El último escándalo de Ernesto de Hannover: el polémico juicio contra su hijo para recuperar su castillo en Marienburg y la fortuna familiar termina en derrota judicial

La guerra entre Ernesto de Hannover y su hijo ha terminado, aunque no con la firma de la paz. Un juez ha determinado que el hijo no debe devolverle al padre ni castillo, ni propiedades, ni fortuna. Se acabó.

Ernesto de Hannover, en una fotografía reciente, ha perdido su guerra judicial con Ernesto Augusto de Hannover, su hijo primogénito y heredero. / gtres

Elena de los Ríos
ELENA DE LOS RÍOS

Ernesto de Hannover, el invitado más polémico en la boda de Felipe VI y Letizia (recordemos: la resaca le impidió llegar a la ceremonia y Carolina de Mónaco tuvo que acudir sola), no ha tenido un buen año (aunque en el amor está de enhorabuena: sale con Claudia Stilianopoulos).

De hecho, la disputa judicial más trascendental de toda su biografía, precisamente con su hijo mayor, Ernesto Augusto, ha terminado con una derrota que no tiene vuelta atrás. Estaba en juego el castillo familiar en Marienburg y el control de la fortuna familiar.

Famoso por su mal carácter, sus problemas con el alcohol, sus ingresos en psiquiátricos y sus peleas con la policía, Ernesto de Hannover vive ahora mismo en España y mantiene un romance con Claudia Stianopoulus, hija de Pitita Ridruejo. Le hemos visto en Ibiza y Madrid tomando copas con los amigos y paseando con su novia, aunque de sus andanzas ha trascendido lo peor: fue expulsado del hotel de cinco estrellas donde residía por un altercado con un empleado.

La situación residencial de Ernesto de Hannover es curiosa, pues parece abocado a vivir en hoteles y en solitario. Podría compartir espacio con su novia, residente en la casa-palacio de Elduayen, una construcción de casi 3.000 metros cuadrados distribuidos en tres plantas situada en el paseo de Recoletos. Además, su hijo Christian vive junto a su esposa, Sassa de Osma, y a sus mellizos en una casa de 600 metros cuadrados (más un terreno de casi 2.000 metros cuadrados) ubicada en el exclusivo barrio madrileño de Puerta de Hierro.

Volviendo al juicio, fue hace doce meses cuando el marido de Carolina de Mónaco demandó a su hijo mayor, Ernesto Augusto, al que había donado en vida el control sobre la fortuna familiar y su castillo en Marienburg (Baja Sajonia). Su objetivo: dar marcha atrás a la donación. Esta se produjo entre 2007 y 2014 e incluyó, además del castillo, la joya del catálogo de propiedades de los Hannover, la finca Calenberg, en Pattensen-Schulenburg, y la casa principesca de Herrenhausen.

La decisión que provocó las iras de Ernesto de Hannover y la consiguiente demanda fue la cesión del castillo de Marienburg al estado de Baja Sajonia, en 2018 y por la cantidad simbólica de un euro. Fue la única manera que encontró Ernesto Augusto de liberarse de los enormes gastos de mantenimiento que supone la enorme propiedad. Donarlo como monumento y atracción turística le permitió sanear las cuentas familiares, pero debido a esta decisión, padre e hijo dejaron de hablarse.

Esta decisión meramente empresarial fue recibida como una dejación, incluso una traición, por parte del jefe de la casa Hannover, para quien su hijo el príncipe no estuvo a la altura de las obligaciones que conlleva su posición. Sin embargo, la mayoría de las familias aristócratas con grandes propiedades inmobiliarias se han visto obligadas a realizar este tipo de cesiones o a encontrar vías alternativas de explotación (con hospedajes o rodajes, por ejemplo) para sostener sus propiedades.

Otro factor añadido en esta guerra fundamentalmente económica tiene su componente emocional. Parece que Ernesto de Hannover no mantiene buena relación con Ekaterina Malysheva, la esposa de su hijo Ernesto Augusto, a la que culpa en parte del distanciamiento familiar. El primo de la reina Sofía no solo se opuso a su boda, sino que se negó a reconocer a su nieto como futuro heredero. De hecho, este no lleva el nombre de Ernesto Augusto, como es tradición en los Hannover, sino que ha sido bautizado como Welf August.

Profundamente decepcionado y fundamentalmente enfadado, Ernesto de Hannover decidió demandar a su hijo mayor acusándole de «ingratitud» y de haberse apropiado indebidamente de sus bienes y del control de la fortuna familiar. Sin embargo, en marzo, decidió retirar la acusación, algo que su hijo celebró pues sus argumentos parecían demasiado endebles como para revocar las donaciones. Solo era una trampa.

En realidad, Ernesto de Hannover 'vendió' su demanda a la empresa de cobros Salzburg EAH Betreibungs GmbH, de forma que no tendría que pagar las costas del proceso y, si ganaba, la compañía se llevaría parte de los cinco millones de euros que reclamaba a su heredero. No ha podido ser. «La EAH Betriebsgmbh no tiene ningún derecho sobre Marienburgo», explicó el veredicto que leyó la portavoz del tribunal de distrito, Annika Osterloh.

«Tampoco existe jurídicamente el derecho a la reasignación por grosera ingratitud, eso requeriría una mala conducta y la transferencia del castillo a una fundación ha servido para preservar la fortuna familiar», concluye el dictamen judicial. Un varapalo para Ernesto de Hannover, quien ha visto cómo su hijo cerró el grifo del dinero tras su demanda y se despide ahora de la posibilidad de que se vuelva a abrir. De hecho, parece que pide dinero a las mujeres que aún están en su vida, tanto a su primera esposa Chantal Hochuli, como a su novia Claudia.

Ahora, los abogados que en el nombre de la firma de cobros han estado representando a Ernesto de Hannover han comenzado a hablar sobre su situación económica. Parece que debe dinero, por encima de 50.000 euros, a un bufete alemán y confirman que el jefe de la casa Hannover «ha vivido constantemente por encima de sus posibilidades» y mantiene dos lujos especialmente caros: su colección de coches clásicos y sus altercados, que ocasionan carísimas demandas judiciales.

Temas

Famosas

21 de marzo-19 de abril

Aries

Como elemento de Fuego, los Aries son apasionados y aventureros. Su energía arrastra a todos a su alrededor y son capaces de levantar los ánimos a cualquiear. Se sienten empoderados y son expertos en resolver problemas. Pero son impulsivos e impacientes. Y ese exceso de seguridad en sí mismos les hace creer que siempre tienen la razón. Ver más

¿Qué me deparan los astros?