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Rodeado de miles de personas y acompañado de sus orgullosos padres. Así vivió Mirko de Bulgaria una de sus noches más especiales durante la Noche Templaria de Ponferrada, donde tuvo lugar la recreación de La noche del Arca y el Grial. El desfile, protagonizado por caballeros templarios a pie y a caballo, recorrió los márgenes del río Sil hasta llegar al Castillo de los Templarios en la localidad leonesa, donde el prior de la Orden recibió en custodia las dos reliquias más emblemáticas del cristianismo: el Arca de la Alianza y el Santo Grial.
El príncipe Kubrat de Bulgaria, tercer hijo del rey Simeón, el último monarca del país, acompañado de su esposa, Carla Royo-Villanova, fueron testigos de excepción de un momento muy especial para su primogénito, que demuestra que cada vez va cobrando más importancia en el Gotha. Mirko hizo la función de abanderado en el desfile y portando los blancos ropajes de esta orden desaparecida hace casi diez siglos, fue ordenado caballero de manera simbólica por la espada del gran maestre.
Era su madre, quien pertenece a la familia fundadora de la histórica cadena de pastelerías Arrese en Bilbao, la que compartía desde las redes sociales su felicidad por haber vivido en directo esta experiencia. «La gran fiesta templaria de Ponferrada tras la primera luna de verano recrea la historia y la leyenda de una parte importante de nuestra historia y del Camino de Santiago. Han sido días intensos, cargados de historia y emoción en los que también hemos aprendido y disfrutado muchísimo», aseguraba Carla Royo-Villanova.
«Unos me llaman chaval y otros me dicen caballero». Esta frase es la carta de presentación en su perfil de Instagram del apuesto integrante de una joven generación de príncipes sin corona. Mirko decidió seguir los pasos de su padre, Kubrat de Bulgaria, y estudiar también la carrera de Medicina. Su hermano Lukas también optó por esta salida profesional, mientras que el benjamín, Tirso, ha apostado por realizar Ingeniería de Telecomunicaciones en la Universidad Autónoma de Madrid.
Tras terminar la carrera en la Universidad de Navarra y hacer prácticas en una prestigiosa clínica londinense, Mirko Sajonia-Coburgo lleva trabajando desde 2020 como residente en cirugía general y digestiva en el Hospital Puerta de Hierro de Madrid. Una etapa a la que pondrá fin este otoño y tras la que se le abre un prometedor futuro.
Optando habitualmente por un perfil bajo, en sus escasas declaraciones a la prensa siempre ha mostrado «humildad» sobre su condición real y ha alabado a su padre y a su abuelo por enseñarle «a trabajar sin descanso y a no dejar de cuidar a mi familia y amigos». Así lo aseguraba en una entrevista con un medio búlgaro, donde también decía sobre el rey Simeón que «siempre ha tratado de mantener un estilo de vida normal y criar a sus hijos y familia con naturalidad y discreción».
Desde hace casi dos años, el príncipe Mirko de Bulgaria mantiene una discreta relación sentimental con Marta Embid, una joven que también estudia Medicina para especializarse en Anestesiología y reanimación. El momento elegido por el royal para presentar en sociedad a su pareja fue en la boda de José Luis Martínez-Almeida y Teresa Urquijo.
Antes de aparecer de punta en blanco en uno de los grandes enlaces del año, Mirko y Marta ya habían compartido algunas imágenes juntos en Instagram que confirmaban su noviazgo, siendo la primera de ellas de octubre de 2023. «Mucha diosa para un mortal», era uno de los cariñosos mensajes que le enviaba Kubrat a su novia, mientras posaban en una playa de Panamá.
Paseos en barca por El Retiro, conciertos o bodas de amigos son algunos de los planes conjuntos en los que hemos visto a estos dos jóvenes enamorados, que parecen compartir muchas aficiones como la naturaleza, los deportes acuáticos o la nieve. Ahora, el tiempo dirá si Marta se convierte de forma oficial en una nueva integrante de la familia real búlgara.
HORÓSCOPO
Como signo de Fuego, los Sagitario son honestos, optimistas, ingeniosos, independientes y muy avetureros. Disfrutan al máximo de los viajes y de la vida al aire libre. Son deportistas por naturaleza y no les falla nunca la energía. Aunque a veces llevan su autonomía demasiado lejos y acaban resultando incosistentes, incrontrolables y un poco egoístas.