GRAN TENISTA Y ENTRENADOR
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Después de ganar el último Open de Estados Unidos, Carlos Alcaraz ha recuperado el número 1 del mundo. De nuevo en la cima de la clasificación ATP, el tenista murciano debe su éxito no solo a sus espectaculares capacidades, su desempeño y su sabiduría para leer el juego de los rivales. También a su equipo, en el que destaca su entrenador, Juan Carlos Ferrero. Sin perder de vista el apoyo de sus padres y sus hermanos. Este año, además, ha ganado Roland Garros y ha sido finalista en Wimbledon.
Juan Carlos Ferrero ha sido uno de los tenistas más brillantes de nuestra historia. No en vano fue número 1 del mundo durante ocho semanas en 2003. Un año en el que le vimos conseguir el triunfo más importante de su carrera, Roland Garros. Especialista en tierra batida, pero versátil en otras superficies, el tenista ganó también cuatro Master 1000, los de máxima categoría, por detras de los cuatro grand slams.
El 12 de octubre de 2012, Juan Carlos Ferrero decidió dejar las canchas como jugador, pero no como entrenador. Una segunda carrera deportiva que le está reportando enormes satisfacciones a través de la figura de un precoz y siempre discreto Carlos Alcaraz que está batiendo todos los récords con su impresionante palmarés en el que ya acumula nada menos que seis torneos de grand slam.
Juan Carlos Ferrero tuvo una carrera también muy brillante y, según cifras oficiales de la ATP, ganó en competición 13.998.165 dólares, casi doce millones de euros al cambio actual. A esta cantidad debemos sumarle bonificaciones que algunos torneos tienen con algunos tenistas para asegurarse su participación (pero esta cifra es más difícil de calcular), así como cuantiosos regalos en forma de coches de lujo, por ejemplo. Como decimos, hacer ese inventario no es factible.
La normativa de la ATPestablece lo siguiente al respecto: «Los torneos ATP 250 y 500 tienen la opción de ofrecer honorarios por servicios promocionales. Ningún otro dueño, operador, sponsor o agente de un ATP o Challenger tiene permitido ofrecer, dar o pagar dinero o algo de valor, ni tampoco el torneo debe permitir que otra persona o entidad ofrezca, dé o pague dinero o algo de valor a un jugador, directa o indirectamente, para influenciar o asegurar que compita en un torneo, con la excepción del 'prize money', a menos de que estén autorizados por ATP»
A los grandes ingresos generados por su excelente desempeño en su carrera como tenista debemos también sumarle sus sponsors o ser imagen de determinadas marcas, una práctica muy habitual, pues los tenistas de éxito son requeridos para numerosas campañas publicitarias. En el caso de Juan Carlos Ferrero podemos destacar Joma, Air Europa y Mazda.
Juan Carlos Ferrero, junto a amigos socios como el también tenista David Ferrer, fue propietario del Open de Valencia, primero en categoría 500 y después en 250, con dos licencias distintas. Después de una serie de vicisitudes que hicieron inviable su funcionamiento, por razones ajenas a sus propietarios, decidieron vender la licencia por 2 millones de euros y el torneo pasaría a celebrarse en Amberes.
Otra de sus inversiones fue el Hotel Ferrero, situado en Bocairent, rodeado de plena naturaleza y con todo tipo de comodidades, pero no consiguió los resultados esperados, aunque le habían puesto mucha ilusión.
Sin embargo, lo que sí ha sido todo un éxito es su academia de tenis situada en Villena Alicante. De la factoría de Ferrero han surgido jugadores como Zverev, una de las figuras más en forma en estos momentos, pero ha sido Carlos Alcaraz la máxima estrella surgida de esas instalaciones. Juan Carlos ha demostrado ser un excelente entrenador y sabe sacar el mejor partido de Carlitos, como muchos llaman al campeón murciano. Su patrimonio es ya espectacular, pero lo más improtante es que todavía no han tocado techo
HORÓSCOPO
Como signo de Fuego, los Sagitario son honestos, optimistas, ingeniosos, independientes y muy avetureros. Disfrutan al máximo de los viajes y de la vida al aire libre. Son deportistas por naturaleza y no les falla nunca la energía. Aunque a veces llevan su autonomía demasiado lejos y acaban resultando incosistentes, incrontrolables y un poco egoístas.