Hace unos días, Nicolás Maduro juraba su cargo como presidente de Venezuela para un nuevo mandato de seis años. Cada vez más aislado por la comunidad internacional y considerado ‘ilegítimo’ por muchos gobiernos extranjeros, Maduro se enfrenta a una terrible crisis nacional debido a la hiperinflación de su moneda y la escasez de alimentos. A su lado, estaba Cilia Flores, su mujer, la primera dama del país y una de las personas más poderosas de Venezuela. Se conocieron hace 20 años, cuando él trabajaba como guardaespaldas de Hugo Chávez y ella era una de sus abogadas defensoras. A la sombra del comandante, los dos consiguieron medrar dentro de las estructuras del poder político venezolano: él se convirtió en la mano derecha del presidente y ella fue primero diputada y después, la primera mujer en presidir la Asamblea Nacional venezolana.
Se casaron en 2013 en una ceremonia civil secreta, después de que los dos formalizaran sus respectivos divorcios. Muy bien conectada, hay quien dice que Flores aglutina más poder que su propio marido. Su carrera, eso sí, no está exenta de escándalos: se le ha acusado de nepotismo por “enchufar” a cerca de 40 parientes en diferentes cargos del Congreso venezolano, dos de sus sobrinos cumplen condena en Estados Unidos por haber tratado de traficar con 800 kilos de cocaína y, en septiembre, el gobierno norteamericano anunció sanciones económicas contra ella. Seguidora del gurú indio Sai Baba, su mal genio es legendario, igual que su ecléctico estilo a la hora de vestir: lo mismo luce trajes de Chanel que chándals con la bandera venezolana. Y hasta ha sido la estrella de su propio programa de televisión: Cilia en familia. Ahora, a sus 62 años, vuelve a ser la primera dama, aunque el régimen bolivariano prefiere referirse a ella como la ‘primera combatiente’ y todo el mundo en Venezuela la conoce por el apodo cariñoso que utiliza su marido: ‘Cilita, la bonita’.
Segundo aniversario...
Se cumplen dos años desde que el matrimonio Trump se instaló en la Casa Blanca y, en ese tiempo, cada gesto, cada outfit y cada palabra de la primera dama ha sido diseccionada hasta el hastío. Quizá también porque apenas ha concedido dos entrevistas televisivas, pero aún no ha protagonizado una portada. Y eso es una rareza para una primera dama como ella. Michelle Obama, por ejemplo, acaparó 12 portadas en dos legislaturas, tres de ellas de la revista Vogue. Aunque es público y notorio que Anna Wintour, todopoderosa directora de la publicación y simpatizante de Hillary Clinton durante la campaña, nunca ha sintonizado con los Trump, en 2017 Wintour reconoció que la primera dama protagonizaría, antes o después, la portada de su revista. Pero, desde entonces, no ha habido señales de acercamiento.
Hace unos meses, Wintour reconoció que los Trump ya no eran bienvenidos en la gala anual del MET, de la que antes solían ser asiduos, y en agosto la publicación le dedicó un reportaje y una sesión de fotos a Stormy Daniels, la exestrella del porno con la que Trump tuvo un 'affaire' estando ya casado con la exmodelo. Mientras tanto, Melania sigue esperando...
Primera compañera
Se llama Jennifer Siebel, es la mujer del nuevo gobernador demócrata de California, Gavin Newsom, y ya ha dejado claro que no quiere que nadie se refiera a ella como ‘primera dama’. Siebel prefiere el término ‘primera compañera’. Activista, abiertamente feminista y directora de documentales como el reivindicativo Miss Representation, Siebel fue actriz en series como 'Mad Men' o 'Numb3rs' antes de conocer a Newsom en una cita a ciegas. Se casaron en 2008 y tienen cuatro hijos. La toma de posesión de Newsom, que fue alcalde de San Francisco entre 2004 y 2011, ha dado la vuelta al mundo. Sobre todo, por la insistencia de Dutch, su hijo de dos años, en subir repetidamente al escenario para abrazar a su padre. Los Newsom forman una familia tan fotogénica y ‘presidenciable’ que los medios norteamericanos ya hablan de su futuro asalto a la Casa Blanca. Quizá no en 2020, pero puede que sí en 2024.
