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Ahora que solo le queda un corgi a la reina Isabel II es momento de recordar por qué tendrían que haber tenido más importancia en The Crown

Con la muerte de Vulcan, a la monarca británica solo le queda uno de sus inseparables corgis de los que un día llegó a tener más de treinta.

Pincha en la foto para descubrir cómo ha sido la vida de la reina Isabel en fotos./gtres

Pincha en la foto para descubrir cómo ha sido la vida de la reina Isabel en fotos. / gtres

Carmen Raya
CARMEN RAYA

Han sido, sin dudarlo, los grandes olvidados de ‘The Crown’. La serie que recorre la historia de una de las familias reales europeas (Diana de Gales también cuenta) con más escándalos amorosos a sus espaldas les ha dado la espalda (valga la redundancia) a los que nunca dejaron sola ni abandonaron a la monarca británica ni en sus peores momentos: sus mascotas. El periódico inglés ‘Daily Mail’ anunciaba hace tan solo unos días que Vulcan, uno de los dos únicos corgis que le quedaban a la reina, fallecía dejando un profundo pesar en su dueña.

El can, que era un cruce entre un Pembroke Welsh Corgi y un perro salchicha, fue enterrado en los jardines del palacio de Windsor donde yacen también los restos de otros de los ‘miembros reales caninos británicos’. Porque, aunque esta definición pudiera parecer una licencia creativa, no lo es. Fue el padre de la propia reina Isabel II, el monarca Jorge VI, quien en el año 1933 se hizo con un corgi llamado Dookie. Este, según aseguran varios biógrafos de la familia real británica, se convirtió rápidamente en un miembro más de la familia real yendo con ellos a casi todas partes.

Gtres

Fue en ese preciso momento cuando la reina Isabel II, quien tenía 7 años, desarrolló su pasión por esta raza que se caracteriza por su carácter inteligente y cariñoso, y que destaca, en el mundo canino, por su formidable fortaleza física. Normal que algunos piensen que todas estas características también pueden encontrarse en la que es una de las reinas más respetadas del mundo: la propia monarca británica. Consciente del gran apoyo y alegría que su hija mayor había encontrado en estos canes, el rey Jorge VI le regaló, por su dieciocho cumpleaños, una hembra corgi llamada Susan.

Ni todas las joyas de palacio, ni los bailes, ni las cenas de gala, ni siquiera el haberse casado con el hombre que ella quería (y por el que casi nadie apostaba), consiguieron separar a la monarca de Susan. Prueba de ello es que la reina Isabell II se negó a dejar a su mascota en palacio durante su luna de miel con el duque de Edimburgo y ordenó que fuese con ellos. El problema es que la pareja se trasladaba al aeropuerto en un carruaje abierto y la perrita fue colocada bajo una alfombra a los pies del vehículo para que pudiese estar en todo momento al lado de su dueña.

Olivia Colman como la reina de Inglaterra en The Crown.

Algo que podría parecer una anécdota, pero que refleja el gran amor y la inmensa compañía que Susan proporcionaba a la reina. De ahí que la monarca la cruzase para tener cachorros y desde ese día todos los corgis que ha tenido han sido descendientes de la que fuese el regalo más especial que recibiese nunca por parte del rey Jorge VI. De hecho, tras la muerte de Susan en 1959, la reina Isabel II diseñó ella misma la lápida en la que se puede leer, por orden de la monarca, la siguiente frase: “Por casi 15 años de fiel compañía a la Reina”. Dato curioso es que esos bocetos intentaron ser vendidos en una subasta, pero la casa real británica consiguió frenar su salida al mercado.

Más allá del importante papel que juegan en su vida personal sus corgis, lo cierto es que la reina Isabel II fue poco a poco haciéndolos visibles en sus apariciones públicas y, por lo tanto, forman parte de su vida ‘profesional’. Sus mascotas se han convertido en todo un símbolo de la corona. Tanto es así que la monarca fue retratada por su 90º cumpleaños por el objetivo de Annie Leibovitz y allí estaban ellos. La monarca decidió que para celebrar una fecha tan señalada posaría (además de con sus nietos) con sus cuatro corgis: Willow, Vulcan, Candy y Holly. Una preciosa imagen que fue tomada en las inmediaciones del castillo de Windsor y que dio la vuelta al mundo.

Retrato oficial de la reina Isabel II de Annie Leibovitz..

De esta imagen, por desgracia, ya solo queda Candy (quien aparece a la derecha de esta imagen, a los pies de la monarca) dado que la reina decidió no sumar ningún otro miembro canino a la familia porque no quería que se quedasen “solos” cuando ella falte. Sin duda, la historia de amor más pura y sincera que ‘The Crown’ se ha dejado en el tintero.

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