Pasión prohibida
Crear una cuenta
Iniciar sesiónPasión prohibida
A finales de los años 90, Estefanía de Mónaco y el jefe de su seguridad personal, Jean-Raymond Gottlieb, mantuvieron una breve y tormentosa relación sentimental, que terminó poco después del nacimiento de su única hija, Camille Gottlieb. Aquella historia de amor se engloba en la 'fase guardaespaldas' de la princesa, antes de su 'fase artistas de circo', cuando se enamoró de un domador de elefantes y luego de un acróbata, Adans Peres, que trabajaba junto a su anterior pareja, Franco Knie, en el mismo circo.
Alejado por completo de los focos en los últimos cinco lustros, Gottlieb ha logrado mantener una estrecha relación paterno-filial con su hija Camille, que acaba de compartir en sus redes sociales un tierno mensaje para él con motivo de sus 58 años. «Feliz cumpleaños al amor de mi vida», escribía la considerada como sobrina favorita de Carolina de Mónaco junto a una foto de ambos.
Criada por la princesa Estefanía tras la separación de sus padres, Camille nunca ha dejado de cultivar un fuerte vínculo con su padre. «Estoy muy unida a mi madre, pero también a mi padre, con quien siempre quedo para comer una vez a la semana», confesaba en una reciente entrevista con la revista francesa Point de Vue. Un equilibrio familiar poco común, posible también gracias a la armonía que la princesa Estefanía ha sabido mantener con los padres de sus hijos. «Mamá se lleva bien tanto con Daniel Ducruet como con papá. Ha sabido crear una verdadera tribu en la que todos encuentran su lugar», añadía la joven.
En 1995, para gran disgusto del príncipe Rainero, Estefanía se casaba con su antiguo guardaespaldas, Daniel Ducruet, padre de dos de sus hijos, Louis y Pauline. Pero un año después de la boda llegó el gran escándalo: Ducruet fue cazado teniendo sexo con una stripper, Fili Houteman, en las tumbonas de una piscina.
Tras su divorcio, la royal encontró consuelo en brazos de Jean-Raymond Gottlieb, antiguo gendarme reconvertido en responsable de la seguridad de Estefanía. Escarmentados en palacio con el anterior matrimonio de la princesa rebelde, aquella relación se mantuvo en secreto y nunca se confirmó oficialmente.
Cuando nació Camille, la hija menor de Estefanía, en 1998, se rumoreó ampliamente que Gottlieb era el padre. Sin embargo, la princesa se negó a citar el nombre del progenitor en su partida de nacimiento. Esto, claro, no hizo más que avivar los rumores. Las crónicas de los expertos en realeza de la época dijeron que, al no nombrar al padre, Estefanía estaba claramente tratando de evitar la mala prensa que atraería el haber tenido una relación con otro de sus guardaespaldas.
Pese a ser un secreto a voces, la identidad del padre de Camille solo fue confirmada por la propia joven en 2017 a través de su cuenta de Instagram, publicando unas fotos de ambos con el hashtag: #detalpadretalhija. Pese a estar fuera de toda duda su parentesco, como Estefanía y Jean-Raymond nunca se casaron, Camille no está en la línea de sucesión al trono de Mónaco, aunque sus hermanos Louis y Pauline sí ocupan el duodécimo y decimotercer lugar, respectivamente.
Hoy Jean-Raymond Gottlieb es un hombre discreto, que desempeña un alto cargo en la policía monegasca. Casado con Vanessa y padre de dos niños, sigue muy pendiente de su hija mayor. También a través de la asociación Be Safe Monaco, que su hija fundó para concienciar sobre la conducción responsable en el Principado, y donde ha ejercido en ocasiones de voluntario.
Toda una apasionada del motor, Camille Gottlieb, junto con su copiloto y amiga Margaux Grundstein y al mando del automóvil número 26, participaba recientemente en el 8º E-Rallye de Monte-Carlo, una competición reservada a los vehículos 100% eléctricos. También ha debutado como comentarista en la televisión francesa con motivo de la disputa del GP de F1 en Mónaco.
HORÓSCOPO
Como signo de Fuego, los Sagitario son honestos, optimistas, ingeniosos, independientes y muy avetureros. Disfrutan al máximo de los viajes y de la vida al aire libre. Son deportistas por naturaleza y no les falla nunca la energía. Aunque a veces llevan su autonomía demasiado lejos y acaban resultando incosistentes, incrontrolables y un poco egoístas.