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Hace 10 años, la compostelana Laura Villasenin se fue a Londres y fundó en solitario la firma Miista. Hoy tiene un equipo de 65 personas y sus colecciones circulan por el mundo.

La diseñadora, en su taller en A Coruña, donde fabrica las colecciones. Cristian Pena

Tiene la base de operaciones y el estudio de diseño en Londres, la fábrica textil en A Coruña y la agencia de comunicación en París. Laura Villasenin (Santiago de Compostela, 1979) es una gallega construida a sí misma, con empuje, ideas claras y vocación internacional.

Comenzó la aventura hace 10 años con la firma de zapatos Miista, pero ha ampliado la oferta con colecciones de ropa que comercializa en Europa, América y Asia. Además, ha abierto tres tiendas propias en Barcelona, Londres y París, y ya estudia nuevas aperturas en Los Ángeles y otras ciudades.

Mujerhoy. ¿Qué empujó a una joven de Santiago de Compostela como usted a irse a Londres?

Laura Villasenin. Llegué a la ciudad con 21 años. Quería hacer un graduado en la London School of Arts en calzado y accesorios. Después de acabar, trabajé allí para algunas firmas y, entonces, decidí que tenía que crear una marca propia. Era joven y, cuando lo eres, no piensas en riesgos, no tienes miedos; simplemente quieres experimentar, lanzarte... Y yo me lancé.

¿Qué le ofrecía la capital británica para crear allí Miista?

Decidí quedarme por la libertad que ofrece la ciudad, porque hay menos restricciones a la hora de poner en marcha cosas diferentes. Es un lugar con mucha riqueza y diversidad estética, con menos miedos. Es un mercado más abierto que ofrece más oportunidades creativas y salidas al concepto que tenía en mente, aunque también es mucho más competitivo.

¿Somos aquí más conservadores a la hora de vestir?

Bueno, hay todo tipo de gustos... Pero la verdad es que Londres es un mercado muy de tendencia, experimental, con mayor variedad y quizá con gente más diversa y que asume más riesgos.

Usted se arriesgó y empezó completamente sola. Antes decía que, quizá, por puro arrojo juvenil. ¿El mundo es para los osados?

Sentía la necesidad de hacer algo por mi cuenta, de llevar las riendas de mi destino profesional, y tomé la decisión en 2011. Era lo que sentía y necesitaba. Y sí, así es: empecé sola. Después fuimos dos y luego, tres. Estuvimos años con un desarrollo orgánico muy lento, muy poco a poco. Pero, en los últimos cuatro años, el crecimiento ha sido mucho mayor. Pasamos de vender solo por el canal online a abrir tiendas en Barcelona, París y Londres.

Ahora queremos continuar la expansión llegando a Nueva York, Los Ángeles y otras ciudades. Es curioso, porque los espacios físicos nos han ayudado a que aumenten las ventas online. Seguimos siendo pequeños, con un equipo de 65 personas, aunque tenemos cada vez más proyectos. Durante la pandemia subimos en ventas, desarrollamos todo el proyecto lifestyle y comenzamos con las colecciones de ropa.

Fundó la marca en plena crisis económica y ha crecido exponencialmente durante la crisis sanitaria...

Así de caprichosa es la vida. Nosotros, internamente, nos decimos un chiste, que somos «the opossite thing».

Aunque se estableció en Londres, desde el principio, optó por fabricar en España. Además, ahora ha abierto su propia fábrica en A Coruña. ¿Qué ha motivado esa estrategia?

Sí, lo tenía claro desde el primer momento, porque la calidad de la producción en España es muy buena y en calzado, que es con lo que comencé, sabía que tenía que producirlo en el Levante español, por su tradición y calidad. Ahora hemos construido nuestra propia fábrica porque quería controlar toda la cadena de producción, tener documentada toda la trazabilidad del producto, y ofrecer a los consumidores piezas cuya cadena de suministro sea muy clara y, a la vez, lo más corta posible. Y también por una cuestión de sostenibilidad. Por eso, por ejemplo, solemos hacer el transporte internacional de mercancías por vía marítima.

Todo el mundo habla hoy de sostenibilidad, pero ¿no es una contradicción que, a la vez, el fin último siga siendo vender más y más, mejorar resultados?

Sí, y es algo muy estresante, porque esta industria es de una competitividad enorme y pone nuevos productos en el mercado sin parar durante todo el año. Pero nosotros hacemos una producción más lenta, una moda más pausada, con dos colecciones al año en lugar de ocho, como ocurre con otras muchas firmas. También trabajamos con materiales sostenibles, con tintes naturales... Por eso decidimos tener la fábrica en Galicia, porque nos permitía garantizar una calidad que permita que nuestras piezas tengan una vida larga.

¿En qué consiste el servicio de reparación que ofrecen?

Contamos con una cadena de zapateros artesanos locales a los que puedes acudir en grandes ciudades, como Nueva York, París o Londres, y que saben cómo arreglar nuestras piezas, evitando así que la tires sin más.

¿Cómo lleva no ser profeta en su tierra?

[Risas]. Cada vez despertamos más interés. Por ejemplo, la tienda de Barcelona, en el barrio de El Born, era la que siempre iba por detrás en ventas. Ya no, ahora resulta que es la que obtiene mejores resultados. También se debe a que el turismo se está recuperando y creciendo mucho. España es un destino turístico mundial. En Madrid hemos empezado con un corner en el nuevo espacio Wow y también estamos notando ya la buena acogida por parte del público local y los turistas extranjeros.

Hablaba antes de que Londres es una capital con mayor atrevimiento estético. Pero, incluso allí, ¿cree que se está haciendo algo realmente nuevo en las últimas décadas, algo de verdad revolucionario en el vestir?

Lo cierto es que apenas hay un avance estético significativo, se está produciendo de forma muy lenta. Pero creo que, en este momento, esa revolución puede llegar desde el mundo digital, que es la gran novedad.

«El metaverso revolucionará la moda y la forma de vestir en la calle»

¿Desde la ropa para avatares llegará ese salto? ¿De verdad lo cree?

Es ese mundo es donde se están haciendo todas las fantasías imaginables; en el universo digital se están construyendo lenguajes visuales muy potentes y novedosos. Creo que de ahí saltarán al mundo real; confío en que el Metaverso acabará revolucionando la moda y la forma de vestir de la calle. Soy una persona muy positiva y espero que ese cambio empiece a pasar muy pronto.

¿Tendrá un impacto real en nuestro día a día?

¿Por qué no? Va a depender también de nuestras necesidades sociales y vitales. Hasta ahora ha habido mucho confort, pero quizá con este nuevo universo no se premie tanto la comodidad y sí la personalidad, la fantasía, la auténtica diversidad.

¿En dónde cree que reside su éxito, en un mundo tan complicado y con una competencia tan feroz como el de la moda?

Creo que los consumidores se identifican con nuestra manera de ser y de entender la moda: no nos tomamos la vida demasiado en serio y nos parece que la moda tampoco hay que tomársela de una manera tan solemne. Creo que se identifican con nuestros sentido del humor. Y luego, por supuesto, el producto, la calidad, el cuidado máximo de los detalles...

¿Cuáles son sus objetivos?

Seguir trabajando en la imagen de marca, para que el público nos vea como una firma de lifesyle y no solo de calzado, como ocurría hasta ahora. Y vamos a seguir explorando mercados como el francés y el norteamericano. Allí queremos abrir un espacio en Nueva York y ver las opciones que tenemos en Los Ángeles, donde tenemos muchas clientas.

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