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La película de tu vida

Anne Igartiburu nos ofrece, una semana más, su reflexión.

Escena de 'Lost in traslation'. / d.r.

Anne Igartiburu
ANNE IGARTIBURU

En poco tiempo hemos pasado de no ser aparentemente relevantes, a tener nuestra propia película en una vida virtual. En ella somos protagonistas de un rodaje interminable en el que se cambia de escenario y personajes de manera irremediable. Ya no sabemos si somos los actores principales o meros figurantes de nuestro propio filme y si la obra es un cortometraje o un documental de animales salvajes.

La desorientación nos invade a menudo, aunque no nos damos casi ni cuenta en la mayoría de las ocasiones. Y no es para menos, entre 'likes' en las redes, postureos varios y ganas de gustar y complacer, se va el tiempo. Y si además de eso, empleas tu energía en posicionarte, opinar y argumentar tus opiniones, ten por seguro que lo más probable es que termines exhausto.

¿Es necesario tanto juicio por muy leve que sea?

Pero ¿es necesario tanto juicio por muy leve que sea? Me pregunto en qué momento hemos caído en las redes de este ritmo frenético que nos hace valorar en tiempo real la necesidad de encontrar una identidad social. Una identidad que además dudo que sea tan reconfortante a largo plazo. La mera idea del sentido de pertenencia hace que nos posicionemos hacia algunas tendencias que son a su vez tendenciosas y tentadoras. Me viene a la memoria una de mis películas favoritas, 'Lost in Translation', con un Bill Murray soberbio en el papel de estrella con una vuelta de tuerca de más. Junto a una perdida Scarlett Johansson, que busca su lugar. Cercanías y distancias en la necesidad de darle sentido a la vida mientras ahí fuera, todo se mueve.

Anuncios con grandes lemas, poses en las redes, gestos medidos con un claro propósito... nada se deja al azar. Adivinar quiénes somos entre tanto ruido y distorsión, se convierte en todo un reto hasta para los más auténticos y puros. La identidad pasa a ser un frágil elemento que muta cual lagarto de aquellos que veíamos en la serie V cuando éramos más chicos. La espontaneidad es un arte difuso que quedó para los que mantienen su esencia intacta de manera innata.

Mire donde mire, encuentro mensajes que me invitan a calibrar la pertinencia de los datos entrantes. Creo que me he acostumbrado a valorar rápido e intentar imponer el mayor criterio a estas valoraciones. ¡Total! Un agotamiento para mis neuronas que a ratos ya ni carburan. Los datos se acumulan en nuestra bandeja de información entrante y seguimos etiquetando todo lo percibido desde nuestros sentidos, filtrando lo relevante o no, en base a nuestro criterio más personal.

Confieso que huyo de etiquetas y clasificaciones cada vez más, y que eso me permite tener una nueva visión de este 'set' de rodaje sin necesidad de sacar más conclusiones que 'lo que es, es'. Detente por un minuto a pensar en quién te has convertido gracias a este rol social que has adquirido en el tablero sin darte cuenta y que no puedes dejar de jugar.

Quién eras hace no tanto tiempo. Quién querías ser y en base a qué inquietudes. Intenta hacer un ejercicio de observación del instante en el que te sentiste verdaderamente auténtico o auténtica. Lo que estabas haciendo y lo que te motivaba sin condicionante alguno. Sin que nada influyera en tu ser.

Asegúrate de que nada ha quedado en el camino. Y si es así, y te atrae la idea, recupéralo para poner en práctica aquello que te acerque a lo que está más en la línea de tu coherencia. No es fácil 'recalcular' con este GPS, porque supone cuestionar algunas certezas... pero seguro que merecerá la pena que la brújula de tu verdadera película, te indique la senda.

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