La Gran Duquesa Josefina-Carlota y María Teresa de Luxemburgo: la peor relación entre suegra royal y nuera plebeya de la realeza europea (que acabó en escándalo)

Que una plebeya se case con un royal puede ser el comienzo de una pesadilla, como descubrió María Teresa de Luxemburgo por culpa de su suegra, la Gran Duquesa Josefina-Carlota.

De izquierda a derecha, la suegra, la Gran Duquesa Josefina-Carlota, su esposo, el Gran Duque Juan de Luxemburgo, y su nuera, la cubana (y actual Gran Duquesa) María Teresa Mestre. / getty images

Silvia Vivas
SILVIA VIVAS

Esta semana la Gran Duquesa Maria Teresa de Luxemburgo tiene que hacer frente a un duro momento: ha fallecido uno de sus hermanos. Para esta mujer, que llegó a lo más alto de la familia ducal luxemburguesa al casarse con el heredero del trono, los golpes no cesan: además de la gran crisis de reputación que enfrentó hace a apenas un par de años ha tenido que hacer frente a la pérdida de dos de sus hermanos de forma prematura. Y es que esta royal europea de origen plebeyo (y cubano) ha tenido que soportar mucho para llevar tiara y la responsable de la mayor parte de sus infortunios durante décadas fue su suegra: la anterior Gran Duquesa Josefina-Carlota.

La mala relación entre Josefina Carlota, hija del monarca belga, y María Teresa, rica heredera cubana sin una gota de sangre real en sus venas amargó la vida de toda la familia real luxemburguesa, incluido el patriarca del principado, el Gran Duque Jean de Luxemburgo. Y es que contentar a Josefina Carlota no resultaba sencillo. Nacida en el seno de la familia real belga (era hija del rey Leopoldo III y la princesa Astrid) su infancia y juventud estuvieron marcadas por la prematura muerte de su madre y por la abdicación al trono de su padre.

Con este panorama, y tras la Segunda Guerra Mundial, cuando se plantearon casarla con el heredero del trono del país vecino la princesa belga aceptó. Con lo que nadie contaba es con que Juan de Luxemburgo y Josefina Carlota formarían una de las parejas más enamoradas de la historia royal europea. Tuvieron cinco hijos juntos y un matrimonio a prueba de críticas y crisis… hasta que llegó María Teresa Mestre.

María Teresa Mestre pertenecía a una rica familia cubana (su padre era banquero) que dejó atrás su país cuando la futura Gran Duquesa apenas había cumplido tres años. A pesar de contar con una cuenta corriente más que saneada, que le permitía estudiar ciencias políticas en Ginebra en las mismas aulas que el príncipe Enrique, el heredero al trono luxemburgués, el origen de la joven cubana se convirtió en el eje de todas las críticas de la suegra hacia la nuera. Por mucho que lo intentó (y conociendo el carácter de la Gran Duquesa seguro que lo hizo) Josefina-Carlota no logró convencer a su heredero de que «la criolla» no estaba a su altura: el día de los enamorados de 1981 su hija y «la pequeña cubana» se casaron en la Catedral de Santa María de Luxemburgo mientras la suegra se pasó el día llorando.

La mala relación suegra-nuera era un rumor que cogió fuerza poco a poco entre los medios dados al chismorreo, especialmente a partir de la llegada de una «auténtica» princesa a la familia: Sibilla Weiller, la hija de la princesa Olimpia Torlonia y nieta de la infanta Beatriz de Borbón y Battenberg que en 1994 se casó con Guillermo de Luxemburgo. Las comparaciones sobre cómo trataba la Gran Duquesa a Sibilla y a María Teresa hablaban por sí solas: se podía ver cómo ejercía de suegra atenta con la mujer de Guillermo, a la que cedía incluso su paraguas bajo la lluvia, y con qué poca alegría le prestaba joyas a María Teresa (que para más inri le dio cinco nietos y era la heredera del título de Gran Duquesa).

La venganza de María Teresa en los 2000 y se sirvió fría y en 15 periódicos escogidos ex profeso para la ocasión. En el año 2000 el Gran Duque Juan abdicó y el marido de María Teresa, ya convertida en Gran Duquesa, gobernaba el país. Con el beneplácito del nuevo gobernante María Teresa organizó un almuerzo informal con 15 directores de periódicos de diferentes medios y protagonizó lo que el diario Le Soir denominó «un Lady Di».

Durante hora y media María Teresa lloró ante los medios y contó todo (lo malo) sobre su suegra: cada rechazo, cada mote cruel, cada desplante. La ex Gran Duquesa quedó retratada como una mujer clasista que siempre la trató de forma despectiva. Incluso había intentado en varias ocasiones romper su matrimonio con su hijo y hasta había extendido el rumor de que este tenía una aventura con una de las ministras de su gobierno y que por eso María Teresa iba a abandonar Luxemburgo para establecerse en Cuba. Para dar aún más fuerza a su palabras Josefina-Carlota fue descubierta por el columnista Stéphane Bern afirmando que tanto su hijo y su nuera eran «tontos» y no tenían conversación.

Con esta declaración de guerra pública, que apareció en titulares de medios como Le Quotidien o el belga Le Soir, quedó inaugurado oficialmente el primer escándalo royal de la familia real de Luxemburgo para sorpresa de Grimaldis y Windsor. Hasta se hizo una encuesta en el semanario Le Jeudi para dilucidar si la nueva Gran Duquesa había cometido un error o no: el 49% de los lectores condenó que se quejara en público de su suegra. Por supuesto, tras la comida con los medios la relación entre María Teresa y Josefina-Carlota jamás remontó: la suegra murió en 2005, la nuera jamás volvió a mencionarla en público.

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