Las bodas secretas de Esther Doña: herencias, negocios fallidos y romances otoñales

Todos los amores de Esther Doña tienen rasgos comunes: hombres maduros, bodas secretas y patrimonios que acaban lejos de su alcance.

Esther Doña y su último marido, Carlos Falcó, marqués de Griñón. / gtres

Silvia Vivas
SILVIA VIVAS

Si de algo puede presumir Esther Doña a lo largo de su existencia amorosa es de ser una mujer con tres principios inamovibles en el amor: sus romances han sido sinceros, con hombres mayores que ella y oficializados con bodas cuasi secretas. Así pasó tantos con sus primer par de maridos como con su boda con Carlos Falcó, marqués de Griñón.

Además de con el mediático marqués de Griñón, Esther Doña ya ha pronunciado el «sí quiero» en otras dos ocasiones con dos afortunados empresarios españoles, eso sí, todos sus enlaces se han producido de forma discreta. De hecho, de sus bodas «secretas» la única que dio el salto a los medios fue la que la unió en 2017 al padre de Tamara Falcó.

Así fue la boda secreta (y la reboda) de Carlos Falcó y esther Doña

Por supuesto fue el BOE de las publicaciones del corazón en febrero de 2016 quien descubrió al mundo que el marqués de Griñón, de 79 años, tenía un nuevo amor: una joven llamada Esther Doña Morales con la que acudió de la mano a una cena en el Ritz en honor del príncipe de D'Arenberg.

Su romance más que otoñal con el veterano marqués tenía todos los ingredientes para llamar la atención de la prensa. La belleza de la novia y la diferencia de edad entre los enamorados era tan obvia que desató toda una serie de especulaciones sobre cómo había alterado el noviazgo la relación del marqués con sus cinco hijos.

Unos rumores acrecentados quizá por los propios implicados en la relación, que jugaron al despiste sobre la fecha de cumpleaños de Esther Doña. La ex modelo afirmaba entonces que había cumplido 42 años cuando en realidad solo tenía 37 y le separaban más de cuatro décadas de su futuro esposo.

Que la irrupción de Esther Doña en las páginas couché coincidiera con la firma de los papeles del divorcio de Carlos Falcó con Fátima de la Cierva y que tras esa firma la pareja corriera a inscribirse en el registro de parejas de hecho añadió más leña al fuego. Tanto que el hijo menor del marqués, Duarte, llegó a opinar a los medios sobre la nueva relación de su padre quitándole importancia a esta unión: «Casado no está. El matrimonio es otra cosa».

Pero si ese paso les gustó poco a los que miraban de reojo a Esther Doña, el siguiente movimiento les debió de dejar aún más descolocados: una boda civil celebrada por sorpresa en pleno mes de julio apenas un año después de que la malagueña fuera presentada en sociedad como pareja del aristócrata.

El matrimonio civil se celebró el 22 de julio de 2017 en los jardines del palacio madrileño El Rincón, propiedad del marqués, ese que ha servido de set de rodaje para la docuserie de La Marquesa de Tamara Falcó, fue testigo de la unión de Julio José Iglesias con Charisse y ahora mismo está en venta.

Esta boda, de la que la prensa no se enteró hasta el día después y vía agencia Efe, contó con un escaso, selecto y excepcionalmente reducido grupo de invitados (básicamente los dos necesarios para que la unión fuera legal) que hablaban maravillas del mono blanco que llevaba puesto la elegante novia. El tercer privilegiado que disfrutó del evento fue el oficiante de la ceremonia, el alcalde de Aldea del Fresno en aquel momento Guillermo Celeiro.

Tras el enlace y la sorpresa inicial, llegó la luna de miel en África con parada en Tánger, y dos meses más tarde una especie de reboda celebrada en septiembre en el mismo escenario, con 150 invitados (pero sin cuatro de los cinco hijos del marqués), concierto, reportaje gráfico en el ¡Hola! y una Esther Doña despampanante vistiendo dos diseños nupciales de Rosa Clará.

Desafortunadamente para Esther Doña su historia de amor perfecta con palacio, título de marquesa consorte y viñedo incluido acabó de forma abrupta con la inesperada muerte en 2020 del marqués y los desencuentros iniciales con sus hijos por la herencia que acabará definitivamente de resolverse cuando se venda El Rincón.

Los primeros (y ruinosos) matrimonios de Esther Doña

Las anteriores uniones matrimoniales de Esther Doña también culminaron en boda, eso sí, de ellas no ha trascendido ni una sola imagen y ni una sola declaración. Todo un logro para una mujer que pasó de corista de Julio Iglesias y modelo de las agencias Chic Models y Nueva Moda a marquesa de Griñón sin pestañear.

Lo que sí han trascendido son algunos detalles de esas parejas, todas ellas mayores que Esther Doña. Una tendencia por el romance otoñal que pareció cultivar la viuda de Carlos Falcó desde bien joven si hacemos caso a lo que el actor Máximo afirmó en LOC, que había mantenido una relación con Esther Doña de dos años de duración cuando ella contaba solo con 19 (y él había superado los 50).

La diferencia de edad de Esther Doña con su primer marido, Francisco Garrido, era de 25 años. Para él la boda con Esther Doña que tuvo lugar en 2004 se convirtió en su segundo matrimonio. Una vez casados, la pareja se instaló en el barrio de Santa Eugenia de Madrid en un piso que posteriormente se vendió tras el divorcio por más de 200.000 euros.

Se desconoce por qué la pareja decidió separarse, pero sí que junto a su primer marido Esther Doña comenzó a hacer sus pinitos como empresaria poniendo en marcha en Madrid un centro de estética y masajes llamado Karma Estética que abandonó en 2006.

Su segundo matrimonio abrió a Esther Doña las puertas del lujo y la vida en Londres. En la capital de Reino Unido conoció a su nuevo amor, el empresario español cuyas iniciales son A.J.M.H. y del que no guarda un buen recuerdo como ella misma explicó en el libro que publicó tras la muerte del marqués. La pareja se casó en 2011 en una boda que la exmodelo afirma que nunca fue registrada en nuestro país por lo que carece de validez.

Vídeo.

En esta ocasión la diferencia de edad entre el novio y la novia era de 19 años, ella había cumplido los 33. Él ya superaba los 50. La nueva pareja vivía a caballo entre la capital londinense, una vivienda de 400 metros cuadrados en Pozuelo de Alarcón y los viajes de negocios a escala planetaria.

La pareja mezcló amor y negocios durante un tiempo en el que Esther Doña figura como administradora de una empresa inmobiliaria que poseía más de cinco millones de euros de capital social. Pero aún antes de firmar los papeles del divorcio la malagueña ya había sido expulsada de los negocios de su segundo exmarido. Un golpe sentimental y económico que la hizo retornar a Madrid, donde conocería en una cena a Carlos Falcó, el hombre al que definió como el amor de su vida.

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