ENTREVISTA

Hablamos con Iris, nieta de Concha Piquer: de la subasta de las joyas de su abuela al pendiente que perdió en la boda de Lolita

Acaban de subastarse en la sede parisina de Sotheby's algunas de las piezas de Concha Piquer, que había heredado su madre, la recordada Concha Márquez Piquer.

Las joyas de Concha Piquer han sido subastadas en Sotheby's., gtres
Hablamos con Iris, nieta de Concha Piquer, sobre la subasta de las joyas de su abuela
Juanra López
Juanra López

El pasado mes de marzo se subastaron diez piezas del joyero de Concha Piquer, que heredó su única hija, Concha Márquez Piquer, y que tras su muerte, el 18 de octubre de 2021, pasaron a manos de sus dos hijas, Concepción, fruto del primer matrimonio de la artista con el torero Curro Romero, e Iris, nacida de su segunda boda con el actor Ramiro Oliveros.

Algunos medios hablan de que las dos herederas habrían conseguido unos 200.000 euros, pero es una cuestión, la monetaria, que dejamos fuera de nuestra conversación telefónica con Iris Oliveros, quien estuvo presente en la sede parisina de Sotheby's en la que diez distintos compradores se hicieron con estas joyas que lució la mítica intérprete de Ojos verdes y En tierra extraña. «Yo pude ir. Fue muy emotivo, muy bonito. Sobre todo que hay personas a las que les gustan mucho este tipo de joyas y que van a poder disfrutar de estas piezas. Nos pareció una buena idea», nos cuenta.

Las joyas subastadas tienen el doble valor, como espléndidas piezas de orfebrería, pero también, para los mitómanos, la gran estrella que fue su propietaria, Concha Piquer: «La idea que tuvieron en Sotheby's fue organizar las piezas en una colección para contar su historia y describir en el artículo del catálogo quién era ella, aunque mucha gente ya lo sabía. Era un buen momento para aprovechar y contar su historia, que es historia de nuestro país. Cuando tuvimos la idea de la subasta contactamos con Sotheby's y nos dijeron que el público ideal para la subasta de la abuela era París, aunque tienen sedes en Suiza, Londres y Nueva York también. En este caso, nos dejamos aconsejar».

Algunos medios han sacado también la cifra de que se ha subastado un 30% de esas piezas de joyería, pero Iris le quita valor a esta estimación: «No te sabría decir si ese número es correcto. Escogimos una serie de piezas, no entramos en porcentajes. Supongo que como se conocen muchas piezas de ella, sobre todo a partir de fotos de archivo, se debió de llegar a esta conclusión».

Hablamos con Iris con una de las joyas que más lució en público su madre, Concha Márquez Piquer: «El collar de perlas con el broche sí se subastó el día 27 de marzo. Es un collar que no nos vamos a poner ni mi hermana ni yo por el estilo de vida que llevamos. Tenemos otras piezas que hemos decidido quedarnos. El collar de perlas y el broche eran de mi abuela, pero fue mi madre la que creó la pieza juntando ambas partes».

Una anécdota similar a la que vivió Lola Flores en pleno directo

Hay una joya que siempre acompaña a la hija menor de Concha Márquez Piquer: «El anillo que llevaba mi madre con la R de padre. El de mamá me entra perfecto, porque el de mi padre, lógicamente, no me queda. Es como llevarles a los dos conmigo. No me lo quito desde que falleció mi madre».

Igual que a Lola Flores se le perdió un pendiente en el programa de Íñigo y el vídeo de ese momento en plena actuación en Florida Park sigue siendo a día de hoy muy viral, Iris extravió un pendiente en el banquete de la boda de Lolita Flores en Marbella: «Lo recuperé. Lolita paró la boda, se subió al escenario, cogió el micro y lo dijo. Estaba debajo de una mesa. Debió de ser que bailando se me cayó, alguien le dio una patada o algo, y apareció. ¡Me hubiera matado mi madre! Si vuelvo sin los pendientes, mejor no haber vuelto».

Concha Piquer, con algunas de las joyas que heredó su hija, Concha Márquez Piquer. GTRES

Una de las iniciativas sobre la que Iris se ha manifestado en algunas entrevistas es realizaruna exposición itinerante con los fondos artísticos de su abuela: «No hemos puesto en marcha el proyecto, pero hay un montón de vestidos, baúles y muchas cosas preciosas que tenemos guardadas en una finca. Están muy bien conservadas y pensamos que para mantener su historia viva sería una buena idea organizar una exposición itinerante, para que la gente pueda tener acceso a todos estos recuerdos. Los vestidos no dejan de ser como joyas también, por cómo se trabajaban antes, cómo se confeccionaban…»

Y añade: «Mi abuela lo cuidaba muchísimo. Es alucinante ver estos vestidos de los años 30 y los 40 en perfecto estado. Te preguntas cómo es posible que se mantengan tan bien. También tenemos trajes de la gente que salía en sus espectáculos, de las bailarinas… Creo que es muy interesante que todo esto se pueda conocer».

Los fans de Concha Piquer tienen su propio santuario en Valencia: «Lo que mi madre cedió a la Casa Museo Concha Piquer se va a quedar allí, esa es nuestra pretensión. Esto sería organizar algo que pudiera moverse por España, pero para ello debemos organizarlo muy bien y hablar con los ayuntamientos de las distintas ciudades que podrían estar en ese itinerario», nos comenta.

Mantener vivo el legado familiar

Otro de los proyectos que tienen en mente, Concha Romero e Iris Oliveros es poner en marcha la Fundación Concha Piquer: «Tenemos un poco parado lo de la fundación, porque nos hemos tenido que ocupar de otras muchas cosas. Nos encantaría hacerlo, pero es complicado, requiere de muchos elementos. No hemos sacado el tiempo, pero no es una idea que tengamos para nada descartada».

Aprovechamos nuestra conversación para recordar a Concha Márquez Piquer, quien heredó de su madre, Concha Piquer, la profesionalidad y el perfeccionismo, el dar lo mejor de sí misma cada vez que se mostraba en público: «A mamá le encantaba cuidarse, se cuidaba mucho la cara y eso que tenía un cutis envidiable. Era una mujer tremendamente coqueta, miraba el detalle, escogía muy bien lo que se iba a poner y qué complementos, el maquillaje, el peinado. Era coqueta hasta por estar por casa. Si venían amigos, aunque fueran íntimos, no la podían ver si no estaba arreglada».

Recordamos también cómo Cóncha Márquez Piquer era una rara avis en un ecosistema en el que la formación intelectual no necesariamente sumaba para abrirse camino como artista: «Mi madre tuvo el privilegio de tener una educación exquisita, porque mi abuela viajaba mucho en esos momentos por trabajo. Mamá hablaba francés, inglés e italiano a la perfección. En sus últimos años de vida, que no los practicaba tanto, los hablaba muy bien. Llamaba la atención. Tenía amigos en Francia y cuando la escuchaba hablar por teléfono me quedaba maravillada porque no practicaba ni veía películas en francés. Tenía muy buen oído».

Iris, con sus padres, Ramiro Oliveros y Concha Márquez Piquer. GTRES

Respecto a lo complejo que es salir adelante como artista siendo hija de un mito viviente, Iris sostiene que «podemos decir que tal vez mi abuela le hizo un poco de sombra, pero ella tenía su propio estilo. Igual que cantaba canciones de mi abuela, sacó un repertorio propio con otros estilos, con canciones como Cambalache, Come ti amo, I love Paris… Sacaba canciones en otros idiomas para demostrar que tenía ese estilo propio».

Recordamos también a su padre, Ramiro Oliveros, de cuya muerte se cumple un año este 26 de abril. Tuvo una carrera muy notable en cine, televisión y, especialmente, teatro: «Mi padre tenía una personalidad arrolladora, como mi madre, era un hombre con un sentido del humor increíble. No he conocido a nadie igual. Se desvivía de amor por mi madre. Era a quien a más querido en su vida. A mí me adoraba, pero a ella la quería y la admiraba como a nadie. Ellos tuvieron un acuerdo, decidieron que cuando les saliera trabajo a los dos iban a evaluar las propuestas, en el caso de mi padre una obra de teatro o una película, y mi madre, una gala, para decantarse por una u otra. Así no se separarían. En realidad solo se separaron dos noches en todos los años que estuvieron juntos. Muchas veces le salían cosas a mi madre y papá renunciaba a trabajos para estar con ella».

La gran historia de amor de Concha Márquez Piquer y Ramiro Oliveros

Aunque estuvo casado anteriormente en dos ocasiones, el gran amor de la vida de Ramiro Oliveros, fue, sin duda, Concha Márquez Piquer: «Mi padre cuando se fue mamá se fue apagando a una velocidad increíble. A mí me amaba profundamente, yo estuve con él este año y medio, dejé todo para estar a su lado. Me fui a vivir con él y vi lo que es morir de amor. Se ponía a mamá en la televisión, leía poemas que le había escrito a todo lo largo de su matrimonio. Mi padre le escribía poemas desde 1980 cuando se conocieron y se los dejaba en la almohada, porque siempre se levantaba antes que ella. Cuando cumplieron 30 años de casados, recopiló todos esos folios y los hizo un libro. Lo sacaba y lo leíamos juntos. Con mi madre se fue parte de él y se dejó ir», nos cuenta Iris.

Y concluye: «He tenido la suerte de conocer ese amor de verdad, de saber que existe. Tenían sus discusiones, peleaban, tenían unas grandes broncas porque tenían los dos un carácter muy fuerte, pero el amor estaba por encima de todo. Es una de las grandes lecciones que me han dejado».

Un momento muy duro para cualquier persona que ha perdido un familiar es cuando 'hay que deshacer la casa', como contaba aquella popular obra de Sebastián Junyent, que llevó al cine José Luis García Sánchez con Amparo Rivelles y Amparo Soler Leal, en la que interpretaban a dos hermanas que se tienen que repartir una herencia. Iris admite que el proceso de volver sobre las pertenencias de sus padres no ha sido fácil: «Sí, me cuesta, pero recuerdo todo con mucho cariño. Como estoy viviendo en su casa, que está decorada con muchas cosas que no van conmigo, he conseguido quedarme con muchas que sí, guardar otras y deshacerme de algunas. Es difícil, pero la vida sigue. Que te deshagas de cosas materiales, no significa que te deshagas del amor que les tienes».

HORÓSCOPO

HORÓSCOPO

Sagitario

Como signo de Fuego, los Sagitario son honestos, optimistas, ingeniosos, independientes y muy avetureros. Disfrutan al máximo de los viajes y de la vida al aire libre. Son deportistas por naturaleza y no les falla nunca la energía. Aunque a veces llevan su autonomía demasiado lejos y acaban resultando incosistentes, incrontrolables y un poco egoístas.