vuelve la terrorífica saga
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Cuando Jodie Comer (Liverpool, 1993) tenía nueve años, en 2002, llegó a los cines 28 días después, un largometraje que marcó un punto de inflexión en el género del cine apocalíptico y que se convirtió en una de las películas más influyentes del siglo XXI. La actriz, que ahora protagoniza junto a Aaron Taylor-Johnson la tercera parte de la saga, 28 años después (20 de junio en cines), rememora: «No creo que entonces tuviera ninguna aspiración; era solo una niña. No recuerdo haberla visto cuando se estrenó, pero fue muy agradable familiarizarme con ella antes de empezar a hablar con Danny Boyle, el director, sobre el proyecto».
«Recuerdo», prosigue, «estar aterrorizada, pero también muy impresionada por lo cercana, tangible y humana que era, dentro de la histeria y el terror. Él exploraba relaciones, problemas y pérdidas muy humanas, y lo sentí como un gran corazón latiendo en medio del caos. Cuando leí el guión de 28 años después, noté que mi personaje formaba parte de ese elemento de la historia, así que me emocionó mucho trabajar en la cinta de esa manera ».
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La película ha despertado una enorme expectación, a la que la intérprete intenta mantenerse ajena, aunque reconoce que «es maravilloso formar parte de un proyecto que ya cuenta con ese nivel de apoyo».
Cuando se estrenó 28 días después, la ficción audiovisual no vivía la fiebre apocalíptica actual, que nos permite ver una gran variedad de series y películas sobre el fin de la humanidad. La protagonista de Killing Eve y El último duelo atribuye esta tendencia a que «a todos nos fascina la posibilidad de ser aniquilados. Nos gusta pensar que estamos por encima de eso y que nunca nos tocará. Pero, cuanto más avanzamos, menos descabellado nos parece. Estas películas colocan a los personajes en situaciones muy extremas, están arraigadas en la realidad y permiten al público conectar con ella a un nivel muy humano».
En 28 años después, Comer interpreta a una mujer que tiene problemas de memoria, «lo que le hace muy dependiente de su hijo», y que vive junto a él y su marido en una isla, dentro de una comunidad que se ha alejado de la civilización para evitar el virus que ha acabado con millones de vidas.
A la hora de preparar este papel, admite que «había mucho que podría haber estudiado sobre sus características físicas y sus habilidades en este mundo, pero todo fue mucho más fácil cuando llegué al set y vi las prótesis de los infectados y todo lo que había hecho el departamento de maquillaje». Algo a lo que también ayudó «el entusiasmo y la pasión contagiosa» de Danny Boyle, el director. «Siempre he deseado trabajar con él, tiene muchísimo talento y además es divertido y accesible», afirma la actriz.
A sus 32 años, Jodie Comer ya puede presumir de contar en su currículum de dos premios BAFTA, dos Emmy, un Laurence Olivier y un Tony, estos últimos por su tour de force interpretativo con la obra Prima Facie, de Suzie Miller, en la que interpreta a una abogada especializada en defender a hombres acusados de agresión sexual y cuya visión del sistema legal cambia después de ser agredida.
Con una carrera en la que destacan personajes que podrían calificarse como «difíciles», a la hora de escoger sus proyectos le resulta «fundamental conectar emocionalmente con el material», aunque «cada vez es más importante trabajar con directores a los que admiro de verdad, que hacen proyectos muy distintos. Como intérprete, te entregas a la visión del director y descubres la verdadera intención cinematográfica, formas parte de algo más grande. Si trabajas con personas que te inspiran, al final aprenderás y crecerás con esa experiencia», asegura la intérprete.
Hija de una empleada de ferrocarril y un fisioterapeuta, Comer reconoce que «si le dijera a mi yo más joven que trabajaría con la gente con la que lo he hecho y tenido las experiencias que he tenido, me parecería increíble». Pero es consciente del precio que tiene que pagar por su profesión y admite que ha habido momentos en su vida «en los que, quizá, me he perdido algunas experiencias personales. A veces no puedes estar ahí para las personas que amas de la manera que esperarías estar».
Lejos de los escenarios, la actriz se ve como alguien «bastante aburrido», que se define así en el plano íntimo: «Soy muy hogareña y no tengo aficiones extravagantes. Me gusta ponerme al día con todo lo que no puedo hacer cuando trabajo: cocino, quedo con amigos, paso tiempo con mi familia o paseo al perro». Y si llegase el apocalipsis zombi, ¿a quién querría tener a su lado? «¡A mi mamá! Siempre que me preocupa algo, pienso en qué haría ella [risas], porque sabe más. Probablemente diría 'no lo sé' ante un apocalipsis, pero me consolaría muchísimo, eso seguro».
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Como signo de Fuego, los Sagitario son honestos, optimistas, ingeniosos, independientes y muy avetureros. Disfrutan al máximo de los viajes y de la vida al aire libre. Son deportistas por naturaleza y no les falla nunca la energía. Aunque a veces llevan su autonomía demasiado lejos y acaban resultando incosistentes, incrontrolables y un poco egoístas.