucha sensibilidad porque hay una víctima muy real y hay una familia que sufre. Lo intentamos abordar con la máxima humanidad posible. Más allá de eso, mi trabajo es puramente narrativo. Sí que es verdad que hay gente que tal vez lo comenta, para bien o para mal. Está basada en hechos reales, pero no tiene un carácter documental y sí licencias creativas.
¿Cómo fue el mano a mano con Tristán Ulloa?
Tuve el gran lujo de conocerle en una fase de ensayos donde él era todavía Tristán Ulloa. Y luego, conforme le iban caracterizando en la preproducción y después de que él hiciera un gran trabajo de cambio físico, de ganar corpulencia, dejaba poco a poco de reconocerle como Tristán. Y fue muy impactante ver esa transformación en un compañero y ese compromiso con el proyecto y con el personaje. Por suerte, pude compartir mucha pantalla y muchas secuencias con él, y desde luego su propia presencia elevó mi trabajo.
¿Y qué tal Carmen Machi como inspectora?
Se me llena la boca con mis compis. Lo que me sorprendió de ella es la capacidad que tenía constantemente de estar por todos los compañeros. Además de ser profesional y hacer su trabajo de forma magnífica, me hizo sentir acogida y querida en el rodaje. Y trabajar con compañeros así es un gusto porque todo fluye. Ha sido también un regalo.
Lo que es cierto es que sus personajes siempre tienen algo extremo.
Pues no sé si lo busco, si lo transformo, si me llega por casualidad, pero me gusta hacer personajes que disten mucho de mí. Y luego intento ser lo más generosa posible con lo que se me pida -cambio físico, de corporalidad, de acento-, para poder darles vida, que es lo que más me divierte del proceso. A ver, no siempre puedes elegir. A veces te llegan guiones estupendos y el personaje se te parece, y eso también es maravilloso. Pero a mí me motivan los que son ajenos y extremos, y poder meterme en sus pieles.
Bueno, quizás tuvo algo que ver el personaje de El laberinto del fauno, por el que le dieron el Goya.
Sin duda, fue un máster de interpretación. Empezar con doce añitos y ya con un film de Guillermo del Toro y con actores de la talla de Maribel Verdú, Sergi López o Ariadna Gil te pone en un lugar en que lo siguiente tiene que ser algo que te mueva y te motive.
¿En qué momento de su carrera se encuentra?
Estoy de vuelta en España. El último proyecto que hice aquí fue Altamar. Era una serie de época, superbonita y supervistosa. He estado trabajando mucho en Estados Unidos y en otros países, y me apetecía mucho volver. Me encuentro en un momento de mi vida y de mi carrera donde me apetece cada vez más trabajar aquí y busco oportunidades, porque tenemos una industria increíble y con artistas maravillosos. Lo echo de menos.
¿Va a volver entonces definitivamente a España?
Lo de definitivamente es relativo en mi vida porque vivo con una maleta. Ruedo una serie en Nueva Zelanda y me paso seis meses allí. Vivo donde me lleve el trabajo. Pero cada vez me quedo más tiempo en España, donde tengo mis raíces y a toda mi familia. Mi hogar sigue siendo este, a pesar de que en los últimos años he estado más en Los Ángeles.
¿Cómo ha sido la experiencia de trabajar en Estados Unidos?
Al haber más dinero generalmente, la magnitud es mayor, y eso se nota. Aunque, en estos momentos, en España se están rodando grandes producciones. Esa es la parte más vistosa, pero tú cuando estás en un rodaje, en el día a día, no importa que sea una megaproducción o una película indie. Al final, estás trabajando con gente muy talentosa, y eso es igual en EEUU que en España. En ese sentido, no hay tanta diferencia. Disfruto de ambas experiencias.
¿Quiénes son o han sido sus referentes?
Yo siempre he dicho que Natalie Portman y Jodie Forster, porque yo también había empezado muy jovencita y era muy estudiosa como ellas, así que me veía reflejada. Conforme ha pasado el tiempo, me gustan muchísimo Kate Winslet, Cate Blanchett y Florence Pugh, que además está muy de moda y está haciendo unas cosas maravillosas. Y, por supuesto, Penélope Cruz, que es un gran ejemplo a la hora de compaginar una carrera en Estados Unidos y en España.
¿Sigue disfrutando con su trabajo como al principio?
Si no lo hiciera, estaría muy amargada porque es una profesión exigente. Ya sé que se dice mucho, pero es que es una carrera de largo recorrido. Hay épocas en las que trabajas más y otras que menos, y hay mucho rechazo también, pero me gusta tanto que no me veo haciendo otra cosa.
¿Y la carrera de Derecho?
No la he terminado todavía. Voy haciendo créditos de vez en cuando, lo cual es buena señal, porque eso significa que he estado trabajando. Me interesa mucho el derecho, pese a que suene curioso. Además, soy muy de letras y se me da bien memorizar. El objetivo es terminarla, pero tampoco me pongo con ella.
¿La veremos de abogada aunque sea en la ficción?
Ojalá. Me gustaría hacer de abogada o de espía. Me divertiría muchísimo cualquiera de los dos mundos.
Para terminar, ¿con qué está ahora mismo?
Estamos con la promoción de La viuda negra. Luego, en otoño, estrenaré el spin-off de Spartacus, la serie de Starz que he estado rodando en Nueva Zelanda. Y tengo, próximamente, el rodaje de un proyecto americano, pero todavía no puedo contar nada. En fin, cosas en ebullición.
HORÓSCOPO
Como signo de Fuego, los Sagitario son honestos, optimistas, ingeniosos, independientes y muy avetureros. Disfrutan al máximo de los viajes y de la vida al aire libre. Son deportistas por naturaleza y no les falla nunca la energía. Aunque a veces llevan su autonomía demasiado lejos y acaban resultando incosistentes, incrontrolables y un poco egoístas.