Rada Akbar, Premio Mujerhoy 2021: «Las mujeres en Afganistán sienten que su vida se ha acabado»

Rada Akbar lleva cuatro meses en Francia, desde que abandonó Kabul en medio de la caótica evacuación precipitada por la llegada de los talibanes al poder. Artista visual, fotógrafa y activista por los derechos de las mujeres, su vida corría un peligro inminente en Afganistán. Ahora, su realidad es muy diferente. «Desde que llegué, me han dejado un estudio donde trabajar, he recibido una oferta del Pompidou y voy a colaborar con la artista Laurie Anderson», explica Akbar, que en noviembre participó en una exposición colectiva en París. «Pero tengo un gran sentimiento de culpa: yo estoy aquí, construyendo una nueva vida, expuesta al mundo del arte, mientras las mujeres en Afganistán no tienen los derechos más básicos. Es mi responsabilidad hablar de su situación».

Akbar, que nació en Afganistán durante la guerra afgano-soviética y pasó su infancia refugiada en Pakistán junto a su familia, aún tiene familiares en Kabul. «Sienten que su vida se ha acabado. Se te rompe el corazón cuando te dicen que piensan en el suicidio, igual que yo antes de irme. ¿Qué pasará cuando los talibanes estén más establecidos? Quienes aún están allí nos dicen que el mundo se ha olvidado de ellos. Es una situación terrible».

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Cuando tenía 13 años, su padre, un «feminista convencido», le regaló un libro sobre Frida Kahlo. Nunca ha querido ser otra cosa que artista. En 2018, inauguró Abarzanan («supermujeres»), una exposición inédita en Afganistán que pretendía visibilizar la historia de las mujeres afganas. Antes de abandonar el país, la artista preparaba un museo dedicado a ellas en Kabul. Al llegar a Francia, Akbar inició el proceso de asilo político, que todavía no ha concluído y que no le permite salir del país. Detesta la etiqueta con la que deberá convivir a partir de ahora. «Odio la palabra refugiada, porque te hace invisible, menos valiosa, como si no merecieras ciertas cosas... Pasa lo mismo cuando se habla de las «mujeres afganas», como si todas perteneciéramos al mismo paquete: mujeres que se visten o se comportan de una manera concreta y que no tienen acceso a los derechos humanos más básicos. Nunca he pensado que por mi nacionalidad merezca menos que nadie. Merezco los mismos derechos que cualquier mujer de mi país y de cualquier país de Europa».