El desconocido romance del Carlos III con Tricia Nixon, hija del presidente Richard Nixon: béisbol, baile y el glamour de la realeza

Fue en el verano de 1970. El príncipe Carlos tenía 21 años e iniciaba su primer viaje oficial a los Estados Unidos, acompañado de su hermana, la princesa Ana. Carlos era, en aquella época, un joven que iniciaba su andadura como heredero de la corona británica, pero también ostentaba el título de soltero más codiciado del mundo, según la prensa internacional.

Cuando llegó a Washington D. C., no pasó desapercibido el interés del entonces presidente Richard Nixon porque su hija mayor, Tricia, pasara tiempo con el príncipe. Ella le enseñó Washington y luego asistieron a un partido de béisbol en el Estadio RFK, donde también compartieron asiento y a una cena de gala para 700 invitados, en la que compartieron mesa, y tras la que hubo baile. Ambos jóvenes tomaron la pista. Nixon estaba feliz.

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Tricia Nixon era una chica encantadora, de melena rubia y nariz chata, y los medios no dejaban de especular con sus idas y venidas. Nixon, un presidente republicano que tuvo que dimitir tres años después por el escándalo Watergate –el espionaje a la campaña electoral de los demócratas–, era un gran admirador de la monarquía británica y, como muchos estadounidenses, estaba encantado con el glamour de la realeza.

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«Fue bastante divertido, debo decir», declaró Carlos a la CNN, en el año 2000, durante una visita al presidente George W.Bush. «Fue cuando intentaban casarme con Tricia Nixon». Carlos volvió a recordar, en el banquete de gala ofrecido a los Trump, durante su visita al Reino Unido, este episodio y, con sentido del humor, aseguró que hoy podría estar casado con una mujer estadounidense. «¡Yo mismo podría haberme casado con la familia Nixon!», dijo.

La revista Life del 31 de julio de 1970 no mencionó ninguno de esos planes para «unir» a Carlos y Tricia, pero sí puso el foco en la cantidad de ceremonias y actuaciones de bandas que había previsto Nixon para agasajar a Carlos y Ana. Llegó a encargar un nuevo uniforme para la policía de la capital y escogió para todos sus encuentros con el príncipe una corbata blanca, en un gesto de ceremonia. Sin embargo, aquel supuesto noviazgo quedó en nada.

Meses después, Tricia se casó con su novio de siempre, el abogado Edward F. Cox, licenciado en Harvard, en una de las bodas presidenciales más recordadas, en el jardín de las rosas –el que fue diseñado por Jackie Kennedy y Trump ha convertido en un patio de cemento. La pareja ocupó dos portadas en «Life»: cuando se confirmó que eran novios y cuando se dieron el «sí, quiero» en la Casa Blanca. Tricia y Edward Cox siguen casados hoy en día.

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Carlos tardó 10 años en casarse con Lady Diana Spencer, el 29 de julio de 1981. La pareja se divorció 15 años después, tras un rosario de escándalos. Pero, en aquel verano de 1970, Carlos ya estaba enamorado de una joven aristócrata que aparecía en algunas fotos de sus partidos de polo.

Aquella joven, llamada Camilla Shand, hija de un terrateniente con fuertes lazos con la familia real, se acabó casando con otro, el brigadier Andrew Parker-Bowles, y tuvieron que pasar 25 años –y una larga relación adúltera– antes de que pudieran casarse Carlos y Camilla. Camilla es hoy la reina de Inglaterra y escuchó aquellos comentarios jocosos de Carlos III con una ligera sonrisa.

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Los asistentes también rieron disimuladamente, pero muchos no comprendían a qué se refería el rey. Camilla, sí. Ella ya estaba en la vida de Carlos en aquel verano del 70. Tricia Nixon era también una chica segura de sí misma, como Camilla, y algo mayor que Carlos y aparecía en entrevistas y reportajes vestida con atrevidas minifaldas. Nixon elogió a Carlos como la «verdadera joya» de la familia real y afirmó que su visita «podría ser de enorme ayuda para las relaciones entre Estados Unidos y Gran Bretaña».

Pero Carlos era entonces un joven inexperto y tímido, que aparecía en todas las fotos junto a la hija de Nixon con un aire ligeramente aterrorizado y al que incomodaba aquel título de «sex symbol» que le había otorgado la prensa. Los periódicos acabaron llamando a Carlos y Tricia «la pareja que no cuajó».

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