ANILLOS ROYAL Así fue la noche que Juan Carlos I perdió su anillo de compromiso en la cama con una amante (antes de dárselo a la reina Sofía)

El rey Juan Carlos casi pierde su anillo de compromiso en una cama. Antes de pedir la mano de Sofía de Grecia, pasó la noche con la que fue la gran amante de su juventud, Olghina de Robilant.

El rey emérito Juan Carlos I y la emérita doña Sofía.

Claudia Vila
CLAUDIA VILA

A Juan Carlos le han jugado mala pasada los anillos. O más bien sus amantes. La última ha sido Corinna Larsen, quien ha contado a viva voz en su último podcast Corinna y el Rey que él la agasajó con una pieza de enormes pedruscos. Pero hubo otro descuido más grave. Peor que la pieza de un millón de euros que le regaló a su ex amante alemana; porque casi le cuesta su boda con la reina Sofía.

El descuido ocurrió cuando Juan Carlos tenía 23 años. El padre de Felipe VI se dirigía a Lausana, en Suiza, para encontrarse con Sofía de Grecia. Su propósito ese 12 de septiembre de 1961 era pedirle la mano en el espectacular hotel Beau Rivage, al borde del lago Lemán. Pero casi no lo cuenta: la noche anterior perdió su anillo. En la cama. Con otra mujer, Olghina de Robilant.

Por qué perdió Juan Carlos I el anillo de compromiso

Nos remontamos a la juventud del emérito. Tiene 18 años y ya es el rey del guateque. Lleva en el brazo una cinta negra, en honor a su hermano fallecido hace cinco meses. «Qué raro. Juanito de luto, pero donde haya una fiesta, que se quite lo demás», describe la periodista Pilar Eyre.

Juan Carlos es el alma de la reunión, pero también está un poco distraído. Se pasa toda la noche pegado una chica, más concretamente a la oreja de ella. «Me gustas muchísimo, te meces como las olas», le susurra. Se ponen a bailar la canción Madrid, Madrid, Madrid. Su acompañante pensaría que, como dice la canción, el heredero le haría «emperatriz de Lavapies».

Ella es Olghina de Robilant, una condesa, escritora y periodista italiana. Ese día, para no perderse un plan, se había sumado al encuentro del hotel Muxaxo, en Cascais (Portugal). Se codea entre los personajes más magnéticos de la jet set. Incluso inspiró los excesos de las fiestas de La dolce vita, película de Fellini. Fue ella la que se metió en la Fontana de Trevi por una apuesta, un arrebato que imitó la actriz Anita Ekber.

La condesa Olghina de Robilant. / gtres

A la Olginha de 22 años le importa entre poco y nada que Juan Carlos sea novio de la princesa María Gabriela de Saboya (cuenta que se enamoró como una «colegiala», y que era una relación «sin pretensiones ni compromisos). Aun así, se lanza a preguntarle. Él la calma. «Sí, pero está en Suiza y tú me gustas mucho», responde él, con picardía.

Los asistentes asisten al tonteo de un rey que aprovechaba cualquier oportunidad para pegarse más. «Él no dejaba de meterle mano...», cuenta Eyre. Juan Carlos le impedía pintarse los labios, ¿para qué? Si él pensaba quitarle el color con besos. Al final, le quita el labial y le escribe en una servilleta: « Te quiero».

Olginha (que podría haberle dicho «quietecito con mi barra») se queda fascinada por esos aires de «bon vivant» al que le dan igual los maquillajes. Le acompaña al asiento trasero de su coche y allí pasan toda la noche, como cuenta Pilar Eyre.

La velada de Olginha y Juan Carlos dura cuatro años, en los que el emérito la compaginaba con otras chicas. Siempre volvía a ella. «Tuvo que pelearse a puñetazos con su padre, que quería que rompieran», describe la periodista.

Solo se separan cuando se impone el deber. A sus 23, Juan Carlos está en Lisboa y se dirige a Suiza para su encuentro con Sofía. De camino, hace una parada técnica en Roma. Queda a escondidas, en un hotelito modesto, con Olginha.

La condesa recuerda mucho después el encuentro y se lo confiesa a Jaime Peñafiel. Los dos amantes, en la cama, se dan cuenta de que se ha perdido el anillo de compromiso. Finalmente, calman sus nervios y lo encuentran, entre la colcha y las sábanas.

Dónde está el anillo de boda de la reina Sofía

La reina Sofía sigue utilizando aquel anillo, pero para lanzar mensajes. Pasaron 52 años desde aquella boda en Grecia y, desde entonces, la madre del rey Felipe ha tenido que lidiar con polémicas de toda índole sin dar su opinión.

El año 2020 fue desalentador, un mundo deshecho por la pandemia, y un desencuentro para los reyes. Apareció en escena Corinna Larsen, la ex amante del rey, dispuesta a denunciarle por «amenazas» para que no revelara «secretos de Estado», como contó Eldiario.es.

La reina Sofía, haciendo alarde de su racionalidad, se volvió a colocar el famoso anillo de compromiso. Quería simbolizar su apoyo a su marido. Todos estos años se lo ha quitado y puesto de manera intermitente (suele llevar otros, así que no es por comodidad). Aun así, meses después, volvió a guardarlo.

A Juan Carlos le pusieron en brete. Y después, le llegó la tristeza. Al año siguiente, Olginha murió, a sus 87. El emérito perdió un amor de la juventud. Y ella, aunque se quedó sin que él le regalara joyas, supo aprovechar lo inmaterial. Disfrutó de todo lo que le ofrecían las noches.

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