Un final con polémica
Un final con polémica
Más de cuatro décadas duró la historia de amor de Palomo Linares y Marina Danko tras superar muchos obstáculos, pero que acabó en polémica relatada con detalle en las revistas del corazón. El fallecido torero llegó a describir entonces su matrimonio con la colombiana como «un mal sueño».
Lo cierto es que ambos supieron hacer frente a la oposición inicial de la familia de Marina y a sus orígenes radicalmente distintos para formar una familia numerosa y vivir un romance aparentemente idílico. El diestro nació en un entorno muy humilde. De padre minero y apodado El Rata por su vivacidad, pasó sus primeros años como aprendiz de zapatero antes de empezar a acudir a los tentaderos a los ocho años.
La de Barranquilla, en cambio, nació en un entorno más acomodado. Su padre fue el futbolista húngaro Imre Danko, estrella en su país en los años 50, pero siempre a la sombra del legendario Ladislao Kubala. Tras una gira por Europa fue fichado por el equipo Junior de Barranquilla, donde se convirtió en un ídolo de la afición, que le puso el apodo de Copete Danko.
Poco tiempo después, el húngaro vio a Marina Villalba, hija de Celio Villalba, gerente y socio mayoritario de la importante Cafetería Almendra Tropical, a través del escaparate de una tienda de ropa y el flechazo fue instantáneo. Pese a la férrea oposición de la familia de ella, ambos terminan casándose y teniendo una hija, a la que llamarán como a su madre.
En 1969, el futbolista regresa a Junior como directivo y ese mismo año el matrimonio viaja con su hija Marina, que entonces tenía quince años, a veranear a las playas de Palma de Mallorca. Estando en su hotel junto a una amiga, esta reconoció a Palomo Linares y le pidió un autógrafo. Pero el torero solo tenía ojos para la barranquillera. De nuevo la historia se repite: flechazo y oposición de sus padres a que la cosa pasara a mayores.
Alejándola de aquel amor prohibido, la joven se instaló en París y comenzó a estudiar en La Sorbona, para viajar más adelante a Miami, donde se especializó en diseño y moda. No sería hasta finales de esa década cuando, derritiendo la oposición familiar, el español y la colombiana comenzarían su noviazgo.
Marina y Palomo se daban el 'sí, quiero' en la madrileña iglesia de Los Jerónimos el 26 de abril de 1977, en lo que fue todo un acontecimiento social. Ella tenía por entonces ya 23 años y él, 30. Políglota, elegante y simpática, la barranquillera compartió con su marido un lugar destacado en la crónica social durante varias décadas.
Marina Danko y Palomo Linares tuvieron tres hijos: Sebastián (1977), Miguel (1980) y Andrés Palomo Danko (1988). Dos de ellos, Miguel y Sebastián, intentaron seguir los pasos de su padre en los ruedos, con poca fortuna. El matrimonio debió superar problemas durante su larga relación, como un grave accidente de tráfico en 1990, además de crisis financieras y de salud.
Tras cuarenta y dos años de vida en común, la pareja anunciaba su separación el 31 de agosto de 2011. Entonces comenzaba una guerra dialéctica con agrias declaraciones cruzadas en el papel couché y duras negociaciones con los abogados. «Hoy he pasado página, pero confieso que al principio me quería morir. Lo he pasado fatal. Yo he vivido volcada en Sebastián, le he dado mi vida, he sido una mujer entera», declaraba ella tras culminar los trámites del divorcio.
Desde entonces, Marina Danko lleva una vida muy discreta, alejada por completo de los medios y volcada en su pasión por el diseño de joyas. Desde 2014 comparte su vida junto a Fabio Mantegazza, un millonario suizo al que conoció en la Feria de Abril de Sevilla.