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Los descuidos de la Reina Letizia

Quince años después, la ropa de doña Letizia sigue eclipsando su mensaje.

Doña Letizia durante el acto de la Fundación Española contra el cáncer por el día Mundial contra el cáncer. / Gtres

Almudena Martínez-Fornés
ALMUDENA MARTÍNEZ-FORNÉS

Las reinas de todos los tiempos han cuidado siempre su imagen, incluso han utilizado su indumentaria para transmitir mensajes y valores por encima de las tendencias. Son muchas las crónicas que describen detalladamente las ricas vestimentas de Isabel la Católica, quien utilizaba su armario para transmitir la grandeza de su poderío y para deslumbrar a los extranjeros que la visitaban, aunque también sabía impactar con los hábitos negros que encargaba cuando quería imponer el luto.

Cuenta la investigadora María del Cristo González Marrero, especialista en Isabel la Católica, que esta reina alternaba la indumentaria borgoñona, que era el referente de la moda europea del momento, con las novedades castellanas y así demostraba que estaba al tanto de las últimas tendencias y, a la vez, reafirmaba su estilo personal con la moda de su tierra. Y que cuando entró en Illora en 1486, tras la conquista de Granada, lució una vestimenta de inspiración morisca para mostrar la incorporación de ese territorio.

Hoy en día, princesas y reinas siguen utilizando su ropa para transmitir mensajes, emociones y valores. Una de ellas es la duquesa de Cambridge, que llegó a pedir a la abuela de su marido, la reina Isabel II de Inglaterra, que le prestara unos pendientes muy parecidos a los de la protagonista del cuadro La joven de la perla, de Johannes Vermeer, para retratarse con ellos cuando acudió a contemplar la obra durante una visita a los Países Bajos. El gesto fue interpretado como una muestra de deferencia por los holandeses.

El vestuario de la Reina

Doña Letizia también ha utilizado su ropa y sus joyas para transmitir mensajes o emociones. Por ejemplo, para su visita de Estado al Reino Unido eligió una tiara que perteneció a la Reina Victoria Eugenia, la bisabuela británica de don Felipe, que era nieta de la reina Victoria de Inglaterra. En otras ocasiones, doña Letizia ha lucido antiguos vestidos de doña Sofía como muestra de buena sintonía entre ambas.

A veces, su elección ha suscitado división de opiniones, como cuando escogió para visitar la Casa Blanca el mismo modelo, aunque en distinto color, que había lucido previamente Melania Trump. O cuando utiliza joyas reservadas hasta ahora a las ceremonias palatinas, como son las pulseras de diamantes de Cartier, para acudir a sencillos actos cotidianos. Otras veces ha acertado plenamente, como el día de la proclamación de don Felipe como Rey, que estrenó un impecable vestido blanco.

Todos estos ejemplos demuestran que doña Letizia dedica buena parte de su tiempo no solo a encargar su amplio vestuario, sino también a pensar qué se pone en cada ocasión, porque ella no deja casi nada al azar. Desde hace años, además, cuenta con la ayuda de la estilista Eva Fernández aunque la Reina tiene su propio criterio y no siempre se deja asesorar.

Aún así, resulta sorprendente que, 15 años después de su llegada a Zarzuela , se sigan cometiendo errores y descuidos como el ocurrido el pasado lunes, cuando los flashes de las cámaras dejaron al descubierto su ropa interior blanca bajo un jersey negro. Si el objetivo de la Reina era dar visibilidad al Día Mundial contra el Cáncer como presidenta de honor de la Asociación Española, esta vez no lo consiguió. Ese detalle acaparó casi toda la atención y el resto se lo llevaron las botas negras de Magrit y la falda de de Uterqüe.

Al margen del descuido, doña Letizia volvió a caer en la tentación de erigirse ante la opinión pública como un referente de la moda, en lugar de aprovechar su condición de Reina para convertirse en altavoz de los enfermos de cáncer, que reclamaron en ese acto atención psicológica gratuita, y transmitir algo más importante que una tendencia: el valor de la solidaridad.

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