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alta sociedad europea

Así eran Olga, Isabel y Marina de Grecia, las primas de la reina Sofía que triunfaron entre la realeza de los años treinta

Fueron las princesas más admiradas de los años treinta. Descendientes de los Romanov y la familia real griega, Olga, Isabel y Marina de Grecia y Dinamarca se convirtieron en referentes de estilo y en las protagonistas de la vida de la alta sociedad Europa.

Doña Sofía de Grecia y España, en una imagen de su juventud. GTRES

Posaron para numerosos retratos, juntas y por separado. Pero existen varios del retratista de corte Bertram Charles Percival Park, realizados en torno a 1938, que las muestran como una suerte de hermanas Miller de la época. Al igual que Marie-Chantal y sus hermanas Pia y Alexandra en la foto de Herb Ritts de 1995, cargada de referencias literarias, las tres princesas de Grecia y Dinamarca, Olga, Isabel y Marina, aparecen guapas, gráciles, elegantes y, en este caso, luciendo joyas históricas, como el lazo de diamantes de la gran duquesa María Paulovna de Rusia, su abuela, que lleva la menor, Marina –en el extremo izquierdo–.

Tanto ella como Olga, la mayor –en el extremo derecho–, e Isabel, la mediana –en el centro–, las tres gozaron de una gran popularidad en los años treinta y acapararon el interés de la realeza y la alta sociedad. Parece que las llamaban «las hermanas Fabergé», por su gran estilo. Eran hijas del príncipe Nicolás de Grecia y de la gran duquesa rusa Elena Vladimorovna, por tanto, primas hermanas del padre de la Reina Sofía, el futuro rey Pablo I, y del duque de Edimburgo, Felipe, marido de la reina Isabel II.

Una «nanny» inglesa

Habían nacido durante el reinado de su abuelo Jorge I de Grecia. Su abuela era la respetada reina Olga. Su padre, el príncipe Nicolás, era el tercero de sus hijos. Crecieron en el Palacio de Nicolás y en el de Tatoi y recibieron una educación muy devota, bajo los cuidados de una «nanny» inglesa, Miss Fox. Solían pasar los veranos viajando por Europa con sus padres y, una vez al año, viajaban a Rusia con ellos, para visitar a sus primos Romanov. En San Petersburgo, jugaban con las hijas del zar Nicolas II, más o menos de su misma edad.

Fue allí donde les pilló el estallido de la Primera Guerra Mundial, en 1914. Tras la crisis política y monárquica que estalló en Grecia, partieron al exilio con sus padres y se instalaron en St Moritz, en Suiza, en 1917. Regresaron a Grecia tras la restauración de la monarquía, en 1920, pero dos años más tarde, cuando el rey Constantino II abdicó definitivamente, volvieron a abandonar el país. La familia se instaló sucesivamente en San Remo, en Italia, en París y en Londres, donde vivieron con miembros de su extensa familia.

Olga de Grecia y Dinamarca

El encanto de las tres princesas griegas, consideradas unas de las jóvenes más bellas de su tiempo, no pasó desapercibido en las cortes europeas y se convirtieron en interesantes candidatas para matrimonios de la realeza y la nobleza. Las tres, invitadas frecuentes de la alta sociedad británica, se casaron por amor, aunque hicieron muy buenos casamientos.

La princesa Olga de Grecia y Dinamarca, la mayor, nacida en 1903 –recibió el nombre de su abuela paterna, como era tradición–, tuvo un breve compromiso con el príncipe de Dinamarca, futuro Federico IX, y otro fugaz romance con el futuro Eduardo VIII de Inglaterra. Su vida amorosa fue objeto de rumores. Pero poco después, se convirtió en princesa de Yugoslavia, al casarse, el 22 de octubre de 1923, con el príncipe Pablo, nieto de Alejandro Karađorđević, príncipe de Serbia, y regente de la monarquía yugoslava, a partir de 1934, a quien conoció en una fiesta en Londres.

Su padrino de boda fue el entonces Duque de York, futuro Jorge VI de Inglaterra, padre de Isabel II. El príncipe Pablo tenía una inmensa fortuna. Olga y Pablo tuvieron tres hijos: Alejandro, en 1924; Nicolás, en 1928, que a la edad de 25 años murió cerca de Windsor, en un accidente de coche; e Isabel, en 1936, madre de la actriz Catherine Oxenberg, tras un primer matrimonio con el norteamericano Howard Oxenberg.

Olga de Grecia y Dinamarca. GETTY IMAGES

Olga se convirtió en la primera dama de Yugoslavia y trabajó intensamente junto a su marido, representando al país. Durante la II Guerra Mundial, en 1941, Olga y su familia fueron arrestados por el ejército yugoslavo y entregados a los británicos por los pactos del príncipe Pablo con las fuerzas del Eje. Pasaron el resto de la guerra en arresto domiciliario y exiliados en Grecia, Egipto, Kenia y Sudáfrica. No se les permitió regresar a Europa hasta 19484. Finalmente, se establecieron en París, donde el príncipe murió en 1976.

Al quedarse viuda, Olga pasaba largas temporadas en Inglaterra, donde residía su hermana Marina. Olga siguió asistiendo a los acontecimientos de la realeza, como la boda de los reyes Juan Carlos y Sofía, la de su sobrino el príncipe Michael de Kent o la de Carlos y Lady Diana Spencer. Sufrió Alzheimer al final de su vida. Murió en París en 1997, a los 94 años. Sus restos fueron enterrados en el cementerio Bois-de-Vaux, en Lausana, Suiza, y más tarde trasladados al mausoleo real de Oplenac, en Serbia.

Isabel, la mediana

Isabel, la segunda, nació en 1904 y, como sus hermanas, creció con relativa libertad en el palacio de Tatoi. Su belleza también llamó la atención. Era la más tímida de las tres y fue conocida por ser una diestra amazona y una pintora con talento. Destacó también por su capacidad para hablar varios idiomas. Se casó el 10 de enero de 1934 con el conde alemán Carlos Teodoro de Toerring-Jettenbach, hijo del conde Hans de Toerring-Jettenbach, y de la Duquesa Sofía de Baviera.

La boda se celebró en el palacio de Seefeld am Pilsensee, en Alemania. Isabel y Carlos Teodoro tuvieron dos hijos: el conde Juan Vito Gaspar Nicolás de Toerring-Jettenbach, nacido en 1935 en Múnich; y la condesa Elena Marina Isabel de Toerring-Jettenbach, nacida en 1937 también en Múnich. Elena fue la madre de la archiduquesa Sofía de Habsburgo tras casarse con el archiduque Fernando Carlos de Austria. Isabel desempeñó una activa labor humanitaria durante la II Guerra Mundial. Murió en 1955, en Múnich, de cáncer, con solo 50 años de edad.

Marina, la más admirada

Marina, la hermana pequeña, nacida en 1906, en Tatoi, fue la más popular de las tres, al convertirse en la esposa del príncipe Jorge, duque de Kent, el cuarto hijo del rey Jorge V de Inglaterra y de la reina María y hermano del futuro rey Jorge VI, padre de la reina Isabel II. Fue la más alabada de las tres por su estilo y su «chic». Su primera visita a Gran Bretaña fue en 1910, con solo tres años.

La reina María de Teck trataba a Marina y sus hermanas como si fueran sus hijas. Cuando la familia tuvo que exiliarse de Grecia, Marina tenía 11 años y , como sus hermanos, pasó largas temporadas con sus familiares de las distintas monarquías europeas.

Marina de Grecia y Dinamarca. GTRES

En agosto de 1934, se anunció en Yugoslavia su compromiso con su primo segundo, el príncipe Jorge, duque de Kent. Marina descendía del zar Alejandro de Rusia y, como Jorge, del rey Christian IX de Dinamarca. Jorge acaparaba en los años veinte y treinta las portadas de los periódicos por su elegancia, su vida agitada –fue adicto a la heroína siendo muy joven y tuvo una larga relación con el escritor Noel Coward y se rumoreó que tenía un hijo ilegítimo–. Marina y sus padres llegaron a Londres, acompañados por el novio y fueron recibidos en la Estación Victoria por el príncipe de Gales y el Duque de York, ambos hermanos de Jorge.

Una pareja perfecta

Juntos, Marina y Jorge se convirtieron en la pareja de moda, imprescindible en la vida social de la aristocracia inglesa. Se casaron el 29 de noviembre, en la Abadía de Westminster, ante 2.000 invitados. Fue una de las bodas del año, la primera boda real que se grabó para que pudieran verla los británicos y otros espectadores de Estados Unidos y Europa.

Y fue el último enlace de un miembro de la familia real británica con una princesa extranjera. La novia llevaba un diseño de Edward Molyneux, en seda blanca bordada con brocado de lamé plateado en forma de una rosa inglesa. La revista Vogue la alabó: «Esa perfección tan sencilla muestra su exquisito gusto personal», escribieron.

El matrimonio se instaló en Belgrave Square y su palacete se convirtió en el centro de la vida social del momento. Los sombreros, las joyas, el largo de la falda de Marina eran seguidos y copiados por todas las jóvenes. Marina y Jorge tuvieron tres hijos: el príncipe Eduardo, duque de Kent, la princesa Alejandra, lady Ogilvy, y el Príncipe Miguel de Kent. Los tres, primos hermanos de la reina Isabel II, desarrollan todavía labores de representación de la familia real.

Sin embargo, aquella felicidad duro poco. El 25 de agosto de 1942, Jorge tuvo un accidente de aviación cerca de Dunbeath, en Escocia, cuando cumplía una misión militar para la Royal Air Force. Las circunstancias de su fallecimiento no fueron aclaradas del todo. De hecho, los informes sobre el accidente siguen siendo material clasificado. Marina pasó muchos meses inconsolable.

Más tarde continuó con sus actividades caritativas y de representación de la familia real. Recorrió Grecia, Italia, Australia y Ghana como parte de la Corona. No se volvió a casar. Murió en el Palacio de Kensington el 27 de agosto de 1968, a los 61 años, por un tumor cerebral. Está enterrada en el cementerio real de Frogmore.