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DIVORCIO EXPRESS

El desesperado plan de Grace Kelly para romper el noviazgo de Carolina de Mónaco con Philippe Junot: viajes, charlas y lágrimas

El matrimonio de Carolina de Mónaco y el empresario Philippe Junot fue una efímera historia de amor que acabó en divorcio, apenas dos años después de celebrarse. Grace de Mónaco hizo todo lo posible por romper aquella relación, como llevarse a Carolina a un largo viaje al Pacífico. Pero nada dio resultado.

Carolina de Mónaco y el empresario Philippe Junot en 1978. GTRES

Cuando la princesa Carolina de Mónaco terminó sus estudios de Bachillerato, sus padres, los príncipes Rainiero y Grace, temían una sola cosa: que se dedicara a la interpretación y emulara la carrera de su madre. Sin embargo, Carolina no demostró ninguna querencia por las tablas. Quería tomar sus propias decisiones y ser independiente, lejos de la influencia paterna y materna. Rainiero y Grace respiraron: su hija mayor sólo les pidió estudiar en París, en la Universidad de la Sorbona. Había elegido la carrera de Psicología. Sus padres se sintieron orgullosos y se convencieron de que Carolina era una joven responsable y centrada.

Sin embargo, los obstáculos que amenazarían a la familia principesca estaban por llegar. Carolina había cumplido 20 años cuando se cruzó en su camino un atractivo hombre maduro en una de las discotecas más exclusivas de Manhattan, Regine's. Él, Philippe Junot, tenía 34 años y se dedicaba a los negocios inmobiliarios en París.

Hijo de un directivo francés de Westinghouse, no le faltaba el dinero y arrastraba una sólida fama de «play boy» en la noche parisina y en la Costa Azul, donde le conocían como «el emperador», con su tez tostada, sus camisas abiertas hasta el pecho y sus cadenas de oro. Descendía de Jean-Andoche Junot, un general napoleónico cuyo apellido figura grabado en el Arco del Triunfo de París. Carolina se enamoró nada más verle y la pareja empezó a ocupar las portadas de las revistas del corazón de todo el mundo.

Un provocador «topless»

Grace lo supo en cuanto le vio: todo lo que decían de él era cierto, pero para Carolina era la puerta de la libertad que tanto ansiaba. Trató de hablar con su hija, de convencerla de que aquello no era un amor real, pero fue en vano. Rainiero sufría lo indecible viendo las fotos de los «paparazzi», especialmente aquellas en las que Carolina aparecía en «topless», mientras Junot acariciaba sus pechos. Carolina estaba obnubilada y caía en todas las formas de provocación a sus padres. Pero, antes de darse por vencidos, Rainiero y Grace trazaron un plan.

Planearon una gira cultural por Ecuador. Aunque, tras varias semanas de viaje, Carolina regresó más convencida si cabe de su relación con Junot. Entonces, Grace decidió llevarse a su hija lo más lejos posible. Viajarían juntas a las Islas Galápagos, un lugar alejado del mundo, donde Carolina podría reflexionar y decidir durante los largos paseos por la playa.

Pero el plan de Grace no dio resultado. Al contrario, terminó de consolidar el romance. Junot recorrió más de 6000 kilómetros para reunirse con Carolina y allí le declaró que ella era la única mujer de su vida. Este gesto de determinación, tan romántico, terminó con los esfuerzos de Grace y enamoró todavía más a Carolina.

Grace Kelly y Carolina de Mónaco, en una imagen de archivo. GTRES

Grace había intentado guiar a su hija sin imponerle nada, convencerla sin levantar un muro entre ellas, pero sus intentos habían fracasado. Carolina veía su relación con Junot como una forma de ser libre. Entonces Junot empezó a frecuentar el palacio del Príncipe, en Montecarlo, y las tribunas principales de partidos de tenis y campeonatos automovilísticos.

Grace Kelly no dejó de llorar

Convencer a Rainiero no fue fácil. Él no quería ni oír hablar de noviazgo y menos de matrimonio. Pero Carolina ya era mayor de edad. Acababa de cumplir 21 años y le advirtió a su padre que se casaría tanto con su consentimiento como sin él. Así que, muy a su pesar, tuvo que dar el visto bueno a la celebración del matrimonio. Y Grace y Rainiero prepararon una boda que se celebró el 29 de junio de 1978.

Carolina de Mónaco durante su boda con Philippe Junot en 1978. GTRES

Los festejos duraron tres días y a ellos acudieron estrellas de Hollywood y algunos aristócratas europeos, como el ex rey de Italia, los condes de Barcelona y los condes de París. Vestida con un diseño de Marc Bohan para Dior, que la hacía parecer aún más joven de lo que era, Carolina recorrió las calles del Princip ado del brazo de su recién estrenado marido

Aquel día, los menos felices fueron los padres de la novia. Grace no dejó de llorar en toda la ceremonia, despidiéndose del sueño que había construido para su hija mayor: convertirse en la consorte de un heredero real, quizá de Carlos de Inglaterra, todavía soltero. Los novios viajaron a Tahití, en su luna de miel, y parece que allí tuvieron su primera discusión, cuando Carolina descubrió que Junot había revelado a la prensa sus planes. París Match ofreció un amplio reportaje.

Un escandaloso divorcio

Tras regresar de su luna de miel, la pareja se instaló en París. Carolina deseaba seguir con sus estudios y Junot tenía mucho trabajo en la ciudad. Pero fue ya en aquellos primeros días de convivencia cuando Carolina empezó a darse cuenta de que había cometido un grave error. Descubrió las infidelidades de su marido y la distancia que los separaba.

Junot fue fotografiado, en julio de 1980, junto a una escultural «secretaria», Giannina Faccio. No había asistido a la Gala de la Cruz Roja meses antes. Así que, apenas dos años después del enlace, la princesa Carolina y Junot decidieron divorciarse en medio del escándalo. A principios de agosto, el Palacio sacaba un comunicado anunciando la ruptura.