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El final del verano es el momento ideal para resetear la piel y darle un extra de mimos. Tras semanas de sol, cloro, sal y cambios en la rutina, el rostro suele presentar signos de deshidratación, manchas, textura irregular y falta de luminosidad.
Por eso, cada vez más dermatólogos y esteticistas recomiendan el peeling post-vacaciones como uno de los tratamientos más eficaces para devolverle vitalidad y uniformidad al rostro. Este tipo de tratamientos permite eliminar impurezas y conseguir una piel más bonita tras las vacaciones. Ante ello, los peelings se convierten en una de las mejores opciones, pero surge la pregunta: ¿qué tipo de peeling necesito en esta época del año para recuperar mi luminosidad: enzimático o químico?
Eva Collar, esteticista y fundadora de los Centros de Estética Marquessa, responde a esta cuestión y explica las diferencias entre ambos tratamientos. El peeling enzimático es una exfoliación de origen natural no abrasiva, que trabaja a nivel superficial con una acción bioquímica suave. No obstante, pese a centrarse en la epidermis su acción es mucho más profunda que una exfoliación mecánica», explica Collar.
Este tratamiento se basa en enzimas provenientes de frutas como la papaya o la piña, que ayudan a eliminar células muertas sin agredir la piel. «A diferencia de otros tratamientos este respeta el microbioma cutáneo, lo que lo hace muy respetuoso. Entre sus beneficios se encuentran que uniformiza el tono, suaviza la textura y ayuda a controlar el exceso de sebo. Además, no tiene efectos secundarios, convirtiéndolo en un tratamiento perfecto para renovar la piel», añade la experta.
Por su parte, el peeling químico utiliza ácidos sintéticos como el glicólico o el salicílico. Eva lo define como «un tratamiento que puede llegar a una mayor profundidad y dependiendo del tipo y cómo se utilice hará desde exfoliaciones más superficiales que mejoren la textura y la luminosidad; a peelings más avanzados que estimulen el colágeno y atenúe las manchas y las cicatrices».
No obstante, la especialista advierte que «mientras el enzimático no genera irritación, el químico puede dejar la piel roja, con ardor o descamación, por eso debe aplicarse siempre bajo una supervisión profesional, e incluso algunos solo por médicos estéticos».
Tal y como expresa Collar, «el otoño reúne dos factores clave: una menor radiación solar y un clima más estable. Esto hace que haya un menor riesgo de hiperpigmentación posprocedimiento y una mejor cicatrización y confort. Por ello, el uso de cualquiera de estos dos tipos de peelings no está reñido en esta época, cada uno tiene sus ventajas y es adecuado para diferentes objetivos».
Si tienes la piel sensible, reactiva o con rosácea; lo mejor es el peeling enzimático. «Además, resulta la mejor opción para hacer un mantenimiento de la piel y evitar una piel apagada o con falta de luminosidad, ya que devuelve el brillo y uniformidad sin dañar la piel, permitiendo que se aplique con frecuencia», señala Collar.
Si por el contrario cuentas con una piel grasa, con acné activo o poros dilatados, es mejor acudir a un peeling químico. «Los ácidos lipofílicos como el salicílico penetran en el poro, regulan el exceso de sebo y reducen comedones», explica. También es la mejor opción para pieles con manchas solares, fotoenvejecidas o con líneas finas, ya que es capaz de llegar a capas más profundas y favorecer una renovación celular más intensa.
Si no lo tienes claro, lo ideal es acudir a un especialista y tener cuidado con los peelings que haces en casa. La piel no es un cartel de prueba y error. Cada persona merece una evaluación personalizada para definir el tipo, concentración y frecuencia del peeling ideal. La clave radica también en los cuidados posteriores, donde la hidratación es fundamental, junto a la aplicación de mascarillas que calmen la piel, y por supuesto la aplicación de protector solar».
HORÓSCOPO
Como signo de Fuego, los Sagitario son honestos, optimistas, ingeniosos, independientes y muy avetureros. Disfrutan al máximo de los viajes y de la vida al aire libre. Son deportistas por naturaleza y no les falla nunca la energía. Aunque a veces llevan su autonomía demasiado lejos y acaban resultando incosistentes, incrontrolables y un poco egoístas.