¿Y AHORA QUÉ?
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Estamos ya en el día después de la inmortalidad o, lo que es lo mismo, la entrada en la Academia Francesa. Mario Vargas Llosa envainó ya su espada toledana y recogió velas en París para volver a su base de operaciones: Madrid. Ahora tiene que definirse cómo será la nueva vida de soltero del escritor peruano, una patata caliente que ya no está en manos de Isabel Preysler.
El aterrizaje de la familia Vargas Llosa en Madrid no ha sido todo lo suave que las partes hubieran deseado. Por las partes nos referimos tanto a la prole del Nobel como a los periodistas que se han convertido en su sombra. La actitud de Morgana Vargas Llosa, fotógrafa ella misma y la única hija de Mario, ha sorprendido especialmente: espantó los flashes a manotazos.
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¿Puede ser ese el futuro cercano de un Mario Vargas Llosa soltero, pero escoltado permanentemente por una hija convertida en guardaespaldas? Sería extraño, pues el escritor se ha caracterizado por contestar amablemente y torear sabiamente cualquier pregunta sobre lo divino, lo humano y lo Preysler. ¿A qué viene ahora tanto miedo a que diga tres frases a los periodistas en la calle?
La sobreprotección de la familia Llosa al respecto de su patriarca es sorprendente, sobre todo porque los últimos años ha vivido tranquila y libremente entre Puerta de Hierro y el centro de Madrid. De hecho, Mario Vargas Llosa ha desfilado por alfombras rojas y ha dado declaraciones en fiestas, eventos y photocalls. Y jamás ha dicho una tontería, por otra parte.
¿Qué sucede ahora, para que exista tanta preocupación familiar por la protección del Nobel? En principio, parece que los herederos del escritor están decididos a apartarle del primer plano mediático que tanto disfrutó durante sus años con Isabel Preysler. Temen que su prestigio literario, inmortal, se desgaste a fuerza de viralidad. Quisieran evitar que el brillo literario no palideciera frente al relumbrón rosa.
Además de la cuestión literaria está, también, la de la rutina. Mario Vargas Llosa tiene ya 86 años y, aunque puede presumir de una salud razonablemente buena, requiere ya de apoyos. Alguien debe estar pendiente de su bienestar y, quizá, no debiera ser solamente una personal del servicio doméstico. El deseo de Álvaro, Gonzalo y Morgana es claro: que vuelva a los cuidados de Patricia Llosa.
La vuelta de Mario Vargas Llosa al redil de su matrimonio va a ser, por así decirlo, extraño. Sobre todo porque el matrimonio rompió filas con un divorcio dificilísimo, en el que los cónyuges tuvieron que repartirse el patrimonio inmobiliario atesorado durante casi cincuenta años. Ahora que se han repartido las casas, ¿en cuál vivirán?
A Mario Vargas Llosa parece encantarle Madrid, por donde se mueve como pez en el agua. Aquí ejerce una gran influencia cultural y le sobran amistades. Sin embargo, Patricia Llosa se ha quedado siempre que ha podido al otro lado del Atlántico, en su impresionante casa de Lima o en República Dominicana, donde gusta de tomar el sol tranquilamente y sin tener que atender caprichos ajenos.
¿Querrá Patricia Llosa pasar por el aro de los cuidados y quedarse en Madrid, con el consabido ajetreo de cámaras y periodistas reclamando unas palabras? Dudoso, dada su costumbre de espantar grabadoras a golpe de bolso. ¿Le apetecerá a Mario Vargas Llosa volver a su país, ese que tanto le ha decepcionado y que le alejaría de los centros de poder que le reciben en Madrid? Complicado.
Aunque Patricia Llosa tiene una intensa vida culturay y afectiva en Lima, podría entrar dentro de lo posible pasar más tiempo en París, una ciudad que también le encajaría a Mario Vargas Llosa. Al fin y al cabo, ella es una aficionada a Marbella y suele hacer turismo por Italia y él ya ha cenado en el Eliseo, con el rey emérito Juan Carlos y el presidente Macron.
Si la reconciliación entre Mario Vargas Llosa y Patricia Llosa reconduce la convivencia en París, sería volver a la ciudad donde ambos se conocieron, cuando ella acudió a vivir con el escritor y su esposa cuando tenía solo 16 años. Ha pasado casi medio siglo, en el que Patricia pasó de prima, amante y obsesión a esposa, cómplice y secretaria. No sería nada raro que, a la postre, quisiera convertirse también en cuidadora.
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HORÓSCOPO
Como signo de Fuego, los Sagitario son honestos, optimistas, ingeniosos, independientes y muy avetureros. Disfrutan al máximo de los viajes y de la vida al aire libre. Son deportistas por naturaleza y no les falla nunca la energía. Aunque a veces llevan su autonomía demasiado lejos y acaban resultando incosistentes, incrontrolables y un poco egoístas.