amor prohibido

El amor de Irene de Grecia y el embajador alemán Guido Brenner a la que el rey Juan Carlos se opuso

Muy poco se sabe de la vida amorosa de la princesa Irene de Grecia, hermana menor de la reina Sofía. Se señalaron varios nombres como posibles noviazgos, pero parece que no fructificaron. Uno de esos nombres fue el del embajador alemán en Madrid Guido Brenner, que no gustó nada al rey Juan Carlos.

Irene de Grecia, junto a su madre la reina Federica en los años sesenta. GTRES
El amor de Irene de Grecia y el embajador alemán Guido Brenner a la que el rey Juan Carlos se opuso
Elena Castelló

La discreción ha sido siempre la nota dominante en la vida de la princesa Irene de Grecia, hermana menor de la reina Sofía. Se sabe muy poco de ella —su fascinación por las filosofías védicas, su gran talento de pianista, su compromiso con la ayuda a los demás a través de su Fundación Mundo en armonía, hoy disuelta, y su constante presencia junto a la reina emérita—. Pero de lo que menos se sabe es de su vida sentimental, que algunos rumores apuntan a que fue agitada.

«He estado enamorada, naturalmente, pero no quiero contar ninguna historia de amor que he vivido por discreción», declaró hace algunos años a la periodista Eva Celada en su libro La princesa rebelde. Cuando la periodista contactó con ella para escribir su biografía, la princesa accedió, pero con la condición de que no le preguntara por sus relaciones.

«Mis relaciones amorosas implican a terceras personas y no deseo perjudicar a nadie», le dijo a la periodista. La realidad es que nunca se casó, aunque sí le hubiera gustado tener hijos y los niños a los que ayudaba a través de su Fundación ocuparon todo su tiempo durante años. Pero, no por ello, ha dejado de referirse a este aspecto de su vida con sentido del humor. «Es difícil vivir conmigo», le dijo con sorna a Eva Celada.

Los noviazgos de Irene de Grecia

Irene era una joven atractiva y alegre. Morena, delgada, de estatura media y de rasgos angulosos, ocupó un hueco entre las jóvenes casaderas de la realeza en los años sesenta. Hubo varios noviazgos, con el príncipe Mauricio de Hesse y con Michel de Orléans, conde de Évreux, entre otros. Pero, parece que la reina Federica nunca terminaba de aprobar a los pretendientes de su hija pequeña. Al casarse con un futuro rey, Sofía había puesto el listón muy alto y Federica deseaba que Irene entroncara con una casa real reinante.

Se dice que Irene llegó a estar muy enamorada de alguno de aquellos pretendientes, pero que su madre prohibió la relación, porque el joven en cuestión no estaba a la altura. Algunos rumores apuntan a que Irene era la mejor compañera de Federica, entonces Otros aseguran que Irene estuvo saliendo durante muchos años con un compatriota, pero la relación no acabó en matrimonio.

La princesa Irene de Grecia, junto a su madre la reina Federica. GTRES

Tras fallecer su madre, la reina Federica, en 1981, Irene se instaló en la Zarzuela con su hermana Sofía. En el comienzo de aquella década, se habló de relaciones con Gonzalo de Borbón, hermano del duque de Cádiz y primo del rey Juan Carlos, y con Jesús Aguirre que la cortejó intensamente, pero finalmente se casó con la duquesa de Alba. Pero entre todos estos nombres, destaca el del diplomático Guido Brunner, embajador de Alemania en Madrid entre 1987 y 1992. Brunner era un hombre maduro y culto, al que le gustaba la música como a Irene.

Tenía fama de gran conversador, muy sociable e inteligente. Estuvo casado desde 1958 con Christa Speidel, hija del comandante supremo de las fuerzas de la OTAN en Europa Central. Su segunda esposa, y su viuda, fue la española Elena Abreu. Era un gran conocedor de nuestro país y muy popular en Madrid. Se convirtió en su década como embajador en un íntimo amigo de Felipe González.

La vida de Guido Brunner en Madrid

Brenner había nacido en Madrid, en 1930, hijo de alemán y española, y se había educado en el Colegio Alemán. Luego, pasó su juventud entre Múnich, Heidelberg y Madrid, donde se licenció en derecho en 1954. Se incorporó entonces al servicio diplomático alemán. Llegó a ocupar importantes cargos, entre otros como comisario europeo de Energía, Educación e Investigación, miembro del senado de Berlín y teniente de alcalde de la ciudad y miembro del observatorio alemán de Naciones Unidas. Cinco meses después renunciaría al cargo para ser nombrado embajador en España. Pese a dejar el cargo en 1992, Brunner permaneció en Madrid hasta su muerte, en 1997.

Irene de Grecia y doña Sofía en una imagen de 1961. GTRES

Brenner recibió entre otros galardones el Premio Príncipe de Asturias de la Cooperación Internacional. Era doctor «honoris causa» por las universidades de Patras, en Gracia, de Edimburgo y Londres. Había recibido la Gran Cruz de la Orden española del Mérito Civil. Pero su gestión como embajador quedó en entredicho al verse involucrado en varios casos de corrupción que estaban siendo investigados, como el pago de comisiones por la concesión del AVE.

Declaró como testigo ante la justicia española por cobrar varios cheques de dudoso origen. Sin embargo, en los últimos meses de su vida, se lamentaba por haber sido víctima de una supuesta persecución por parte de la prensa. Su reputación se vio afectada y muchas empresas que habían contado con él como consejero le retiraron, poco a poco, la confianza.

Irene y Guido, una relación interrumpida

La relación de Irene con el embajador Brenner tuvo lugar supuestamente en los primeros años ochenta. Él la consideraba «una princesa de verdad preocupada por la humanidad en lugar de gastar su tiempo en desfiles de moda», según el periodista Jaime Peñafiel, que asegura que se les podía ver charlando en alguna cafetería de Madrid.

Sin embargo, esta relación no gustaba nada en la Zarzuela y, dicen, que fue el cuñado de Irene, Juan Carlos I, quien rompió el noviazgo porque no lo consideraba apropiado. Brunner murió en Madrid, a los 67 años, en 1997, víctima de un cáncer diagnosticado pocos meses antes.

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Sagitario

Como signo de Fuego, los Sagitario son honestos, optimistas, ingeniosos, independientes y muy avetureros. Disfrutan al máximo de los viajes y de la vida al aire libre. Son deportistas por naturaleza y no les falla nunca la energía. Aunque a veces llevan su autonomía demasiado lejos y acaban resultando incosistentes, incrontrolables y un poco egoístas.