El peeling es uno de los tratamientos recomendados para renovar la piel a los 50 y a los 60

Con el paso del tiempo, la piel va perdiendo su capacidad de regenerarse con la misma rapidez que antes. Las arrugas, la falta de luminosidad o la textura irregular son algunos de los signos más visibles de este proceso natural, que se acentúa especialmente tras la menopausia. Los tratamientos de medicina estética buscan precisamente contrarrestar este envejecimiento cutáneo activando los mecanismos de renovación celular. Entre ellos, los peelings ocupan un lugar destacado por su capacidad de transformar la superficie de la piel y devolverle su brillo y suavidad.

Sin embargo, no todos los peelings son iguales ni todas las pieles maduras reaccionan del mismo modo. Es fundamental adaptar el tipo, la intensidad y la frecuencia del tratamiento a las características individuales de cada rostro. Realizados de manera adecuada y bajo supervisión médica, los peelings son una herramienta eficaz para mejorar la textura, las manchas y la luminosidad de la piel sin necesidad de recurrir a procedimientos invasivos. Conocemos sus características de la mano del equipo médico de Mira + Cueto y de la doctora Elena Jiménez, cirujana plástica y estética y directora médica de Eleca Clinic.

La doctora Elena Jiménez comienza explicando que «es muy importante valorar cómo es la piel en la madurez, especialmente después de la pérdida de las hormonas». Destaca que «en los 5 años siguientes a la menopausia vamos a perder casi el 30% del colágeno. Por lo tanto, nuestras pieles van a ser más finas, al ser más finas es más fácil que sea más sensible». Con este escenario, «los fibroplastos o esas células basales de la capa de la piel tienen menos capacidad de regeneración. Por lo tanto, nos vamos a encontrar con una piel que tiene peor textura y menos luminosidad».

La experta destaca que esta pérdida de densidad y vitalidad requiere tratamientos que impulsen la renovación cutánea.Los peelings, bien indicados, actúan como un reinicio controlado de la piel, ayudando a que las capas más jóvenes salgan a la superficie y mejoren su aspecto general.

«Dentro de los peeling existen distintas categorías. Hay unos peelings que son más superficiales, que van a trabajar las capas de la piel muertas, las capas superficiales de la epidermis. Hay unos medios que van a llegar a la zona de la dermis y luego ya están unos profundos, que generalmente suele ser el peeling de aceite de crotón, que van a llegar a unas capas mucho más profundas, que se tienen que hacer incluso con sedación y que hay que controlarlos mucho y hay que ser un especialista en este tipo de peeling», explica la doctora Jiménez.

Por su parte, el equipo médico de Mira + Cueto coincide y precisa que «existen dos grandes grupos: peelings domiciliarios —que incluyen alfa-hidroxiácidos (AHA, como glicólico y láctico), beta-hidroxiácidos (BHA, como el salicílico), retinoides (retinol) y enzimas naturales (papaína, bromelina)— y peelings clínicos o profesionales, que se realizan en consulta con concentraciones más altas y agentes como el tricloroacético (TCA) o el fenol, capaces de llegar a capas más profundas de la piel y tratar arrugas, manchas marcadas o daño solar avanzado».

En el caso específico de las pieles maduras, que tienen unas características especiales, menciona la doctora Jiménez que «cuando una persona no quiere someterse a un tratamiento muy intenso, generalmente se van a combinar los peelings superficiales, que le van a permitir la incorporación a la vida diaria prácticamente en el momento, un peeling medio, que va a hacer que esté como 3 -4 días como máximo sin su vida diaria». ¿Qué ocurren con los profundos? La profesional advierte que en este caso «vamos a tardar entre una semana y quince días en poder hacer vida normal».

Una de las dudas más comunes es si se puede conseguir el mismo efecto con productos domésticos. La respuesta, en palabras de la doctora Elena Jiménez, es clara: «Lógicamente el peeling que se realiza en una casa no es un peeling médico, no está controlado por un médico, no está indicado por un médico y no ha habido un diagnóstico previo de esa piel por un médico». Por otro lado, menciona que «además, para evitar complicaciones de los peeling que se hacen a nivel domiciliario, las concentraciones de los activos son bastante más bajas. En cambio, en las clínicas y en las consultas tenemos esas concentraciones más altas». Concluye que «en el caso de los peeling profundos es cuestión de minutos y hay que controlar el proceso o podemos tener una complicación».

El equipo de Mira + Cueto refuerza la idea de aprender a diferenciar procesos. «En casa, los peelings son siempre superficiales, formulados en baja concentración para minimizar riesgos. Sus resultados son progresivos y discretos». Sin embargo, las profesionales consideran que «en consulta, los peelings son más fuertes, necesitan siempre supervisión médica porque al actuar en capas más profundas de la piel pueden provocar algunos efectos secundarios. Como irritación intensa aparece porque la piel pierde temporalmente parte de su barrera protectora». Hay que prestar especial atención a las manchas oscuras (hiperpigmentación) porque estas «surgen si la piel recién exfoliada se expone al sol sin protección adecuada». También con las «cicatrices, aunque poco frecuentes, pueden aparecer si la piel no cicatriza bien tras un peeling muy agresivo o si se aplican concentraciones mal indicadas».

El peeling en las pieles maduras es un complemento a la rutina que puede ser muy beneficioso. La doctora Jiménez lo recomienda para «activar el metabolismo de la piel, mejorar la textura y aumentar la luminosidad». Eso sí, advierte que «con el paso del tiempo, las pieles finas o las pieles secas tienden a tener más arruguitas, son más sensibles y son más finas, y las pieles grasas van a tener los poros más dilatados» y, además, «vamos a tener en ambos casos una tendencia a manchas solares». El peeling, combinado con otros tratamientos y cuidados, «va a mejorar esa textura y esa luminosidad, pero a la larga no va a cerrar un poro, necesitamos una rutina diaria de cremas a nivel domiciliario, pero también necesitamos la aplicación de ciertos láseres o de ciertos skin booster». Esto hará, en palabras de la cirujana plástica que «el tratamiento sea mucho más activo y con unos resultados más claros».

Desde Mira + Cueto puntualizan que «en pieles a partir de los 40 años los peelings son útiles para mejorar la elasticidad y luminosidad, tratar manchas y pigmentación irregular, suavizar líneas finas y aportar mejoría en la textura. En piel madura se prefiere comenzar con peelings suaves (domiciliarios o superficiales en consulta), ya que esta piel por lo general es más sensible a la irritación y al daño de la barrera cutánea.»

Debemos de ser cuidadosos con los tiempos de realización de los peelings ya que podemos dañar a nuestra piel. Para la doctora Jiménez este debería de ser «como mucho, una vez al mes. Cuando se realiza una agresión, por muy controlada que sea, de forma puntual o de forma demasiado frecuente, podemos incurrir en el efecto secundario, en que la piel se vuelva sensible, en que la piel se vuelva demasiado reactiva, o incluso en que aumente la cantidad de células muertas para protegerse». Por estos motivos la profesional advierte que «como máximo es una vez al mes, y lo ideal en muchos casos sería cada seis semanas, siete semanas, o sea, mes y medio, más o menos». Recomienda que «después de cualquier peeling hay que evitar por completo la exposición solar. Hay que hidratar y seguir exactamente las indicaciones que se dan inmediatamente después del peeling».

Concluyen en Mira + Cueto que en el caso de los «peelings domiciliarios, una vez por semana o cada 15 días, según tolerancia, en ciclos de 4–8 semanas con descansos». Para aquellos clínicos, «cada 4–6 semanas, adaptando la pauta al tipo de piel, la profundidad del peeling y la época del año». También recuerdan la importancia de «usar fotoprotección diaria, evitar sobreexfoliar —más no es mejor— y extremar la precaución en pieles oscuras o con tendencia a la hiperpigmentación«.