actriz, modelo y escritora
actriz, modelo y escritora
Solo lleva cinco años trabajando en la industria del cine, pero Milena Smit (Elche, 1996) ya forma parte del selecto grupo de actrices que los directores quieren en sus producciones (acaba de confirmar que volverá a trabajar con Pedro Almodóvar), el público valora y las alfombras rojas incluyen entre sus invitadas. La última de ellas, Cannes.
«Tenía muchas ganas de conocer el festival y pisar esa alfombra, la verdad», confiesa sonriente. «Suelo ponerme un poco nerviosa cuando es la primera vez, como era esta, porque son espacios imponentes, hay muchísimos fotógrafos. Pero siento que cada vez tengo más seguridad en mí misma y disfruto. Cuando era más joven tenía la obsesión de que todo estuviese perfecto, estructurado, ahora tengo menos inseguridad».
Viendo cómo se desenvuelve frente a la cámara durante la sesión de fotos que ilustra esta entrevista, cuesta creer que Milena Smit dude de sí misma mientras el flash se dispara y sus poses se suceden. Antes de empezar, la actriz ha seleccionado una lista de reproducción de música experimental de Spotify, tal vez la banda sonora perfecta para acompasar sus movimientos y hacer del momento la versión actualizada del Here comes the hotstepper que inmortalizó la película de 1994 Prêt-à-Porter. Su experiencia como modelo se percibe desde el primer momento, pero ella tiene la modestia suficiente para preguntar a quienes le rodean su parecer. «Muchas veces tú te ves, o no, cosas que los demás sí. A mí, me ayuda mucho la opinión de otros, para cerciorarme de algo o descartarlo, porque, si no, me cuesta», señala.
A pesar de que en su corta carrera ya ha estado nominada a dos premios Goya, Milena Smit no tiene reparos a la hora de admitir que sufre «mucho síndrome del impostor porque mi forma de entrar en esta profesión fue cosa del azar. Me llegó a través de un Instagram, porque vieron una foto mía y estaban buscando algo muy concreto para el personaje», revela. Se trataba de No matarás (2020), que protagonizaba junto a Mario Casas.
«Para mí, a veces es muy difícil pensar que realmente soy merecedora de estar en esta industria, porque no vengo de una formación larguísima. En algunos momentos eso es un poco complicado de gestionar porque te comparas con tus compañeros, que tienen muchas tablas». Por eso, el someterse a un casting para su nuevo trabajo, Los sin nombre, que se estrena este 26 de junio en Movistar Plus+, ha sido un estímulo. «Fue algo importante, porque venía de proyectos en los que me habían cogido por mi nombre después de trabajar en producciones importantes. Me apetecía, para testar mis dotes de interpretación y un casting es la mejor forma. Pasarlo y que te den el papel después de que hubiesen visto a muchas actrices, compañeras que admiro, me motivó».
Con Pau Freixas en la dirección, Los sin nombre es un espectacular thriller en el que una mujer, Claudia (Miren Ibarguren), pierde a su hija, Ángela (Valentina Soleil Gaya), de forma traumática y siete años después descubre que, tal vez, esté viva. Para desentrañar el misterio contará con la ayuda de Salazar (Rodrigo de la Serna), el inspector que llevó el caso tras la desaparición, y de Laura, (Milena Smit), a la que Ángela le salvó la vida tras un accidente de tráfico.
MUJERHOY. Hábleme de su personaje en Los sin nombre.
MILENA SMIT. Laura es una chica con la que comparto algunas cosas. La desaparición de la niña que le devolvió la vida le lleva a obsesionarse con ella porque, de alguna forma, le ha dado un sentido a su vida y una fe que, a lo mejor, no tenía. Su prioridad es descubrir qué ha sucedido y, siete años después, ella sigue pensando que la niña tiene que ser descubierta, pero su fe ha perdido intensidad. Llega a dudar de sí misma y, cuando empieza a ver pistas, se agarra a un clavo ardiendo para descubrir la verdad.
Usted ha dicho que sus personajes le han servido para poner tiritas a situaciones de su vida, porque ha podido «entender y curar muchas cosas». ¿Con Laura ha puesto alguna nueva?
Sí, claro. Siempre tengo un link directo a mis personajes con algo personal y, cuando empezamos a trabajar en este papel, nos preguntábamos cómo vive una persona con tanto dolor, con tantas secuelas después de sufrir un accidente tan grave como el que ella tiene. Nueve meses antes me había operado de siete vértebras y lo conocía muy bien. Eran circunstancias diferentes, pero me ayudó a integrar el dolor físico, es como arrastrar una cadena con mucho peso. Vivir con eso tiene que ser muy difícil, ahí encontré mucha conexión con Laura.
Construyó el personaje con Pau Freixas...
Con Pau fue muy bonito trabajar porque estaba terminando de perfilar el guion junto a Pol Cortecans, y estaban definiendo mi personaje. Y, como soy un poco metomentodo, les dije cómo veía a Laura y entre todos hicimos un personaje muy especial. Para mí, era importante que se diferenciase de Miren Rojo, mi papel en La chica de nieve. Se trata de dos historias que no son, ni mucho menos, iguales, pero en ambas hay una desaparición de una niña y no quería que el público tuviera la sensación de que estaba viendo el mismo personaje. Algo a lo que también ayudó el trabajo del equipo de peluquería, maquillaje y vestuario, hicimos un look para Laura muy potente y forma parte de su personalidad.
La cicatriz que le dejó su operación de columna también es la de Laura, pero no así los tatuajes. Hábleme de ellos.
Empecé a tatuarme con 15 años, cuando llegué a la interpretación hubo quien se sorprendió, pero no he tenido nunca ningún problema, me los tapan o me los dejan, depende de si los quieren o no. La esfinge del gato de las costillas fue de los primeros que me hice, me lo tatué cuando mis abuelos fallecieron, en honor a ellos, porque dicen que a los faraones egipcios se les enterraba con los gatos a sus pies para que cuidasen de su alma. La balanza que tengo en el pecho es porque soy libra; otros simplemente me gustaban en la época en la que me los hice.
El personaje de Laura y Los sin nombre han llevado a la actriz a trabajar, de nuevo, en un thriller. Un género que está tan presente en su filmografía (No matarás, Madres paralelas, Tin & Tina, El Hoyo 2) que resulta inevitable preguntarle si ha llegado a sus trabajos por decisión propia o por azar. «Mi relación con los thrillers es una relación tóxica», comenta riendo. «No, me encanta, es uno de los géneros que más me gustan, pero me apetece probar otras cosas. Lo que pasa es que la gente me dice 'es que sufres muy bien'. Pero tengo más emociones que experimentar y a veces me da un poco de pena quedarme con eso». Paradójicamente, antes de ser actriz, Milena Smit era una chica que podía tener similitudes con los personajes que ha llevado a la pantalla, siendo una joven que ella misma ha calificado de «oscura», a la que le costaba encajar.
¿Qué consejo les daría a esas personas que atraviesan dificultades por no ser como los demás?
Les diría que al final, en la vida, cada uno es completamente diferente, no hay ninguna persona que sea exactamente igual a otra, con los mismos gustos, la misma personalidad. De lo que se trata es de estar cómodo con como tú te sientes sin tener que estar detrás de lo que los demás están haciendo. Eso es algo que ojalá yo hubiera sabido antes. He probado muchísimas cosas para descubrir realmente cómo era. Hace unos años, cuando me encontraba en una etapa mucho más oscura, para mí era muy complicado desprenderme de eso, pero era lo que ya me definía. Cuando empecé a no sentirme tan a gusto con esa oscuridad, y estaba entrando en algo más luminoso, más relajado, pensaba que no podría soltar esa etapa. Al final, he asumido que todas forman parte de mí y, según cómo me vaya sintiendo o la época que esté viviendo, me agarro más a una que a otra.
Alguna vez ha declarado que la fama te despersonaliza, ¿cómo se lucha contra eso?
Con mucha terapia y trabajándose mucho a uno mismo, quitándote muchas historias. Ahora estoy estudiando una formación de terapia transpersonal y no tengo ninguna intención de ser terapeuta. Pero sí que hay algo de querer trabajar mi desarrollo personal, no solo por mi relación conmigo misma, que es la más importante, sino mi relación con el resto de personas a mi alrededor, tanto a nivel personal como profesional. Siento que no solo las cosas como la formación ayudan, pero para mí lo más importante, sin duda, es la terapia, esa es la clave de todo.
El pasado mes de noviembre, Milena Smit publicó A pesar del vértigo (Editorial Harper Collins), un libro en el que vuelca sus experiencias vitales y amorosas, hablando de temas tan íntimos como la depresión, las relaciones tóxicas o los malos tratos físicos y psicológicos que sufrió antes de poner tierra de por medio e irse a vivir a Madrid. «Es una parte de mi vida muy importante y que me ha llevado adónde estoy ahora. Y cuando empecé a recibir el feedback de la gente me sorprendió para bien porque a veces es un poco duro, pero la gente ha conectado y lo ha podido llevar a sus propias vivencias y me alegra muchísimo».
¿Hubo quien la trató de forma diferente después de que llevase al papel experiencias tan personales?
No. De hecho me daba mucha vergüenza que lo leyera la gente que me conoce, especialmente mi familia, porque es muy personal y escribo sobre temas sexuales y muy íntimos, sentía un poco de apuro. Hay cosas que no he contado a mucha gente, aunque sea cercana. Publicando el libro creía que iban a descubrir algo de mí que no era a través de mí, pero a la gente en general le ha gustado.
Es importante que personas como usted visibilicen que también tienen problemas, para convertirse en un altavoz de temas a los que, tal vez, no se les da demasiada importancia.
Para mí es el sentido que tiene trabajar en esto, dar voz a temas que deberían estar mucho más normalizados y visibilizados. Son cosas que a alguna gente le gustaría poder propagar, lo intentan por muchos medios y, por desgracia, no llega ese mensaje. Creo que nosotros tenemos, ya no solo el derecho, sino un poco el deber. Entiendo y respeto que haya gente que no se quiera mojar, y es lícito, yo también hay ciertos temas que prefiero no comentar, pero cosas importantes, como yo siento que es de lo que hablo, pueden servir a mucha gente.
Volver a trabajar con Pedro Almodóvar tras su papel en Madres paralelas, que le valió una nominación a los Goya, hace que Milena Smit se sienta «muy feliz, emocionada de ser parte de una maravilla de guion como el de Amarga Navidad, y de poder compartir viaje rodeada de tantos compañeros y compañeras que admiro». A largo plazo, reconoce que le «gustaría probar con la comedia, incluso un musical o una comedia romántica», señala antes de confesar que, ante la posibilidad de probar suerte en Hollywood, ella solo aspira a «divertirme trabajando con la gente que me entienda, con la que me lleve bien, tanto compañeros como equipo».
La joven actriz, que antes de llegar a la industria que le ha hecho famosa se buscó la vida en Madrid como camarera, dependienta, auxiliar de información en el metro y recepcionista de un hotel, solo quiere «ir a trabajar y volver a casa diciendo: «Qué a gusto, cómo me gusta mi trabajo». Estamos haciendo cine y entretenimiento, hay que relativizar mucho, no estamos operando a corazón abierto. Lo único importante realmente es respetarse, tener buena educación, ser buen compañero y llevarse bien con todo el mundo».